
Por: Rolando J. Vivas
“Es sólo hasta que has perdido todo, que eres libre para hacer lo que sea.”
Chuck Palahniuk
De niño en los 80s quería ser Frank Miller. Era un gran fan de su trabajo en Daredevil, un cómic bastante oscuro y marginal de la Marvel. Miller no sólo era el dibujante del cómic, también se había vuelto su escritor. Pienso que pocos se aplican de ésta forma en los cómics. Miller hizo del viejo y cuadrado Daredevil un clásico y lo llevó a un nivel de madurez artística poco antes vista en el mundo de los cómics, imprimiéndole un estilo propio que se convertiría en gran influencia para muchos. Solía dibujar por las tardes, no era un gran dibujante, pero a diferencia de mis amigos que eran genios para dibujar y copiaban los cómics de Spider Man a la perfección, Yo los dibujaba repletos de sombras y conformas escandalosas copiando el estilo “noir” de Miller. Pero no sólo eso, también creaba personajes y escribía las historias. Tal vez no fui el mejor dibujante, aunque hubo cosas que dibujé de las que me sentía muy orgulloso, había creado un estilo diferente de lo que los demás dibujaban, con mucha influencia de Miller claro, y además me había iniciado en el el arte de contar historias. Algo que sigo haciendo y que me sigue apasionando. Miller iría más allá de Daredevil. Reinventaría a Batman, lo volvería una criatura oscura y violenta. De ahí pasaría a convertirse en amo y maestro de la novela gráfica con los clásicos Sin City y 300, imposible pensar hoy en día sobre novelas gráficas sin considerar Frank Miller.
De adolescente quería ser Lou Reed, llevaba lentes oscuros en todo momento camisetas negras. Mientras algunos hablaban de punk rock, yo adoraba el proto punk y escuchaba fervientemente los discos de los Velvet Underground. Mientras unos manifestaban que los Doors era la mejor banda del mundo, yo me reía de lo minúsculo que era Jim Morrison frente a la genialidad de Reed. Paul Stanley de Kiss quería ser Lou Reed. Llevaba el pelo alborotado como Lou y se había diseñado el maquillaje y el atuendo del StarChild inspirándose en Lou Reed cuando era el llamado “Fantasma del Rock” a inicios de los 70s. Toqué la guitarra y escribí cientos de canciones, hacía letras para las canciones que componían algunos amigos. Llegué a grabar algunas cosas, pero el estilo de tocar la guitarra de Lou con los Velvets y su estilo de cantar no iba mucho con lo que se hacía en los 90s. La influencia de Lou se volvería monstruosamente trascendente cuando bandas como U2, REM y los Strokes más tarde, se declararían fans incondicionales de Reed. Casi al final de su vida, Lou Reed se atrevería a grabar con. Metallica como banda de soporte. Algo tan radical que muy pocos músicos se atreverían a hacerlo. Lou pensaba mucho como Ekhart Tolle. Para Lou el pasado ya no existía y el futuro no le importaba, para Lou sólo había el hoy y el ahora.
Dorian Yates había iniciado su entrenamiento con pesas en un centro de detención juvenil. Su vida como punk en las calles de Birmingham en el Reino Unido a los 18 años lo habían puesto en una situación difícil. Por su edad era ya casi un adulto y de seguir así podía terminar en una prisión. Decidido a cambiar su vida, Yates se introdujo en el mundo de las pesas para disciplinarse. Tres años después Yates ya se encontraba compitiendo y en camino a convertirse en uno de los más grandes fiscoconstructivistas de la historia. En su época seria sólo superado por Arnold Schwarzenegger y Lee Haney. Yates conquistaría 6 veces el título antes de retirarse. Yates sería una completa inspiración y una influencia muy grande cuando decidí iniciar mi entrenamiento en un gimnasio a los 18 años. Su estilo de entrenamiento de alta intensidad inspirado en el “heavy duty” de Mike Mentzer me ayudó a ganar músculo y ganar fuerza bastante rápido, algo Tommy sencillo para alguien tan delgado como yo lo era en aquél entonces. Pero la lección más grande de Yates fue la disciplina. Más de 20 años después sigo entrenando a diario con pesos pesados. Igual que a Yates, no me agradan mucho los gimnasios modernos o de mucho lujo. En algún tiempo entrené en un gimnasio sin ventanas y en otra ocasión en uno que nunca tuvo agua caliente en las regaderas. Ir a entrenar en invierno era un verdadero acto de disciplina a prueba de balas. Con Dorian no se trataba sólo de entrenar la fuerza física, también la fuerza mental. Ese es el aspecto más importante del entrenamiento con pesas.
