Por: Rolando J. Vivas

Empecé a escribir en línea, hace unos 20 años, escribía sobre lo que me interesaba, sobre lo que recordaba de mi adolescencia rodeado de revistas, libros, enciclopedias y discos. Escribía sobre música, libros, historia y cosas que me interesaban llamaban mucho la atención, escribía poco sobre mí. Tendría en aquel entonces poco más de 20 años, ¿A quién le podría interesar mi vida? Mi infancia fue poco común, algo solitaria, no sabría hasta más tarde que habían amigos imaginarios, eso pudo haber ayudado. Recordaba muchas cosas de mi niñez temprana, personas, casas, muchas de ellas no las alcanzaba a entender aún. De hecho, aún trato de entenderlas. En una ocasión, tal vez me quedé sin ideas y por alguna razón escribí sobre mi, fue un escrito largo sobre mi niñez. El escrito constaba de unas 6 partes. Empezaba con mis recuerdos más lejanos. Aún recuerdo estar en la guardería y ver como unos niños ponían pegamento a una silla en dónde después, sin darse cuenta, se sentaría una niña que usaba una falda o un short. Tengo el recuerdo fijo en mi mente de la piel estirada de sus piernas pegadas a la silla de madera. Me atrevería a decir que ese es uno de mis recuerdos más lejanos. El otro es el de estar sentado con mi madre en el hueco que más tarde sería la alacena, en casa de mis padres. Mi madre llevaba huevo cocidos en un recipiente de plástico. A esa casa nos cambiamos cuando yo tenía apenas 3 años. Dice mi papá que yo andaba en bicicleta a toda velocidad por los pasillos de aquella casa cuando aún estaba vacía. Debió ser algo así como Danny en su vehículo infantil pedaleando por los pasillos del Hotel Overlook en El Resplandor.

A medida que avanzaba en esos escritos que para mí eran algo muy personal y que probablemente causaría una gran indiferencia, por no decir aburrimiento, en mis entonces escasos lectores, algo realmente extraordinario e inesperado pasó que me dejó muy sorprendido. Los lectores empezaron a incrementar muy rápidamente. Había comentarios sobre lo que había escrito. Los lectores decían “escribe más por favor”. No sólo llegaban nuevos lectores en cantidades considerables, tal vez unos 200. También se atrevían a cruzar la línea y dejaban de ser lectores solamente. Opinaban, se relacionaban de alguna forma y pedían que continuara. El plan original era continuar hasta cierta etapa de mi infancia. Sin secretos y sacando a la luz ciertos detalles incómodos. Continúe no porque me lo pidieran, sino porque asi era el plan original, escribir parte de mi infancia hasta casi el final de la primaria. Ahí se incluían pasajes un tanto incómodos como aquél decepcionante regalo de Santa Clos, que al día de hoy no supero. Pienso que el paso de la infancia a la adolescencia fue difícil. Gran parte de lo que pensaba se transformó cuando pasé a secundaria.

Supongo que parte de lo que escribí tenía una atractivo morboso para muchos. No era que yo fuese un genio literario que hubiera sido descubierto súbitamente. La realidad es que había abierto una ventana a mi intimidad y había provocado una reacción de curiosidad clásica en el ser humano. La de saber más de la vida íntima de los demás. No lo disfruté definitivamente. Escribir de forma tan personal y desinhibida sobre mí mismo me costo bastante, tanto que lo dejé de hacer por años y aún me cuesta retomarlo. Debo de admitir que por la combinación de lo que sea, honestidad, transparencia, morbo, o invasión de la privacidad. Cómo quieran llamarle, desnudarte emocionalmente frente a los demás establece un poderoso lazo que va más allá de escribir ficción. Va directo a la persona. De ahí su peligroso y embrujante atractivo. Dirían algunos, “la gente quiere chisme, y entre más escandaloso, mejor”. La gente quiere “verte desnudo”, aunque no sepa quién eres. “La gente quiere el “pack”, quién seas o a qué te dediques sale sobrando. A la gente no le importan tus libros, le importa esa foto sorpresa que te tomaron sentado en la taza del sanitario con los pantalones abajo mientras leías. Eso es aún más extraño. Tal vez por eso, muchos artistas o políticos han visto su popularidad catapultada por las redes sociales, el internet o los reality shows. Algunos hasta lo harán intencionalmente para ganar simpatía. Boris Johnson, actual primer mostró del Reino Unido, es un nefasto populista, en su momento detestado por muchos. Aún así muchos piensan que es gracioso y simpático al tratar de abrir torpemente una sombrilla durante un funeral. ¿Querrán los ingleses a Mr. Bean como primer ministro? ¿Quién era Ozzy Osbourne antes de la serie de televisión Los Osbourne? Si, claro, Ozzy era una leyenda del heavy metal de los 70s y los 80s, pero para el año 2000, Ozzy no era nadie, era una figura del pasado, que en ocasiones publicaba discos cada vez menos interesantes a comparación de su pasado con los legendarios Black Sabbath.

