Mr. López Goes to Washington

Por: Rolando J. Vivas

Resulta penoso que la primer salida fuera del país, por parte presidente Andrés López sea a Washington D.C. en los EEUU, una vez dado el banderazo inicial de la campaña política de Donald Trump con el objetivo de lograr una re elección como presidente del vecino país del norte, de ésta forma, y ante el llamado de Trump, de que: “Ya es tiempo de que el presidente López visite Washington”, el presidente mexicano que se negaba a dejar su país, señalando que la “mejor política externa es la política interna”, hoy decide hacer una excepción y confirma que estará visitando Washington a la brevedad, en lo que parecería el seguimiento a una instrucción directa por parte de Trump, la realidad es que la presidencia de México ha estado siendo parte de la estrategia de los EEUU y específicamente de Donald Trump, desde el inicio de la administración que empezó en el 2019, funcionando como un “muro” de contención contra la migración proveniente de centro América, convirtiendo a México completo en el “muro”, cediendo en varios puntos del nuevo Tratado Comercial entre los EEUU, Canadá y México, perdiendo soberanía incluso en temas como la inspección laboral autorizada a autoridades estadounidenses, arrancando la economía nacional en pleno pico de pandemia con el fin de abastecer a la ya reactivada industria estadounidense, y también “colándose” al consejo de seguridad de la ONU, en dónde sin dudarlo México “jugará” a favor de los EEUU en el estira y afloja que se viene entre el vecino país del norte y China.

El presidente López irá a Washington prácticamente a integrarse al comité de campaña de Trump, en lo que pareciera un pago de favores anteriores, en los que Trump ha sabido como “enganchar” al mandatario mexicano con el fin de utilizarlo como pieza de su maquinaria política interna, con la posible tarea de trabajar sobre el electorado latino, buscando que éste abandone las preferencias demócratas, e incline su deseo de voto hacia el candidato republicano, hoy aún, presidente, aunque las cosas no han funcionado tan bien para Trump, en su administración se han perdido muchas alianzas con Europa, la relación con China se ha vuelto tensa y Latinoamérica y Medio Oriente han sido olvidados, la estrategia para combatir la contingencia sanitaria empezó primero negando el peligro del brote de contagios y después culpando a la OMS y a China, sin asumir nunca la responsabilidad por el mal manejo de la crisis desde un inicio, un estallido social preocupante resultado de la política polarizadora de Donald Trump, que encontró su “tipping point”, o punto de desborde, como diría Malcolm Gladwell, con el lamentable hecho de la muerte de George Floyd, por último, la pérdida de millones de empleos y el daño terrible a la economía, que parecería ser el único acierto que Trump pretendía explorar durante su campaña, se ha ido deteriorando cada vez más, a pesar de que Trump quiso anunciar una supuesta recuperación económica “robusta”, la realidad es que aunque la crisis económica no será tan dramática como se ha especulado, si será de dimensiones considerables.  

El rol que jugará el gobierno ruso y su ejército de bots en esta nueva campaña electoral e los EEUU, aún es un misterio, con Rusia aún padeciendo una fuerte afectación por el tema de la crisis sanitaria por el nuevo coronavirus, fuerte molestia social por la inversión en política externa y la falta de inversión en el desarrollo del país, y un Vladimir Putin más interesado por superar al Covid-19, con el fin de retomar su intento por perpetuarse de alguna manera en el poder, muy seguramente China también buscará la manera de intervenir, posiblemente en contra de Trump y a favor de Joe Biden, y con México como otro jugador, desafortunadamente al servicio de Trump, el presidente López se juega, a manera de pago de favores, una carta muy peligrosa, si gana, serán otros 6 años de servilismo y sumisión a los poderes en Washington, si pierde, está claro que nuestra relación con un gobierno del Partido Demócrata no tendrá un inicio muy cordial, la visita, sobre todo por cuestiones de los tiempos, puede verse como una apoyo a la candidatura de Trump, y la última vez que un presidente mexicano (José López Portillo) apoyó abiertamente a un candidato estadounidense que no ganó (Jimmy Carter), la respuesta por parte del ganador de la elección (Ronald Reagan) contra México, fue muy severa, cuidado.

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