Líder, No Gerente/ La Gente es Primero/ Los Trabajos Ya No Son Para Siempre
Por: Rolando J. Vivas
Mi papá fue gerente de varias plantas durante su carrera profesional, cuando yo era niño, algunos sábados o durante las vacaciones, solía acompañarlo a su lugar de trabajo, lo veía reuniéndose con varias personas, dando instrucciones y asegurándose de que éstas se cumplieran de alguna forma, así que crecí con la idea de que yo quería ser gerente algún día, sin saber si quiera de qué se trataba o cuáles serían las implicaciones, a esa temprana edad no me importaba, el titulo era la meta, ni más ni menos, hace ya casi una década y media que conseguí el nombramiento, y el título de gerente, y la verdad es que nada pasó, mis problemas no se resolvieron, las respuestas a todo no vinieron de inmediato a mí, no me convertí en automático en una persona de respeto, admirada o querida, sin duda, los tiempos han cambiado, muy atrás quedaron los años en que el gerente imponía su “liderazgo” a golpes dentro de las empresas (bueno, por lo general), atrás han quedado los días en que el gerente imponía sus indicaciones como un mero mandato y los demás estaban obligados a obedecer de forma sumisa, me tocó obedecer órdenes por años, y no lo disfruté, cuestionaba muchos a mis jefes, en su mayoría gerentes y directores, hubiera sido ingenuo pensar que con el título, en automático todos seguirían mis órdenes; ser gerente n significa ser líderes, habrá muchos gerentes que jamás llegaran a ser líderes, y habrá muchos líderes a los que un título de gerente no les servirá para nada; yo ya contaba con gente que me pedía consejo, que seguía mis indicaciones y que me pedí ayuda, sin yo tener el título de “gerente”, pero durante parte de la pandemia, descubrí que había manera de ayudar todavía más a la gente a mi cargo, de que se sintieran protegidos, guiados, aconsejados y lo más importante, con una misión que los sacara adelante en tiempos de incertidumbre, ya me habían dicho sobre el rol de líder que se tenía que ejercer al frente de un equipo, la verdad, no me sentía a gusto con el título, hasta que el mismo equipo me denominó así, me lo había ganado, ser gerente o no, ya resultaba irrelevante, ser un líder se sentía bien.
Cuándo llegue a aquella oficina en el centro de la ciudad y me presentaron al equipo, apenas una semana después la mitad me comentó que querían renunciar, temas de crecimiento, el ambiente, el anterior jefe y la relación con otros departamentos eran algunas de las causas, lo primero fue pedirles que confiaran en mí, es difícil pedir eso cuando te acaban de conocer, pero funcionó, algunos permanecieron y otros no, “la gente es primero”, se convirtió en una de mis consignas, si la gente no está bien, no va a trabajar bien, si la gente no se siente a gusto, no podrá hacer sentir a los demás a gusto, así que el objetivo número uno, era que la gente estuviera bien, y me dediqué a hablar con ellos, a preocuparme por cómo estaban, por cómo les iba a sus familias, por ayudarles, en la medida de lo posible con sus problemas, darles algún consejo personal, cuando me lo pedían y apoyarlos en su trabajo diario, el resultado fue una considerable mejora en el clima laboral, ya nadie quería dejar el equipo, había un ambiente cordial, de cooperación y respeto, y una mayor consciencia sobre su trabajo, lo que los volvió más responsables y por consiguiente, más independientes, ya no se trataba de darles órdenes, sino de apoyarlos para cada día hacer mejor su trabajo y cada día ser más productivos y responsables, y cuando llegó la pandemia, ya el equipo no era tan dependiente de mí, ya podía tomar sus propias decisiones y trabajar de forma responsable e independiente a pesar de la distancia, y claro, teníamos video llamadas tan seguido como podíamos, lo cual era muy agradable, lo primero para mí, era saber cómo estaban.
Mi papá trabajó por muchos años para una gran empresa en el centro de la ciudad, cuando me inicié como profesionista, esa era mi idea dentro del mundo laboral, entrar a una empresa y trabajar ahí muchos años, sin pensar en dejar ese lugar hasta jubilarme, Warren Bennis hablaba de los “años perros”, una especie de ciclo que se cumplía luego de trabajar 7 u 8 años para una empresa, y que después nos llamaba a buscar nuevos horizontes para seguir creciendo, curiosamente, y sin saber de Bennis, se fueron dando esos ciclos, me sentía hasta cierto punto incómodo con esos ciclos, aunque en cada uno de ellos, la posibilidad de aprender más y crecer en lo profesional se iba dando, en una ocasión, un director me dijo, “olvídate de trabajar 10 años en una empresa, eso ya no existe, la gente ahora trabaja uno o dos años en una empresa, y después busca otra cosa.”, yo no acepté mucho esa idea, y esto fue casi 5 años antes de la llegada de los millenials, que en realidad duraban poco en sus empleos y al año ya estaban dejando su puesto; luego de la pandemia y la ola desempleo que se vendrá, y los cambios en la dinámica laboral, empiezo a pensar que en cierta forma, aquel director tenía razón, los trabajos ya no serán para siempre, los trabajos seguramente ya no serán en la oficina, y esto tal vez, nos habrá la puerta a tener uno o dos empleos más, nuestro trabajo formal, afiliados a alguna empresa, un trabajo en el que podamos comerciar algo, gracias a Internet y otro en el que realmente hagamos lo que nos apasiona, aunque no ganemos mucho, sería extraordinario que un solo empleo pudiera cubrir las tres variables, pero también sería extraordinario poder emplearnos a fondo, con ocupaciones que incluso nos permitan generar ingresos aún mientras estamos durmiendo, o generar ingresos atravesando de forma digital otras fronteras, o haciendo lo que nos gusta de forma que ni trabajo parezca.
La pandemia nos ha dejado muchos aprendizajes y nos ha transformado a muchos, cuando regresemos, ya no seremos los mismos, nos hemos adelantado al futuro.