Por: Rolando J. Vivas

La carrera del productor Rick Rubin comenzó en el mundo del hip hop, atrincherado en la consola de sonido de discos a cargo de LL Cool J, los Beastie Boys, Run DMC y los Public Enemy. Rubin se convertiría en una extraña leyenda por su piel blanca y su barba larga, como si el también legendario y mítico Alan Moore se hubiera puesto a producir bandas de hip hop. Rubin distraía por mucho de ser la persona correcta para producir un disco de rock. Quizá menos para producir un disco de música tan extrema. Reign in Blood de 1986 se convertiría en todo un clásico de la música extrema y del ya notorio Thrash Metal. Esa sería la inducción de Rubin al mundo del heavy metal, vaya manera de entrar por la puerta grande. Rubin había redefinido de ésta manera el sonido de la banda, que ahora era claro y preciso. Y también letal.

Las intenciones de Rubin con el heavy metal iban más allá del Thrash Metal, y aunque Reign in Blood había sido un éxito rotundo, Rubin ambicionaba desesperadamente ir más allá. Para Rubin era imperativo crear la banda perfecta de heavy metal. Para lograrlo, Rubin escuchaba de forma obsesiva discos de AC/DC, Led Zeppelin y The Doors. Rubin sabía que entre esas bandas se podrá obtener el sonido para la mejor banda y el mejor disco de heavy metal de la historia. Ahora la tarea importante sería la de encontrar músicos dispuestos a ponerse en sus manos para ser moldeados en lo que sería la banda perfecta de heavy metal.

Me pregunto si los The Cult, una banda de rock gótico y post punk sabían lo que hacían cuando buscaron al productor de Slayer y de varios discos de hip hop para producir su siguiente disco. Ian Astbury, vocalista y líder de la banda posiblemente se había entusiasmado con Rubin por su extenso y muy variado conocimiento musical. Después de todo, Astbury sería más adelante el creador conceptual del Gathering of the Tribes, un evento musical masivo a inicios de los 90s que incluiría a Soundgarden, Ice T  Queen Latifah, Iggy Pop, los Cramps y Joan Baez, entre otros. La Gathering sería vista como el precursor del mucho más famoso y conocido festival de música Lollapalooza.

Electric,  producido en 1987 por Rubin, sería la reinvención del sonido de The Cult. La banda ahora convertida en una máquina de hard rock, escupía poderosos y afilados riffs de guitarra inspirados en el Back in Black, sumados a una sección rítmica extraída directamente del Highway to Hell, esto mientras el vocalista Ian Astbury aparecía como un personaje poseído por el espíritu de Jim Morrison y de Robert Plant de los Led Zeppelin. De alguna forma Rubin había encontrado momentáneamente su banda perfecta de heavy metal. Tal vez la obsesión de los The Cult con Led Zeppelin crecería tanto que la banda haría a un lado a Rubin, para buscar trabajar con Bob Rock, quien había producido un disco para la banda Kingdom Come, quienes habían conseguido reproducir ese sonido característico de Page y Plant.

Una vez más, Rubin buscaría crear una nueva banda perfecta de heavy metal, una vez más Rubin buscaría en el underground y en el post punk para encontrar la materia prima adecuada. El ahora ya reconocido productor fijaría su mirada en una banda que le señalaría el bajista de Metallica, Cliff Burton unos años atrás. La banda respondía al nombre de Samhain y era liderada por el ex vocalista de los legendarios Misfits, Glenn Danzig. Poco o nada se parecerían los Samhain a la banda de los sueños de Rubin. Aunque en Danzig, Rubin parecía haber encontrado a su vocalista ideal. Una especie de Jim Morrison que amaba los sonidos estridentes de guitarra y escribía extraordinarias y extravagantes canciones oscuras.

Para 1988, los Samhain se habían transformado. Años atrás Rubin los había encontrado en sus últimos momentos y Glenn Danzig ya buscaba un nuevo vehículo para sus composiciones. El nombre de la banda fue cambiado y llegaron un nuevo baterista y un nuevo guitarrista. El sonido de la banda era ahora más claro, los ritmos más simples y las guitarras más estridentes. El resultado era el sonido clásico del rock n roll ejecutado a volumen máximo. Parecería que al final, Rubin había logrado crear la banda perfecta de heavy metal, con “Morrison al frente de los AC/DC”.

El debut de la banda en disco del año 1988, sería un disco confuso para muchos de los seguidores de Glenn Danzig. El punk rock había desaparecido en su totalidad del sonido de la banda, también el post punk de los Samhain. En su lugar aparecía la voz más fuerte y clara que nunca de Danzig, los ritmos básicos de la sección rítmica y guitarras duras y descarnadas. Sin duda Glenn y Rubin habían creado un nuevo sonido peculiar que había logrado enganchar a muchos. Danzig tenía la experiencia suficiente para actuar al lado de poderosas bandas como Slayer y Metallica, y a la vez poseía la flexibilidad y la audacia suficiente para compartir escenarios con bandas como Faith No More y los Soundgarden.

Rubin fungía como productor de la banda, al tiempo que Glenn se adueñaba del grupo que ahora ostentaba su apellido. El primer disco quedo un poco a deber en temas de distorsión, tema que sería superado con creces para el disco siguiente. El también clásico Lucifuge. John Christ, guitarrista de la banda se encargaría a partir de entonces de hacer rugir su guitarra como verdadero león. Danzig también utilizaría su nueva libertad y mayor confianza introduciendo nuevos elementos aun más radicales. Glenn no solo quería convertirse en un compositor genuino y reconocido. Glenn ambicionaba canalizar las voces clásicas del rock n roll, Elvis Presley, Johnny Cash y Roy Orbison.

Danzig la banda seguiría cosechando éxito, sus seguidores en incremento, vendrían un par de de discos más y la naturaleza experimental de Glenn auyentaría a Rubin, quien intentaría una vez más encontrar su banda perfecta de rock, esta vez con un conjunto británico, una vez más, los Wolsfbane, una curiosa mezcla de Van Halen y los Iron Maiden con un disco debut producido por Rubin que vale la pena escuchar. A partir de allí, parecería que Rubin finalmente se cansaría del rock n roll y del heavy metal, establecería una relación artística con los Red Hot Chilli Peppers, y una vez más regresaría a habitar las fronteras entre el rock y el hip hop. También Rubin se convertiría en una especie de “coach” para bandas que buscaban regresar a su raíces, como Metallica, Johnny Cash, sus admirados Flipper, Tom Petty, Kanye West,  Neil Diamond, Donovan, Poison, The Strokes o los Black Sabbath entre otros. Esto además de producir un disco para sus adorados AC/DC que debió ser un hit, pero resultó un tropiezo.

De Rubin nos podemos quedar con su tremendamente diversa visión original, su obsesión con sonidos que iban más allá de un sólo género, con su extraordinario sentido musical que lo llevó a conjugar un vasto universo de sonido que igual incluía la agresión de unos Public Enemy y de Slayer, la aventurada conjunción del hip hop de y del rock con los Beastie Boys, Aerosmith y Run DMC y su audaz manejo de elementos clásicos del rock al producir bandas como The Cult, Danzig y Wolfsbane. Eso sin dejar fuera su trabajo como “coach” de esas bandas que buscaban recuperar su “esencia” perdida que encontraron en Rubin a todo un “gurú”. Eso y su supremo acto de resurrección  y reinvención de la carrera del monumental Johnny Cash.

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