Por: Rolando J. Vivas

Vivimos en un mundo en el que por leyes físicas que actúan en constante oposición obtenemos una suerte de equilibrio un orden propio. Un muy delicado equilibro que hasta el factor más mínimo puede romper. Así pasamos fácilmente del orden al caos en cuestión de segundos. Podría resultar inverosímil pero las leyes de la física a también influyen en las leyes de los mercados, no por una “mano invisible” sino por mera física. Al entender una ley básica de la física podemos entender mejor lo que pasa en los mercados y en la economía en el mismo. Esa ley, es la ley de la causa y efecto. A toda acción, corresponde una reacción. En oriente le llaman karma y en occidente se le llama retribución. Algunos dirán que es obra de Dios, yo a Dios le llamo Naturaleza, y la naturaleza ha dispuesto precisamente eso a cada uno de los actos ocurridos entre los humanos, le suceden consecuencias. Podemos ignorar esa realidad, pero no vamos a poder ignorar las consecuencias. La oferta y la demanda que rigen a los mercados son básicamente causas y efectos poniéndose de manifiesto.

El fabuloso escritor Nassim Nicholas Taleb, un genio teórico, que levanta pesas y le encanta ofender a los estúpidos nombró a los llamados sucesos impredecibles “cisnes negros”, quien piensa que la pandemia del Covid es un cisne negro, es un idiota y debería ser insultado por Nassim. La moderna pandemia fue advertida por muchos, bastante tiempo antes de que sucediera. Bill Gates lo advirtió hace años. En México ya habíamos tenido un aviso hace unos 12 años. No se necesitaba ser un genio para saber que algo así pasaría tarde o temprano. Gates si es un genio y un maestro de la estrategia, un maestro del diagnóstico, el plan y la acción, un personaje con una visión que nos lleva por lo menos 10 años de adelanto, y por esa visión, otros muchos idiotas pensaron que el había ideado el virus hace 10 años. Lo bueno es que no se les ocurrió culpar a Julio Verne de la explosión del transbordador Challenger. Ahora no faltará quien culpe a los “chips” en las “vacunas de Bill Gates” por la actual escasez de éstos hoy en día. Nos encantan las explicaciones simples aunque sean falsas. Nos dan un cierto consuelo y sensación de control en medio de la incertidumbre.

El Covid es lo que se podría llamar un “rinoceronte gris”, estuvo ahí frente a nosotros todo el tiempo y no lo pudimos ver por nuestra miopía. Por nuestra falta de visión o simplemente porque no lo quisimos ver. Tampoco quisimos ver que concentrar gran parte de la producción del mundo en China, un lugar afectado comúnmente por éste tipo de brotes virales por los pocos cuidados sanitarios, implicaba un gran riesgo, la codicia nos cegó. A toda acción, corresponde una reacción. El virus surgió muy cerca deñ año nuevo chino, en dónde tiene lugar la mayor movilización de seres humanos en todo el mundo. En el centro de la China globalizada convertida en la “fábrica del mundo”. Una tormenta perfecta. El rinoceronte gris que no quisimos ver. El brote del Covid en China bien podría ser equiparado con su respectiva perspectiva, al desastre nuclear ocurrido Chernobil, errores humanos dentro de un régimen totalitario, negligencia y ocultamiento de la información propiciaron un evento de consecuencias a escala colosal. Sumerge a eso que varios dirigentes entre ellos Donald Trump y Jair Bolsonaro no quisieron ver lo que se venía y aún con casi dos meses de anticipación no quisieron hacer algo para preparar mejor la llegada de virus a América.

Primero, para frenar la propagación del virus, se confinó a gran parte de la población. La “fábrica del mundo” entró en paro. A la par, el consumo de inicio se frenó. Uno de los efectos que siguieron fue que millones de trabajadores y estudiantes se fueron a sus casas a tratar de adaptarse a la situación y a trabajar y a estudiar desde su casas. Lo mencioné varias veces ¿Qué hubiese pasado si la pandemia sucediera en épocas anteriores al internet? ¡Vaya suerte que tuvimos! Gracias a internet y a la tecnología pudimos seguir adelante en una “nueva normalidad. Lo que siguió fue una aparentemente inesperada monstruosa demanda de aparatos y equipos tecnológicos. Una sobredemanda de materias primas, principalmente metales y el consecuente aumento del valor de éstos. Causa y efecto, una suerte de caos desatado que poco a poco iba generando su propio orden. Mientras la demanda de equipos tecnológicos crecía rápidamente, las fábricas permanecían cerradas por temas de salud, después, cuando poco a poco pudieron abrir, la demanda fue demasiada. La producción tardó en recuperarse. Cuando lo hacía, la logística se complicaba y los puertos, hasta entonces también parados, se volvían un nuevo caos con la llegada masiva de materias primas y productos que no alcanzaban a entrar o salir.

