Les Voy a Contar Una Historia

Por: Rolando J. Vivas

Les voy a contar una historia, tal vez no tenga un gran significado para muchos, a mi simplemente me viene a la cabeza seguido, y me hace pensar en muchas cosas, en aquél entonces tenía yo unos 22 años, apenas graduado, estamos hablando de hace ya más de dos décadas, y yo estaba buscando trabajo, y no tenía un auto, así que me movía por lo general en taxi, en aquél entonces los CV los hacías llegar a las empresas por fax (hace poco, caminando por el trabajo, íbamos con dos colaboradores míos, mucho muy jóvenes, y nos encontramos un viejo fax tirado en la basura, les pregunté si sabían lo que era y no supieron, les conté, que cuando empecé a trabajar como Comprador, cómo ellos hacen ahora, las Ordenes de Compras las enviaba por fax), aunque ya muchos teníamos correo electrónico desde la escuela, en las empresas, aún no era de uso general, así que ibas con tu CV impreso a una papelería que tuviera fax y de ahí lo enviabas a la empresa, en aquel entonces me llamaron (al teléfono de mis casa, por cierto, ya que aún no había teléfonos móviles) y me programaron una cita, el lugar estaba en una ciudad aledaña a Monterrey, en aquél tiempo por la Avenida Miguel Alemán, en la que en aquel entonces estaba casi desierta, sin casas, sin empresas y sin negocios.

Recuerdo que llegamos varios candidatos, y entregamos nuestro CV, nos pasaron a una sala y ¡Sorpresa! Nos pusieron un grupo de exámenes además de los acostumbrados psicométricos, no recuerdo exactamente para qué era el puesto, pero pienso que era para algo de ventas, ya que hicieron dinámicas de cuando está uno con un cliente, etcétera, así que la verdad, consideré que no me iría tan bien, ya que no contaba en aquél entonces con experiencia profesional muy extensa, sólo un trabajo más o menos formal que había tenido en mi último semestre de estudio, debí pasar unas tres horas con aquellas pruebas y durante el proceso empecé a platicar con otro de los candidatos y hubo una cierta confianza entre ambos y platicamos sobre cómo nos estaba yendo en aquél proceso, finalmente, tuvimos cada uno una entrevista con una persona, ceo que era un gerente o algo así, y recuerdo que me pregunto sobre mi experiencia, la cual obviamente le informé era muy poca, me platicó por mis aficiones, que en aquél entonces eran la música, los libros y el gimnasio, además de algo de box que practicaba en aquel entonces, en eso último, reconozco que era un principiante, al parecer el tipo sabía algo de box y me dijo que, muy astutamente, según él, “no creo que seas un buen boxeador, porque no tienes los nudillos chatos”, pues no, no los tenía y no los tengo, y tampoco era un boxeador veterano, así que siento que el tipo sólo quiso aparentar conocerme más allá de mis palabras.

Salí de aquél proceso bastante cansado, abatido y con la preocupación de cómo me iría a casa, al final se despidió de mí un tipo muy amable de la empresa, que aunque sabía claramente que yo era un candidato no apto para el puesto, me dijo que me animara y que no perdiera la esperanza, en aquellos momentos se vino una lluvia tremenda, espantosa, y prácticamente nos sacaron de aquella oficina y la cerraron, así que los que no teníamos auto nos tocó caminar bajo la lluvia hasta la salida de aquél lugar, para llegar a la avenida, no tenía ni idea de cómo me iría a casa, porqué la lluvia era intensa y en aquél lugar, entonces, no pasaban muchos autos, menos taxis, casi llegando a la caseta para salir de aquella empresa, el otro candidato con el que había platicado, estaba a punto de salir en su auto, bajó la ventanilla y me ofreció darme un aventón, debo agradecerle infinitamente a aquél tipo porqué se mostró en extremo amable, y a pesar de las espantosas condiciones para conducir, me llevo hasta mi casa, sin conocerme, sin vivir por mi rumbo y nunca más lo volvía a ver, en varias ocasiones, cuando no tenía auto y la lluvia aparecía de forma amenazadora, por alguna razón siempre aparecía alguien, por lo general desconocido, que se ofrecía a darme un aventón, por increíble que pudiera parecer.

Al que si volví a ver fue al que me dijo que no perdiera la esperanza, pero eso fue unos 5 años más tarde, en otra empresa, él trabajaba como consultor y yo estaba en el área de logística, yo si me acordaba de él, aunque el obviamente no, dejé ese trabajo unos años más tarde y muchos años después, tal vez una década posterior, cuando ya trabajaba yo en Compras, él era el gerente de ventas de esa empresa a dónde había ido a la entrevista, y solía acompañar al vendedor que me atendía, tampoco se acordaba de mí, pero yo de él sí, no me dieron el trabajo, en el que me encontré con él la primera vez, pero ahora negociábamos acuerdo comerciales, esto me pasó varias veces, así de increíbles vueltas da la vida, uno de mis antiguos empleadores que era brutalmente estricto, se volvió uno de mis proveedores y entonces fue extremadamente amable, otro gerente que me invitó a una de sus juntas, al tiempo que me entrevistaba para un puesto que no obtuve, se mostró como un rey, dando indicaciones de forma voluntariosa a sus colaboradores, dejándome impresionado de como daba órdenes casi de forma militar, después, en otro trabajo que tuve de compras, él resultó ser proveedor mío, y otra vez, tuve la suerte de negociar con él de iguales, después la empresa en dónde él trabajaba quebró, y supo que tuvo muchos problemas con el alcohol, muchos años más tarde, me lo encontré como agente de bienes raíces, cuando mi esposa y yo buscábamos casa, poco o nada quedaba de aquel feroz rey que daba órdenes de forma implacable.

Hoy en día, cuando buscamos trabajo, aplicamos para alguna vacante o enviamos un CV, es poco común que recibamos alguna respuesta si no hay interés, nada sigue del clásico “nosotros le hablamos”, si no eres el candidato idóneo, pero debo mencionar, que un día, como 10 años después de esa entrevista de trabajo en la Avenida Miguel Alemán, llegó una carta a casa de mis padres, era un sobre grande color beige y me llamó la atención que la carta viniera de esa empresa, abrí el sobre y venia una carta escrita a máquina dándome las gracias por haber participado en aquel proceso, en aquellos exámenes, y que desafortunadamente, no había sido elegido, sabemos que el servicio postal en el país, no es el adecuado, en alguna ocasión habló a mi casa un empleado de correos para ofrecerme llevar a mi casa un paquete a cambio de una “compensación”, el paquete provenía de China y yo tenía meses que lo había dado por perdido, en alguna ocasión me contó mi esposa que había ido a una oficina de correos y había un cuarto con una enorme cantidad de paquetes abandonados que no se habían entregado.

Al final, aquella carta terminó removiendo algo dentro de mí, me recordó quien había sido yo, y me hizo sentirme inmensamente feliz de ser en lo que me había convertido, y aunque hoy en día, las cosas son diferentes, y existe el correo electrónico para comunicarnos de forma más ágil, las empresas ya no le dan las gracias a los candidatos cuando envían un CV, cuando se postulan, cuando aplican para una vacante o cuando participan en un proceso de selección, sólo hay un lamentable y frío silencio, al parecer estábamos mejor cuando las cartas tardaban años en llegar.                 

Advertisement