A los 22 años leí Fight Club de Chuck Palahniuk y una vez más mi vida dio un giro. Palahniuk escribía en un estilo totalmente minimalista y abrasivo. Como un Hemingway rabioso, iba más allá de la brutalidad de Charles Bukowski. Y era aún más moderno e inmediato que Bret Easton Ellis. Me enamoré de Fight Club aún antes de que el director David Fincher hiciera la película. El libro es un millón de veces mejor que la película. Influido por Palahniuk empecé a usar su estilo minimalista. Había vuelto a escribir como antes. Aunque escribía principalmente sobre música o pequeñas historias. Nunca en plan de hacer una novela o algo así. Palahniuk despertó en mi nuevamente el deseo de escribir. De hacerlo sin contemplar límites, y de hacerlo de una forma inmediata, sin mucha parafernalia. Palahniuk también era un fiscoconstructivista. Su estremecedor estilo ponía a muchos en shock como John Waters hacia en los 60s y 70s. La conexión con lo que escribía Chuck fue inmediata. También tenía buenos gustos musicales y más allá de la novela escribía algunos artículos fenomenales. Pocos autores en aquél entonces hacían giras con fieles audiencias leyendo cuentos tan brutales y violentos como los de Chuck. Lo de Chuck sin duda iba más allá que sólo escribir. Te impactaba en muchos sentidos. Su escritura era algo trascendental y único.
Y bueno, tratándose de tener una visión, estar auto motivados, ser persistentes, pensar diferente y enfocados en los resultados, pilares de la influencia, no podría pensar en alguien que me pudiese influir hoy más en día que Steve Jobs. Hablo mucho sobre el “campo de distorsión” y cómo me ha ayudado en ocasiones a superar muchos obstáculos. A superar la frustración ante lo desconocido y inspirarme en lo imposible. Jobs sería el precursor de modernos visionarios como Elon Musk o Jeff Bezos. Un personaje persistente como pocos, capaz de levantarse y regresar más poderoso que nunca tras un fracaso. Cómo negociador, nadie sería tan increíble como él, y para ejemplo el como pudo persuadir a las 5 disqueras más grandes del mundo en los 90s, a compartir su visión sobre el futuro de la música, a entrarle al mundo de lo digital y a permitir compartir espacio con ellos en la iTunes y en los famosos iPods. Sólo Jobs pudo ser capaz de semejante hazaña en aquél tiempo, de llevarnos a todos a una nueva era. Llevando también a Apple a convertirse en un fenómeno innovador más allá de las computadoras, impactando los mundos de las computadoras, la telefonía, la música y el cine.
La clave al final es la influencia. A veces entre más te acercas a quien admiras, más te vuelves tu mismo.
Vaya historia, tantas referencias, tantos nombres
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Chuck Palahniuk no es precisamente uno de los mejores escritores, pero es cierto que gracias a él muchos retomaron el gusto por la lectura, Fight Club es un libro para cavernícolas, pero hizo que mucha gente volviera a leer
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Parece que lo hiciste otra vez, y parece que lo haces con mucha facilidad, dibujantes, escritores, pesistas, músicos y Steven Jobs
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No se quien es Dorian Yates, suena como todo un personaje
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Pues escribes como si no le tuvieras miedo a nada
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Lou Reed grabó un disco con Metallica, le gustaba provocar el odio de la gente
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Me sorprende mucho que cada post es mejor que el anterior, como cada escrito sube de calidad y se mejora el contenido
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Llegué aquí por casualidad y me encuentro un escrito muy personal y a la vez bastante universal, a quién admiramos en quién nos inpsiramos para ser nosotros mismos
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Oh, wao! Cuántos referentes
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