Por: Rolando J. Vivas

Dicen que lo realmente importante no son los planes, sino planear constantemente. Esperemos que esa filosofía prevalezca en el actual gobierno federal, en dónde parece que los planes siempre se les vienen abajo. El combate al robo de combustible, el rescate de Pemex, la apuesta por el petróleo, el programa de vacunación, el control de precios al gas, una refinería inundada, un tren selvático cada vez más costoso y un aeropuerto ineficiente. Ejemplos hay y habrán más. Sabemos que cuando la sumisión reemplaza al talento como el mecanismo de ir escalando en una organización, los resultados que surjan de ésta, no serán muy brillantes.

En décadas pasadas gobiernos anti democráticos como Cuba y Venezuela habían ganado influencia en Latinoamerica y el Caribe, creando redes clientelares en países pobres usando medicamentos y petróleo para comprar el silencio cómplice y no ser denunciados por sus atropellos en contra de los derechos humanos cometidos a los ciudadanos de sus países. Hoy financieramente hablando, ni Cuba, ni Venezuela parecen encontrarse en posición para ejercer esa influencia y ese poder en la región. El auge de las materias primas vivido hace más de una década ha menguado fuertemente, dejando al desnudo las ineficiencias de esos gobiernos.

Las posturas ideológicas de los gobiernos de la región han cambiado y durante éstos cambios, pareciera reinar la confusión y la desorganización. La escuela del marxismo, aún prevaleciente en el llamado Socialismo del Siglo XXI, dice que hay que sacar provecho a las crisis y a la desgracia para empujar cambios radicales, no por nada el presidente de México, al inicio de la pandemia, manifestaba lamentablemente que la pandemia le había venido “cómo anillo al dedo”. Una declaración pública por demás terrible, pero pero evidencia su formación. Aves de tempestad que se alimentan de la desgracia ajena.

En México vivimos una lamentable época en la que el gobierno festeja como logro propio el que mexicanos abandonen el país por falta de oportunidades y por ello aumenten las remesas, al tiempo que continúa siendo el “muro de Trump”, usando a la Guardia Nacional y al Instituto Nacional de Migración para contener violentamente a los migrantes que usan al país como ruta para llegar a los EEUU. Un gobierno que ha fallado en lo interno para lograr crecimiento y desarrollo, que busca exportar “su transformación”, y buscar crear una actualmente inexistente influencia y liderazgo en la región. Primero se destinaron fondos para crear programas de empleo en los vecinos países al sur, después se procuró obtener un sitio en el consejo de seguridad de la ONU, por último se donaron millones de vacunas a otros países de la región.

Aquí, cabe mencionar que, los programas de empleo en los países vecinos no han funcionado y las olas de migrantes siguen creciendo y llegando al país, el lugar en la ONU no deja de ser una posición simbólica por demás, al tiempo que ésta organización ha tenido una mediocre participación al organizar el combate al COVID, lo cual ha restado fuertemente su relevancia a nivel mundial. Hace unas semanas, se anunció la donación millones de vacunas a éstos países al sur de México ante la enorme incongruencia de un fracasado programa de vacunación en México que no ha podido completar el 100% de la cobertura de la primera dosis en el territorio nacional. China intentó una estrategia igual de exportar influencia con sus vacunas, el resultado fue un fracaso ante la poca efectividad de las vacunas y los rebrotes actuales, más fuertes que los iniciales.

Un nuevo intento del gobierno mexicano de exportar influencia se vivió la semana pasada, la convocatoria a reunión de los países de la CELAC, un intento de sacar de la jugada a la OEA, fuertemente financiada por los EEUU, e impulsar una nueva organización para reagrupar a los estados Latinoamericanos y del Caribe bajo el supuesto liderazgo de México y fuera de la influencia de los EEUU. La reunión puede describirse de muchas formas, menos un éxito. Países protagonistas de la región, como Brasil, Chile, Argentina, Colombia y Panamá no acudieron a la cita. Un rotundo rechazo a debilitar a la OEA y también un rechazo de los participantes, a permitir la participación de países con políticas anti democráticas como Cuba y Venezuela, así fuimos testigos de los fuertes reclamos de los presidentes de Uruguay, Paraguay y Ecuador a la presencia de mandatarios de países que han reprimido fuertemente a sus ciudadanos además de limitar sus derechos humanos y libertades.

