Cobra Kai, Una Nueva Temporada
Por: Rolando J. Vivas
La primer temporada de Cobra Kai, serie que iniciaría en You Tube antes de ser adquiridos los derechos por Netflix, presentó un planteamiento muy interesante y hasta podríamos decir “novedoso”, en donde de forma convergente encontramos ideas bastante atractivas, primero, la oportunidad de conocer el “otro lado” de la historia, más de 30 años después, lo que había sucedido con William Zabka, “el verdadero Karate Kid”, no olvidar que el personaje de Zabka, Johnny Lawrence, era un chico que desde muy joven, ve cambiar su vida gracias al descubrimiento del karate, lo cual no sucede con el personaje de Ralph Macchio, Daniel LaRusso, quien podríamos decir es un “arribista” que conoce el karate a una edad más avanzada, para efectos de Cobra Kai, podemos ver que la vida de Lawrence se ha venido abajo, intercambiando tendencias con LaRusso, convertido en un exitoso hombre de negocios local en Los Angeles, aquí llama la atención cómo el instrumento de seguridad de la infancia de Lawrence se convierte en su perdición, y el instrumento de salvación de LaRusso en su adolescencia se convertiría en la base de su éxito ya cómo adulto, hay una especie de transmutación de roles, a partir de que Daniel LaRusso gana (con una patada ilegal) el torneo de karate, bajo la tutela del señor Miyagi.
Así, Johnny Lawrence se convierte en una especie de Charles Bukowski, o John Fante de Los Angeles, un perdedor, que va de uno a otro empleo miserable, viviendo en lugares sórdidos, con una familia perdida y con una afición por la cerveza, mostrándonos poco a poco a profundidad un personaje que en su momento no conocimos y que Zabka parece haber trabajado por años, tal vez entusiasmado por el papel, y un tanto “atrapado” en él, cómo es posible observar en varios momentos de la poco visible carrera posterior de Zabka, así, la primer temporada de Cobra Kai, avanzó de forma exitosa gracias a la habilidad de Zabka para conectar a su “perdedor” con la audiencia, haciendo casi entrañable a un “villano” de hace más de tres décadas, dándonos a conocer la “visión de los perdedores” y un punto de vista muy diferente al que conocíamos, a la vez que comienza una extraña adaptación el personaje a la época actual (conociendo las computadoras, el Internet y Facebook), uno pudiera incluso pensar en algo así como el Rashamon de Kurosawa, si tan sólo el fantasma del señor Miyagi se atreviera a aparecer en algún momento, aunque cabe señalar que la serie se extravía bastante en la segunda temporada, con una intrincada historia juvenil de romances y patadas, que acaba casi descarrilando la serie, aunque salvada por la nostalgia, por el éxito posterior y por la obsesión de Netflix con los 80s, apuntalada por series como Stranger Things, The Americans o G.L.O.W., y con la revelación de la ex chica Disney, Peyton List, y su interpretación de una desalmada (o desquiciada) psicópata karateca.

Para la tercer temporada, el Rashamon del Karate Kid, se complementa con la visión de John Kreese, el maestro “sensei” de Johnny Lawrence, quien se convierte una vez más (30 años después), en un villano más temible que en el pasado, con una historia que no hace más agradable a Kreese (y que funciona con unos “flashbacks” que ya empiezan a convertirse en un recurso muy cansado, si consideramos que series como Orange is the New Black, se encumbraron gracias al uso constante de éste recurso) pero que en parte trata de explicar, no de una manera muy exitosa, los orígenes de la crueldad de éste sensei, al tiempo que reaparece el antiguo amor de Lawrence y LaRusso, en el personaje de Ali Mills, que fuera interpretado por la nominada al Oscar, Elizabeth Shue, evento que no deja de ser un mero gancho, al tiempo que el personaje de Shue apenas sale en unas cuantas escenas de la temporada, la cual finaliza con una desafortunada fusión de los “dojos” de LaRusso y Lawrence, listos para la batalla final con el brutal Cobra Kai de Kreese.
Al final, no se puede negar que Cobra Kai es un ejercicio de mera nostalgia y explotación, con ideas bien sazonadas que tardaron décadas en conjuntarse y salir a la luz, y que por una cuestión de suerte, alcanzó un éxito tardío y un rescate por parte de Netflix, nos pudimos quedar con la temporada 1 de ésta serie, pudimos olvidarnos de la temporada 2, y aunque la 3, no resultó al nivel de la 1, ya no quedan muchas sorpresas que traer del pasado para la temporada siguiente, yo me quedaría con la primera temporada y el video de los No More Kings, que parecería algo que ya profetizaba el futuro de éste “spin off”, uno que empezó de forma contundente y ahora parecería ir alienándose con esos “spin offs” que uno preferiría se hubiera mantenido menos ambiciosos.