
La Plegaria Más Disruptiva de Nick Cave, y Una Lección de Creatividad
Por: Rolando J. Vivas
Idiot Prayer suena como un enorme exorcismo, aunque Nick Cave por lo regular suena así, sabes que haga lo que haga, una canción, un disco, un libro, una película, un post en su blog, Cave está sacando sus demonios, pero Idiot Prayer es algo más, es Nick Cave el creativo desafiando a la realidad, encontrando una nueva forma de comunicación innovadora en medio de las limitaciones del momento, haciendo limonada con los limones que le fueron proporcionados, haciendo un disco en solitario, no solista, en medio de la pandemia de la soledad y el aislamiento, en ese aspecto, Nick se adelantó a muchos haciendo lo que sabe hacer mejor que nadie, compartir sus obsesiones, comunicándose desde el lado oscuro con quienes le quieran escuchar.
Idiot Prayer no es sólo una presentación en vivo de temas ya conocidos de Cave, es la reinvención total de éstos, música nueva para una nueva era soledad y aislamiento, las canciones de Cave que creíamos conocer, transformadas en algo más mediante Cave en solitario, su enorme piano y las sombras y el silencio que danzan a su alrededor, así, cada uno de los temas suena como algo nuevo por descubrir, así Cave aparece nuevamente como el maestro en disrupción, en una era de total disrupción, un oscuro maestro de ceremonias en medio de un agonizante vacío, Cave no busca como muchos, un momento para ponerse creativo, él simplemente hace del momento esa gran oportunidad para crear como pocos hubieran imaginado.
Sin duda Dios se rio con los planes de hacer una gran gira, que Cave tenía contemplados para el 2020, pero esto no detuvo a Cave, ideó un poderoso evento en el cual, en el mes de Julio, apareció en solitario en el Alexandra Palace, en Londres y los distribuyó vía Internet, como su manera de enfrentar una crisis de forma creativa, como su manera de sacar lo mejor ante la adversidad, como su brillante respuesta a las restricciones impuestas por el momento, y así creó un evento tan triste y relevante como los momentos que vivimos, así, a pesar del aislamiento penetró a los hogares de muchos y nos puso en comunión con su solitario ser, el resultado serían temas como Sad Waters, Palaces of Montezuma o The Mercy Seeds, presentadas como temas completamente nuevos, reinventados de una forma inesperada, uno podría jurar que es otro tema y no las versiones originales que ya habíamos escuchado.
Podríamos señalar que Cave retoma su original forma vampírica, para presentarnos un disco, que me recuerda mucho el Fragments of a Rainy Season, de John Cale, quien sin duda, es claro predecesor de Cave, aunque aquí no escuchamos fragmentos, sino piezas monumentales, no para una temporada de lluvia, sino para una temporada de soledad y angustia, para aislarnos en la cueva de Bocaccio mientras transcurre la pandemia, algunos crean historias, otros las escuchamos mientras Cave las canta, diría Ryan Holiday en su más reciente libro, La Quietud es la Clave, y precisamente, esa es la clave en que cada uno de los temas de Cave están compuestos, la idea es que ante el posible fin del mundo, desapareciéramos con un susurro angustiante y fantasmal, en lugar de con un estallido brutal y violento.