Teléfonos móviles, computadoras de escritorio, laptops, tabletas, audífonos, bocinas, pantallas, teclados, escaners, copiadoras y equipos de vídeo conferencia eran demandados como las nuevas herramientas de trabajo en el hogar para enfrentar el nuevo orden. La nueva vida en cuarentena demandaba tecnología para seguir adelante. Incluso para pedir el súper a domicilio, la comida y por si fuera poco, incluso para el esparcimiento, las consolas de vídeo juegos se convirtieron en una necesidad impetuosa. Un auge inusitado de equipos tecnológicos en países con vocación para la creación y fabricación de tecnología como Taiwán, China y Corea del Sur, los cuales vieron a sus empresas florecer de forma sorprendente en una era que demandaba más tecnología. La pandemia vino a acelerar algo que sabíamos pasaría tarde o temprano, el trabajo desde casa, la educación desde casa, las vídeo conferencia, el auge de los vídeo juegos, la tele medicina y la automatización de procesos. Sabíamos que el algún momento llegaríamos a ese punto. Íbamos avanzando poco a poco hacia él, la pandemia simplemente lo aceleró todo.

El orden y el caos tienen su propia lógica, su propia manera de suceder, sabíamos que llegaríamos a ésto y sin embargo no estábamos preparados del todo. La demanda de materias primas para la fabricación de todos éstos equipos puso a temblar a los grandes gigantes tecnológicos, Apple, Samsung, Intel, Huawei e incluso Tesla, empezaron a sufrir estragos para abastecerse de lo necesario, desde metales, cuyos precios se iban a los cielos, hasta componentes específicos e incluso energía. El primer gran desabastecimiento sería el de semiconductores y microchips, producidos principalmente en Asia y cuyo suministro surgiría por una curiosa conjugación de factores, el primero obviamente la sobre demanda derivada del trabajo y estudio casa, el segundo, un temor que se propagó entre los fabricantes que colocaron más y más pedidos para protegerse ante un posible desabastecimiento. Esa suerte de crisis auto cumplida en la que no hay escasez, pero la paranoia ilógica promueve un miedo y una desesperación que llevan a demandar más materias y más productos y al final eso lleva a la escasez. Y por consecuencia a una escala de precios.

El miedo es un poderoso factor que mueve a muchos y en éste caso, como había sucedido anteriormente con cubre bocas, guantes, gel antibacterial y papel sanitario, las compras de pánico provocaron una escasez que no existía previamente. Así sucedió con los semiconductores que fueron demandados fuertemente y los fabricantes no pudieron responder tan rápidamente. Las cadenas de suministro de componentes recibían la dura presión e industrias como la automotriz y la de electrodomésticos comenzaron a sufrir la escasez también, algunas de éstas empresas incluso cerrando plantas ante la inexistencia de material para producir. Una afectación a nivel mundial que se retroalimentaba y réplicaba una y otra vez. Pánico, sobredemanda, escasez, paro, más escasez e inflación. Un círculo vicioso que comienza a volverse más intenso y del cual comienza a volverse cada vez más difícil salir. La forma de salir de éste requiere mucha calma, algo de lo que también hay escasez en éstos momentos.

