
Nirvana, A 29 años del Espíritu Adolescente
Por: Rolando J. Vivas
Recién había cumplido 15 años, la preparatoria no había sido uno de mis lugares favoritos, pero tenía bastantes amistades nuevas, unas amigas me quisieron festejar, lo que de inicio no me pareció tan agradable, pero el festejo consistía en ir a nuestra tienda favorita de discos y después ir a comer hamburguesas, así que no sonaba tan mal, era Septiembre, el día estaba frío y lluvioso, así como estuvieron los días hace una semana, salimos de la escuela y caminamos por una vereda que atravesaba un enorme terreno baldío que se convertiría en un par de años, en el primer Walmart en la ciudad, en esa vereda solitaria habían asaltado a muchos estudiantes por aquellas épocas, por suerte, eso no pasó en esa ocasión, algo malo pasaba con los alumnos afectos al rock cuando cruzaban por esa vereda, habíamos sabido que les robaban cadenas, anillos, gorras, chamarras y todo tipo de parafernalia, a un amigo incluso le quitaron un pantalón de cuero que llevaba, vaya cosas, por suerte en esa ocasión no nos pasó nada, tal vez a los ladrones el frío no les agradaba mucho, llegamos a la avenida y tomamos el camión, recuerdo que hacía frío porque Bertha llevaba una chamarra de cuero negra que se le veía muy bien.
Llegamos a nuestros destino y nos bajamos los tres del camión, caminamos hacia un estrecho pasaje en el que se encontraba al inicio uno de mis puestos favoritos de revistas, que por cierto, ya no existe, no paré y sólo vi los comics de Kalimán y de Spider Man de reojo, no quería que Bertha y la otra chica supieran que yo era fan de los cómics, me apenaba pensaran que era cosa de niños, Frank Miller, Grant Morrison y Alan Moore, grandes escritores de cómics demostrarían que los cómics no son sólo cosa de niños más adelante, con sus tremendas aportaciones a los que se le empezaría a llamar “novela gráfica”, si vieron la película 300, saben de lo que hablo, el autor fue Frank Miller, si vieron los Watchmen, también, el autor fue Alan Moore, y el trabajo de Morrison lo pueden conocer en la alucinante serie Happy de Netflix, así, seguimos hasta una serie de locales que se hallaban a mediación de aquél pasaje, ahí se hallaba aquella inusual tienda.
Habíamos comprado discos anteriormente en ese local, quedaba relativamente cerca de mi casa por lo que iba regularmente, aquella tienda solía tener el tipo de música que no encontrabas en otras, varios discos de la disquera inglesa Earache, que en aquél entonces nos encantaba por editar discos de bandas como Napalm Death, Carcass y Morbid Angel, también ahí había encontrado discos de una de mis bandas favoritas, los Velvet Underground y otros de los N.W.A. unos rapperos no muy conocidos en aquél entonces, si, así de variados fueron siempre mis gustos musicales, recuerdo que hablaba mucho de música con Bertha, sobre todo de discos como el “álbum negro” de Metallica, que había salido una semanas antes y cuyo primer sencillo Enter Sandman sonaba en la radio, también sobre el disco debut de los Decide, una banda de Florida, que era lo que acostumbrábamos escuchar en aquel entonces, me rehusaba a admitir que el disco “negro” de Metallica era un buen disco, para mí se habían vendido descaradamente, mira que grabar con el productor de los Motley Crue, pero a Bertha le gustaba ese disco.
Yo prefería el disco de Deicide, el primero que grabaron, ese que había revolucionado la música death metal en aquel entonces, llevándola a extremos sonoros de la misma forma que el Reign In Blood de los Slayer, unos años antes, en el 86, tanto Bertha como yo éramos fans de ese disco, pero no dejaba de extrañarme que Bertha fuese acérrima fan de Deicide y que estuviera en los grupos de la iglesia, en los que participaba activamente, me resultaba inconcebible, considerando que el vocalista de los Deicide se decía era un satanista devoto, en fin, dejamos aquella tienda después de haber comprado varios discos, no recuerdo cuales, sólo recuerdo las miradas que le lanzaba el encargado de la tienda a Bertha, pero bueno, Bertha les gustaba a todos, a mí también, pero ella tenía novio, aunque por alguna razón salía más conmigo que con su novio, un tipo no muy agradable que terminaría años más tarde en la cárcel por robar una cartera en su trabajo, vaya tontería.
Caminamos unas cuadras hasta llegar al local de hamburguesas, era un local que años atrás había sido muy famoso y que después se volvería una especie lugar nocturno para jóvenes, la música era una de sus “cartas fuertes”, e incluso habían bandas locales que tocarían ahí, sin embargo lo que yo recuerdo más de ese lugar, que por cierto, no visité muchas veces, es que mientras hacíamos fila para ordenar la comida, veíamos videos en las pantallas gigantes que tenían y entonces escuchamos aquellos acordes, que por lo menos a mí me recordaba mucho al Louie Louie de los Kingsmen, una vieja banda de los 60s, algunos dirán que se parecían más al More Than a Feeling de los Boston, prácticamente con esos acordes terminaban musicalmente los 80s, y entrabamos de lleno a los 90s, era música muy diferente a la de Poison o Bon Jovi, el llamado “hair metal”que solíamos detestar, y también muy diferente a la de Metallica, Slayer o Deicide, que era lo que nos encantaba, era un punto medio que no se parecía a nada que sonara en la radio o en los canales de video, la canción se llamaba Smell Like Teen Spirit, así como el desodorante para chicas, y de una forma bizarra tenía un ritmo lento y calmado en los versos, que me recordaba las guitarras en los soundtracks de Ennio Morricone para los “spaguetti westerns” de Sergio Leone, y después estallaba como el rabioso hardcore punk en los coros, invocando un poco a esa vieja banda llamada Husker Du que transitó del punk rock al power pop en los 80s, sin que muchos les pudieran atención, sin duda me había tomado por sorpresa, aunque considerando que no era ese heavy metal pesado que tanto me gustaba en aquél entonces, poca atención le puse al tema.