Cuando se lanzó The Osbournes en el 2002, el pasado musical de Ozzy Osbourne se volvió prácticamente irrelevante¿Black Sabbath? ¿Satanismo? ¿Mordidas de Vampiro? ¿Alguien se acordaba de eso? Ver a Ozzy Osbourne como un padre bastante disfuncional y hasta torpe, (Una mezcla de Homero Simpson y Herman Munster) le sirvió a Ozzy para convertirse en una entrañable celebridad de la televisión, más allá de lo que jamás imaginó ser, nada que ver su pasado como músico oscuro, escandalosamente dañado por las drogas, que cantaba canciones sobre el satanismo y las drogas. La personalidad mediática había dejado atrás al músico. Lo mismo le pasaría más adelante en esa década al despiadado y oportunista hombre de negocios Donald Trump con El Aprendiz, o a la superficial “socialité” Kim Kardashian con Las Kardashian, la captura de casi cada momento de su día a día, incluso los detalles más íntimos, la descarada exposición de su vida íntima despertaría la curiosidad de muchos y se convertirían en celebridades monstruosamente populares de la noche a la mañana. La fama y reconocimiento obtenido por Trump en el programa, le facilitaría su ruta hacia la presidencia, una vez superada la sorpresa de su candidatura, y gracias a su experiencia en los medios, Trump se convirtió en una figura imparable durante la campaña presidencial. Seguro que Trump no era el mejor candidato, pero su exposición en los medios le hacía el candidato más conocido y popular en los EEUU, lo cual el día de las votaciones le puso al tú por tú con Hillary Clinton, tal vez la candidata mejor preparada en la historia de los EEUU. En el caso de Kim Kardashian, la exposición exagerada de su vida íntima le catapultó hacia una inmensa ola de popularidad, al grado que prácticamente todo lo que Kim promovía, se vendía por millones, las marcas que promocionaba ganaban millones de dólares, al grado que Kim se convertiría en una de las emprendedoras del internet más exitosas de la historia. Una figura que ganaría millones de dólares gracias a que pudo manejar la sobreexposición de su persona en el mundo del internet. Mucho se podrá decir y criticar de Kim Kardashian y la superficialidad de internet y los influencers, pero sin duda Kim tiene varias lecciones sobre negocios en Internet de las que muchos podríamos aprender bastante.

Parte de lo que se hablaba como fundamental a la hora de buscar conquistar internet, es no sólo la forma, sino también el fondo. Muchos se convirtieron en figuras públicas de la noche a la mañana, gracias a un blog, a un video en Youtube, o incluso a un “meme”, pero más allá de la popularidad efímera, no hubo nada más interesante que pudieran ofrecer en el mundo de internet, sobrecargado de información, en dónde así como se logra la fama de la noche a la mañana, así se puede perder cuando no hay un fondo, cuando no hay contenido y todo es un mero golpe de suerte, por el contrario, muchos que habían trabajado en un grupo de videos, como Salman Khan y su Khan Academy, cuando fueron expuestos al inmenso mundo de internet, tenían mucho que ofrecer y se convirtieron en fenómenos. No hay que ir más lejos de nuestro país, en dónde Yuya, una chica con videos sobre tips y consejos de belleza construyeron una respetable colección de videos, que cuando les llegó su turno, tuvieron algo valioso que ofrecer, y despegaron de forma impresionante, esa podía ser una de las lecciones más importantes en Internet, tener algo que ofrecer de valor cuando se llegue la gran oportunidad de ser expuestos ante la totalidad del ciberespacio. No es una lección nueva, de sobra sabemos que la suerte favorece a quien está realmente preparado, y que aunque nos saquemos la lotería, y llegue nuestra gran oportunidad, lo que fácil llega, fácil se va. Al final, muchos pensarán, y con razón, no se trata de buscar fama, se trata de encontrar nuestro propósito y poder expresarnos libremente, aunque sea ante unos cuantos. Muchas veces lo he señalado, mientras tenga un par de lectores, me siento bastante satisfecho. Por suerte el número de lectores va mucho más allá de un par. Que alguien se tome un par de minutos para hacer un comentario o una crítica, no deja de ser fabuloso.

