Por: Rolando J. Vivas

Quien intenta hacerse del poder absoluto, tiene tres tareas claras y primarias por realizar, apoderarse del poder ejecutivo, del legislativo, y del judicial. Si al día de hoy, hay un presidente en plena complicidad abierta con las cámaras de representación, el camino a seguir es la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

El largo sinuoso camino hacia la consolidación de la democracia,  comienza a convertirse en una película de terror, cuando uno o dos de estos poderes, trata de adueñarse de los demás, y cuando la sociedad deja de vigilar, pensando que si participación en la democracia se trata solo de votar.

La democracia es frágil y por eso debe ser fomentada y vigilada por todos y en todo momento, de otra forma, los destructores de la democracia aplican fórmulas que ya han utilizado en otros países para destruir el sistema justo enfrente de nuestros ojos.

Mucho dependerá, claro, de la pericia de los verdugos de la democracia, para que el plan se lleve a cabo, y mucho dependerá de las convicciones de la sociedad y de cada una de las instituciones,  para permitir que ésto suceda.

Dos años más de gestión, es el regalo que pareciera querer darle el poder ejecutivo y legislativo, al actual presidente del poder judicial, un regalo que va en contra de la constitución, y que nuevamente apunta a intentos de consolidar un método para extender periodos.

Una estrategia que incluso parecería opacar al mismo Maquiavelo, y que parece más salida de la clásica novela El Padrino (que lamentablemente se ha convertido en el manual político por excelencia de nuestros tiempos), del escritor Mario Puzo, “una oferta que no podrá rechazar”, parece ser la naturaleza de éste soborno a la vista de todos, ofrecido al poder judicial, una “manzana envenenada” que vulnera toda legalidad y que peor aún,  amenaza con “legalizar la ilegalidad”.

Recuerdo que hace unos años, el llamado Pacto por México, realizado entre los principales partidos políticos del país, fue visto por un lado, como una forma de sacar al país de la inmovilidad política en que se hallaba, por otro, como una descarada complicidad para ejercer un proyecto que aparentemente vulneraba al país.

Hoy, esta propuesta de llevar a cabo un nuevo pacto entre los tres poderes, podrá ser visto por unos, como una manera de avanzar la agenda judicial en el país, para otros, será un atentado más para destruir la autonomía de las instituciones y establecer una complicidad nefasta entre los tres poderes, con miras a un proyecto autoritario en perjuicio de la democracia y la autonomía.

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