El Fin de la Oficina Común

Por: Rolando J. Vivas

Cuando comencé a trabajar, a finales de los 90s, en el corporativo de una gran empresa nacional de venta al detalle, el local era un lugar enorme, con cientos de cubículos distribuidos en dos pisos, en los cuales en ocasiones estábamos de dos a tres personas en un espacio realmente reducido, en aquellos años, hablar de un corporativo era señal de orgullo, de poder, era como el castillo de un rey, y un rey quiere que su castillo se vea colosal e imponente por fuera, para mostrar superioridad, me tocó conocer después corporativos más modernos, en ocasiones acondicionados de forma discreta en viejas casas en el centro de la ciudad, era como viajar por el tiempo y encontrarse con la sorpresa del contraste de lo antiguo con lo moderno, en lo personal me sentí más contento en esos lugares que tenían ventanas por dónde entraba la luz del exterior y que contaban en ocasiones con jardines, era terrible trabajar en lugares rodeado de paredes, sin ventanas y con iluminación artificial que por lo regular lo hacían a uno perder la noción del tiempo como les suele pasar a los prisioneros en penitenciarias de alta seguridad.

Me tocó trabajar bajo la modalidad de Home Office hace casi más de 10 años, en los que contar con una computadora portátil y el internet  empezaron a volver sencillo el trabajar desde casa; Se trataba de un piloto en el cual, en base a buenos resultados, uno recibía como premio el poder trabajar los viernes desde casa, así, por años, dejaba la oficina los jueves para regresar hasta el lunes, esto, muchos años antes de la crisis sanitaria que aún estamos atravesando, por lo general me retiraba los jueves con un listado de varios pendientes que realizaría el viernes y que estaría reportando sin falta a mis jefes, aquella libertad dependía ciertamente de lo responsable que fuese yo para trabajar lejos de ellos.

Hoy en día, parecería que la “dictadura” de las oficinas se agrietó fuertemente por la pandemia, y aún los más ultra conservadores y defensores de la oficina, tuvieron que “doblar las manos” y aceptar que muchos de sus empleados se fueran a trabajar desde sus casas, como he señalado antes, no bajo el mejor escenario para la implementación de Home Office, pero si obligados por ese tipo de crisis que suelen impulsar los grandes cambios, finalmente las “cabezas” que muchos de ellos ya practicaban el Home Office, tuvieron que ceder y permitir la adopción de ésta modalidad y empezar realmente a confiar en su gente.

Podemos afirmar que la cultura de las oficinas iba enfocada a la vigilancia, al poder saber en todo momento en dónde estaba el empleado y que estaba haciendo, enfocándose a la presencia y al cumplimiento de un horario de trabajo como prioridad y a la responsabilidad y resultados como algo en un segundo plano, en un mundo en el que cada vez más personas empezaremos a trabajar desde casa, ¿Predominará la confianza, la consciencia y la responsabilidad? ¿O entraremos en una nueva etapa de “microgerenciar” en la que la vigilancia extrema implicará nuevamente conocer al 100% las actividades del empleado a pesar de la distancia?       

A medida que los empleados se adentran en una cultura de la autogestión, como ya hemos comentado, basada en una clara misión que el empleado comparte, en el desarrollo de la consciencia, como puerta a la responsabilidad y la disciplina, las oficinas empezarán a pasar a segundo plano, la era de los “corporativos” irá despareciendo, y la rutina de trabajo como muchos la conocimos, se transformará, nuestros hijos ya empezaron con ésta dinámica hace unos meses, en lo que podría volver para siempre obsoleta la escuela ¿Por qué no empezar a considerar el fin de las oficinas físicas también?

Cuando permití a mis empleados ir a trabajar a casa, lo hice bajo el compromiso de que se seguirían varias reglas para mantener la productividad a pesar de la distancia, el informar los objetivos diarios, los avances y los pendientes, algunos no aceptaron de buena manera la propuesta, pero todos al final, luego de varios meses de aplicarla, coincidieron en que implementar ésta dinámica había sido de mucho provecho, se trataba de cambiar radicalmente la cultura del cumplimiento de horas, por la nueva cultura de generar resultados, y en su momento lo resolvimos de forma exitosa.

Al final la experiencia de trabajar desde casa irá ganando terreno en el ambiente laboral, la dirección entenderá que los costos corporativos y las opresivas oficinas que muchas veces no cuentan con los espacios adecuados, tendrán que ir despareciendo, en su lugar, las “oficinas” del futuro podrían ser algo muy diferente, algo más descentralizado, menos controlado, más espontáneo, algo como un pequeño local de trabajo más informal, más cercano a la casa y más discreto, que no demande la presencia para cumplir con un horario, sino que habilite la posibilidad de reunirse para trabajar sobre proyectos determinados.

Al final, un espacio en casa, habilitado de forma correcta y dedicado únicamente para trabajar, parecería lo más cercano al lugar de trabajo ideal que nos depara el futuro.

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