En algún momento escribir novelas fue un gran anhelo, leia vorazmente las novelas de Gabriel Garcia Márquez, de Stephen King, de Isaac Asimov, de Ray Bradbury y de Mo Yan, a pesar de ésto, pensar en crear ficciones me resultaba un tanto incómodo, un tanto artificial si, no era algo que me viniera de forma natural, pero bueno, muchas veces lo he dicho, desde cierta ocasión en que me rebelé ante la vida y ante Dios, cada día se volvió una aventura, no dejaron de pasar cosas, una tras otra, cada día se presentaba como una nueva aventura, más intensa cada vez, a veces cómica, a veces trágica. La sucesión de eventos aún no para de suceder. La pandemia es algo que para muchos hubiese sido inimaginable hace un par de años. Para mi ha sido toda una aventura. Cambios en mi vida, situaciones inesperadas a las que prefería decir: “Bienvenidas, sean como sean”, tener una actitud positiva, estar seguro de que saldremos adelante y afrontar lo que sea. Si, a veces me tiro al suelo y lloro un poco. Si, siento mucho miedo en ocasiones, sólo que no dejo que me paralice. Por supuesto que me equivoco, y me equivoco mucho. Pero no me detengo, me sigo moviendo y uso mis errores para aprender y para hacer las cosas mejor la siguiente vez. Claro que me critican y me dicen a veces cosas de lo peor, pero la critica siempre es bienvenida, aprendo y me da el suficiente coraje para seguir avanzando. No me detengo, me sigo moviendo. Tal vez eso es lo más importante. Aprender, cambiar, rápido y seguir adelante. Lo he dicho muchas veces en forma de mis bizarras analogías, “Si la vida me da un golpe, yo le tengo que regresar dos”, “La vida es como el “Tetris”, haz lo mejor posible con lo que te va dando”, “Arma tus alas mientras vas cayendo”, “Si te empujan, jala, Si te jalan, empuja, no siempre oponerse es lo mejor”, “Prepárate para lo peor y espera lo mejor”, y “Siempre ten un Plan B, C, D, E y F”.

En algún momento fui a terapia, el tema de los sentimientos y las emociones no es algo que se me dé de forma natural. Me ha costado manejar las emociones, me ha costado mucho sentirme cómodo con ellas. Sigo sintiéndome incomodo, pero ahora me “siento cómodo con la incomodidad”. Admito que no todo es la inteligencia racional que todos tanto apreciamos. También está la inteligencia emocional y esa me ha costado trabajarla, pero me ha ido muy bien. Ir a terapia me ayudó con mi familia, me ayudó con mi trabajo. Es una herramienta que ayuda en la vida. Aunque escribir sobre mi aún me resulta complicado. Puedo escribir sobre muchas cosas, como ya se habrán dado cuenta. Mis intereses son muchos, o será que encuentro muchas cosas interesante en la vida. O será que leí demasiado a Mark Fisher y su trascendental blog K-Punk. Me fascina como se relacionan unas con otras aunque muchos no lo puedan percibir así. Escribir sobre uno mismo no siempre es fácil. Escribir las cosas así tal cual le pasan a uno, así tal cual las piensa, es un ejercicio difícil. Por lo menos para mi lo es. No sé para los demás. Pienso que puedo escribir sobre muchas cosas, pero escribir sobre mi me resulta pesado. Habrá quienes hablen de la ficción. Prefiero la no ficción, aunque ahora la no ficción es la nueva ficción, tal vez porque la no ficción supera de forma alucinante a la ficción. Basta recordar la tragedia de las Torres Gemelas hace 20 años, todo mientras escuchamos a William Basinski. ¿Alguien podría decir con certeza si las novelas de Michel Houellebecq son ficción o no ficción? Tal vez hoy puedan ser ficción, pero terminan convirtiéndose en no ficción. ¿Proféticas? Ya lo creo. William Gibson, quizá el más famoso escritor contemporáneo de ciencia ficción, reconoce lo cada vez más difícil que le resulta poder superar a la vida misma hoy en día con sus relatos de ficción. Su novela Reconocimiento de Patrones, precisamente, había tenido que ser reescrita luego del atentado de 11 de Septiembre del 2001. El mundo sobre el que Gibson escribía, dejó de existir luego de que el primer avión se estrellara en una de las Torres.