Es importante resaltar aquí el destacado papel que un país pequeño como Uruguay sigue teniendo en América Latina, y la tradición democrática que se mantiene sumamente vital en aquél país. Liderazgos ejemplificados en personajes como José Mújica, Tabaré Vazquez y Luis Almagro por la izquierda, y ahora equilibrados por la estrella de la reunión, Luis Lacalle Pou de la derecha y actual presidente de la llamada “Suiza de Sudamérica”, que plantó frente a Nicolás Maduro y sostuvo la importancia de que la OEA siga con su papel principal principal la región. Un giro inesperado para el gobierno federal y gobiernos anti democráticos, que no esperaban que su reunión fuera un trampolín para la popularidad de Lacalle en la región. Seguramente muchos aún se estarán preguntando ¿Qué fue lo que pasó? Y cómo Lacalle usando estrofas de la canción Patria y Vida, tundió a Maduro y a Diaz Canel como no se lo esperaban.

La polarización que tanto disfruta el presidente en el país, se convirtió en un factor que su representante, el canciller Marcelo Ebrard no pudo controlar y el evento se le salió de las manos. Lamentable el poner en manos de Ebrard la construcción de un nuevo organismo internacional, cuando sabemos la incapacidad de Ebrard para construir proyectos. Su fallida Línea 12 aún está en la mente de muchos mexicanos. Ebrard no pido lograr acuerdos o consensos, pero si provocó una pésima imagen de México ante el mundo al invitar a dictadores como Diaz Canel y Nicolás Maduro, una suerte que no haya invitado a Daniel Ortega, que actualmente se ha dedicado a encarcelar opositores en Nicaragua.

La polarización, aunque muchos la han denunciado recientemente como una estrategia del gobierno federal, no es algo nuevo, siempre ha existido desde la la primera guerra mundial, la segunda, la guerra fría y la guerra de Vietnam. La división en bandos de la población en países siempre ha existido, probablemente, después de la desaparición de la URSS, disminuyó, pero después de la crisis global financiera del 2008, ha ido regresando poco a poco. No es sorpresa la enorme división y distanciamiento que existe entre los países Latinoamericanos, tampoco lo es la lucha interna entre países de la Unión Europea actualmente, por lo que el mal cálculo del gobierno mexicano, denota su falta de experiencia en eventos geopolíticos actuales.

La turbulencia política que han experimentado países como Brasil, Chile, Colombia, Cuba y Argentina, contrasta con los procesos democráticos que han acontecido en Uruguay, Paraguay, Ecuador, Panamá, Costa Rica y Perú. El tablero de posturas ideológicas en la región se ha ido moviendo de lado a lado y la danza de los equilibrios geopolíticos sigue aún sigue aún marcha, la incapacidad del gobierno mexicano para entender todo ésto se puso lamentablemente en evidencia en un momento en que no había certeza alguna para lanzar un proyecto así. Se arriesgó demasiado y se jugó con jugadores muy inexpertos. No nos sorprende la magnitud del fracaso y cómo se ha evidenciado el pobre poder de convocatoria del gobierno mexicano.

No nos sorprenda que al final, en un evento que buscaba crear una nueva organización para supuestamente desmarcarse de la influencia de los EEUU, al final se hable de solicitarle a los EEUU permitir participar a los países de la región región sus programas espaciales de viajes a la Luna o Marte. O que se lograran acuerdos de lucha contra el cambio climático, cuando en México se le ha vuelto a apostar fuertemente al carbón y al petróleo, dejando a un lado proyectos de energías limpias. Kafka estuvo en el México la semana pasada. Debió reírse mucho de ver Diaz Canel, presidente de Cuba, heredero de la dictadura Castrista, como invitado especial de la celebración de la independencia de México.

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