Nevermind, el disco en el que se incluía Smells Like Teen Spirit, se convertiría en todo un fenómeno musical, según la revista Rolling Stone, es el sexto disco más importante de la historia, recuerdo mucha gente que no gustaba la música rock, repentinamente se volvieron fans de Nirvana, y el Nevermind se convertiría en un tema recurrente para muchos, de repente ya no era yo el único con el pelo largo, ni el único con camisas negras o botas industriales, rechacé el valor artístico del Nevermind y lo consideré un truco comercial para vender discos a chicos que no eran adeptos al rock de forma regular, algo así como una especie de “caballo de Troya”, un engaño, aunque la manera en que los gustos musicales de mucha gente se transformaron en aquel entonces fue sorprendente, grupos como Poison y Bon Jovi, súbitamente desaparecieron del gusto de la gente, e incluso Metallica con su disco “negro”, mucho más accesible que sus anteriores discos, se convertiría en un fenómeno popular, era como si esa música rara que escuchamos por muchos años y que nadie parecía entender, ahora se ponía de moda, y no era algo que yo disfrutase mucho.
¿Cuál había sido el atractivo del Nevermind para volverse semejante fenómeno? Esa es una buena pregunta, había escuchado antes a Nirvana, y me había gustado bastante su disco debut llamado Bleach, muy parecido al rock de Seattle que existía de forma marginal en aquel entonces y que tocaban grupos como los Mudhoney, los Melvins y Soundgarden, pero Nirvana era de segunda categoría comparados con aquellos grupos, Bleach era un buen disco, pero nada extraordinario, el detalle es que luego de ese disco, Nirvana se había transformado, tenían un nuevo baterista mil veces mejor que el anterior y que me recordaba a John Bonham de los Led Zeppelin en la forma de golpear duro la batería, además, las guitarras habían cambiado su sonido, ahora el rango de notas era más amplio, iba de lo calmado a lo estruendoso en cuestión de segundos, como ya hacían los Pixies o los Dinosaur Jr, aunque a ninguno de esos grupos se le había puesto semejante atención a pesar de sonar así, casi media década antes, incluso el líder de Nirvana, Kurt Cobain, que se suicidaría algunos años más adelante, admitiría su devoción por los Pixies, y su deseo inicial, de que Bob Mould, líder de los ya mencionados Husker Du, fuese el productor del disco.
Nevermind sería el resultado de una extraña mezcla de sucesos, por un lado, Cobain había estado escuchando más a grupos como R.E.M., los Replacements y los Beatles, y menos a King Crimson, Black Flag y a Celtic Frost, que habían influido en el duro sonido del Bleach, la banda ahora tenía un sonido más pulido, gracias al productor Butch Vig y al ingeniero de sonido Andy Wallace, que irónicamente habían sido contratados por su trayectoria produciendo bandas de hardcore punk y a Slayer, en el caso de Wallace, así, Nirvana aseguraba buscar un sonido más pesado, al tiempo que las canciones que había grabado en el estudio eran básicamente piezas de música pop, por lo que seguramente la combinación de esas partes, aparentemente incongruentes había creado el atractivo principal de aquél disco, eran una entrada fácil y hasta agradable al mundo de las guitarras estridentes, fue una época extraña, en el que lo raro se volvió normal, por lo que la rebeldía se volvió algo común y perdió atractivo para mí, en lo personal no pondría mucha atención al Nevermind hasta muchos años después, cuando ya el furor por el disco había pasado, entonces pude disfrutar de forma más objetiva temas como Come as You Area, que era una descarada copia del Eighties de los Killing Joke, pero en cámara lenta, Lithium que parecía inspirarse en la sección rítmica de los Fugazi, In Bloom que sería uno de mis temas favoritos con esas guitarras que se arrastraban y recordaban mucho a los Pixies.
No concuerdo con el estatus de “legendario” que se le suele dar al disco, o de parteaguas de la historia musical, como se le suele considerar, en lo personal, pienso que grupos como Guns N Roses con su Apetite for Destruction de 1987, Metallica o los Jane´s Addiction nos habían llevado muchos a esos territorios de guitarras estridentes y tambores batientes, muchos años antes que los Nirvana, lo que si reconozco es que Nevermind fue un disco grabado de forma impecable y que sin innovar gran cosa, tuvo la suerte de estar en el momento adecuado, hace 29 años ya, para ponerse al frente de un “desfile” que ya había iniciado años atrás.