Cuando leí El Adversario, la novela más famosa del escritor Emmanuel Carrére quedé maravillado de cómo Carrére había encontrado la manera de ir desdibujando las líneas que dividen la ficción de la no ficción, su novela, historia, o reportaje basado en la bizarra vida del asesino Jean Claude Romand era más alucinante que cualquier ficción (Esto es algo que Werner Herzog sabe mejor que nadie, a veces sus documentales o historias sobre un personaje de la vida real resultan más alucinantes que cualquier novela que alguien pudiera imaginar). Y Carrére continuo con Limónov, una novela, historia, reportaje, ficción-no ficción sobre el ruso Eduard Limónov, héroe y villano, héroe o villano, decida usted, y que lo llevaría a historias como Una Novela Rusa y El Reino, que cada vez, de forma extraordinaria iban revelando de forma incluso escandalosa la intimidad propia de Carrére. Yoga, su novela más reciente, se dice que empezó como un pequeño escrito sobre la disciplina gimnastica-atlética, mezclada con meditación. Los hechos ocurridos durante la masacre en la oficinas de la revista Charlie Hebdo, y el quebranto mental y emocional de Carrére, lo llevarían a duras terapias físicas, e incluso a una demanda por parte de su ex esposa por revelar detalles incómodos de su relación. Así Carrére había encontrado una exitosa, escandalosa e innovadora forma de explotar al máximo esos momentos incomodísimos de su vida para volverlos una nueva forma de arte peligrosa, en la cual el autor explotaba sus propios quebrantos mentales para crear historias. Más quebrantos, más joyas literarias. Para algunos sonará maravilloso, para otros, es un calvario.

No podría cerrar ésto sin mencionar a uno de mis escritores favoritos, el noruego Karl Ove Knausgaard, escritor de seis libros monumentales titulados Mi Lucha, ya de entrada, Knausgaard ponía de nervios a más de uno con el título de su libro, una referencia obiva/ no obvia al Mein Kampf de Hitler. Aunque los seis libros de Knausgaard nada tenían que ver de inicio con el nazis, el titulo fue la ventana perfecta para llamar la atención del mundo entero. Lo demás sería las temerarias revelaciones de Knausgaard acerca de su infancia, sus padres, su familia y sus amigos, casi como aquél capítulo de Los Simpsons en que Homero empieza a revelar los secretos de sus conocidos en Springfield através de un blog, incluso los de su esposa, Así Knausgaard ganaba miles de lectores gracias a su provocativo estilo confesional. Esto le valdría problemas con sus familiares y demandas por parte de sus conocidos que eran expuestos sin tapujos en sus libros. Knausgaard construyó una exitosa carrera literaria al tiempo que destruía su propia vida durante el mismo proceso.

Lo que hizo Knausgaard en sus seis volúmenes de Mi Lucha, fue una hazaña épica, e inédita. Una autobiografía de un completo desconocido que capturó la mente no sólo de toda Noruega, también del mundo literario que se estremeció con un relato tan desinhibido sobre un “don nadie”, como no se había hecho antes. Knausgaard sorprendía a los lectores con un estilo que no requería necesariamente un historia lineal, sino que se iba formando meramente de los recuerdos diarios de Knausgaard sobre su vida. ¿No ficción? Sólo sabemos que es la realidad de acuerdo a la percepción de Knausgaard. Muy a pesar de que muchos de los involucrados fueron mencionados mencionados el libro con sus nombres reales y no estaba de acuerdo con la versión de Karl Ove. Al final, podríamos afirmar que Kim Kardashian y Karl Ove Knausgaard no son tan diferentes. Ambos adquirieron una fama impensada mediante la explotación descarada de su intimidad. Los detalles de nuestra vida personal a veces son más increíbles que cualquier novela contemporánea. Sigo pensando que la realidad es más alucinante e intoxicante que la ficción, por ejemplo, la aventura que empezó a suceder aquél día en que enojado le dije a Dios que estaba harto de en mi vida no pasara nada. Aquello que empezó con un despido, con la mujer de mi vida y la muerte de mi madre, y hoy, continua con una pandemia a nivel global cómo nunca antes vista, a la que aún le faltan más giros una vez que inicie su tercer y posible último año. No es fácil exponernos de ésta forma. Podríamos pensar que nuestras vidas nada tienen de interesante para los demás. Sin embargo, también sabemos que la realidad supera la ficción.