Por: Rolando J. Vivas

Si recordamos el inmortal cómic de 1986, concebido por el genio del género, Alan Moore, The Watchmen, la idea de una amenaza global aplicada a la humanidad, se convertía en el plan maestro para terminar la Guerra Fría y buscar la fraternidad entre las naciones, y una perdurable paz utópica, la idea no era algo nuevo, había sido propuesta ya en el mundo de la televisión en los 60s, en un episodio llamado “the architects of fear”, brutal y que vale la pena conocerlo, la idea también fue pronunciada a inicios del siglo 21 por el economista y premio Nobel, Paul Krugman, por eso no debemos darnos siempre de alguien con un premio Nobel, quien planteaba que una invasión alienígena podría ser la solución a la crisis económica, a Krugman lo conocí hace unos 5 años cuando vino a Monterrey a dar una conferencia, no es precisamente la figura brillante que uno esperaría, y su presentación consistió en unas cuantas láminas de Powerpoint nada excepcionales, aún así, no puedo negar que hace unos años, era una delicia leerlo en el New York Times, más por un tema de entretenimiento, que por un tema de conocimiento.

Para aquellos que defendían esa medida extrema de la amenaza global, que quede claro que tal fenómeno se ha manifestado a partir de finales del 2019 en la forma de una pandemia y de un virus, el COVID, que para nada ha evocado la unión de las naciones para combatir el mal amenazante de la existencia humana, por el contrario, cada país ha buscado la manera de salir adelante bajo sus propios medios,algunos de ellos sacando clara ventaja de la desgracia de los demás, mientras los grandes laboratorios han recordado el espíritu de Adam Smith, convirtiendo la ambición en su principal motor, para salvar a la humanidad, y de paso ganar unos cuantos miles de millones de dólares, aún así, la situación no ha dejado de ser compleja, ni parece que se vaya a poder resolver antes del primer semestre del 2021, y aunque tal vez las naciones más ricas del planeta, puedan usar su poderío económico para acaparar la mayor cantidad de vacunas (vimos un claro ejemplo de ésto con la escasez inicial de mascarillas KN95 al inicio de la pandemia, el acaparamiento que hicieron varios países, el desabasto provocado y el sobreprecio generado), no hay que olvidar que en éste mundo globalizado, dependemos unos de otros en cadenas globales de comercio y producción, que de no ser puestas en marcha a la par, difícilmente podrían funcionar como antes de la pandemia.

Así, llegamos a una nueva era de la “Vacunación Nacionalista”, en la que cada país ejercerá su poderío para la mayor obtención de vacunas posibles para sus ciudadanos, misión que será más sencilla para algunos países, y terriblemente imposible para muchos otros, así, una nueva era de desigualdad económica incrementará su presencia en el planeta, al tiempo que para los países pobres el conseguir la vacuna será algo inalcanzable, y no podrán reactivar sus economías, en algo que sin duda les impactará y retrasará aún más sus metas de crecimiento, no será muy difícil pensar en que países como los EEUU (quienes ya acaparan gran parte de la producción de Moderna, Pfizer y AstraZeneca), la Unión Europea, China y Japón aprovecharán la oportunidad para acaparar vacunas y darle ya un buen empujón a su economía, mientras que países de América Latina y de África, iniciarán una nueva década posiblemente perdida, lo que los países más pudientes del mundo, deberán entender al final, es que sin la mano de obra intensiva de los países en desarrollo, difícilmente se podrá a echar a andar la economía en el mundo a niveles previos a la pandemia, así que a pesar de sus intereses nacionalistas, la realidad los alcanzará y en algún momento tendrán que empezar a considerar ser generosos con otros menos afortunados.
LO QUE LA MEDICINA NO DEBERÍA SER
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El mercado farmacéutico mueve unos 200.000 millones de dólares al año. Un monto superior a las ganancias que brindan la venta de armas. Por cada dólar invertido en la fabricación de un medicamento se obtienen mil en el mercado. Este mercado, además, es uno de los más monopolizados del planeta, ya que sólo 25 corporaciones copan el 50 por ciento del total de ventas.
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