Muchos se cruzarán de brazos pensando que en cuestión de unos meses el equilibrio entre demanda y oferta regresará por sí mismo. Los avances en temas de automatización, la aparición masiva de autos eléctricos y el envejecimiento de la población me hacen pensar que éste mágico equilibrio no llegará si no se hace nada de forma definitiva. Elon Musk piensa que para inicios del 2022 la crisis empiece a bajar de intensidad y que nuevos proveedores empiecen a suministrar componentes como por arte de magia (Tendríamos que platicar con Musk sobre el tema de la mano de obra requerida para esas plantas y si hay suficiente personal capacitado). Otros más propensos a la acción y a la búsqueda de soluciones tradicionales estudian abrir más plantas para la fabricación de semiconductores. Dos importantes barreras de entrada a considerar serían que la construcción y puesta en marcha de una de éstas plantas podría tomar alrededor de 3 a 5 años. La otra barrera, irónica hasta cierto punto, es que al día de hoy sólo existe al parecer un sólo fabricante de máquinas para fabricar semiconductores, ubicado en Holanda. Lo que se traduce en un problema de origen, que de no atacarse hace un cuello de botella infranqueable. Hoy se llega a la conclusión que haber concentrado muchas acciones claves en Asia pudo haberse evitado y se voltea a ver a Europa para que retome algo de su vocación tecnológica de antaño, cuando países de Europa de Este habían tomado la batuta en la fabricación de tecnología. Cuando Alemania, Italia, Polonia y Hungría fabricaban tecnología de punta.

Hoy, los gigantes de la fabricación de equipos tecnológicos se enfrentan a considerables desafíos ante la escasez, ya no sólo de microchips, y una prolongada sequía en Taiwán que por si fuera poco afecta también la producción de éstos componentes que demandan cantidades considerables del vital líquido para su limpieza durante la fabricación. Taiwán ha tenido que restringir y reducir el uso industrial del agua para proteger el consumo humano. Lo que ha puesto en duda lanzamientos éste año de Apple y Samsung. Pero la escasez pareciera ser una palabra que seguirá poniéndose de moda en los siguientes días y meses, y que seguirá siendo agente del caos, al tiempo que el hemisferio norte comienza a acercarse al invierno y la demnda de energía se disparará, en Norteamérica la abundancia de gas será suavizará el impacto, en Europa, la demanda de gas impondrá un cierto desorden, una anarquía que pondrá al sistema al límite, ya los precios del gas se han elevado cómo no sucedía en 10 años, el frío se adelanta y Rusia tendrá que decidir a quien destinará parte de de sus reservas de gas. Europa entrará en un momento complicado de encontrar ua respuesta a su necesidad de energía y pondrá en tela de duda su vocación hacia las energías verdes. La tentación de regresar al más sucio combustible, el carbón será mucha.

Europa buscará el abasto de carbón para no depender del caro gas ruso, mientras que China peleará también por el combustible considerando la fuerte demanda de energía que ha tenido recientemente por las bajas temperaturas y la sobre demanda de electricidad que ha experimentado recientemente, lo que ha provocado cortes eléctricos en fábricas, centros comerciales y hogares. La crisis se detonó luego de que China iniciará su programa de reducción de uso de carbón y de emisiones contaminantes lo que disminuyó fuertemente los inventarios de carbón en el mundo y complicó la posibilidad de reaccionar ante la fuerte demanda desatada por los altos precios del gas. India, uno de los principales productores de carbón para China, ahora se tambalea para ponerse día y poder abastecer demanda interna y externa al tiempo que Australia, otro fuerte productor de carbón entra en fuerte conflicto con China. En algunos lados es la sequía, en otros lado es el aumento inusitado de las lluvias lo que detiene a dos de los principales productores de carbón en el mundo, Colombia e Indonesia para poder elevar sus niveles de producción de este combustible, difícil de producir con el exceso de humedad.

Escasez, desaceleración e inflación parecen ser las tres variables que definirán nuestro entorno global los próximos meses, tal vez el siguiente año. La demanda de materias primas, la búsqueda de como solventarla y equilibrar la oferta. La búsqueda del equilibro y de un orden en medio del caos. Para China su primer gran reto para balancear su deseo de reducir las emisiones contaminantes, en medio de una aparente recuperación, causa y efecto sucediendo en todo momento, apagones como símbolo de la crisis y una demanda irracional que acabará encareciendo todo y volviendo cada vez más difícil salir del laberinto en el que nos hemos perdido. Por si fuera poco, la adicción al carbón que comienza a regresar y las primeras señales de alarma en un modelo que ha visto a EverGrande, su icónica y mayor empresa de construcción con graves problemas de deuda. Una deuda que pudiera llevarla a la quiebra, arrastrando a la economía China, a las economías asiáticas y tal vez incluso a más economías a nivel mundial. La que China habrá de recorrer para realmente convertirse en la primer potencia a nivel mundial parece estarle presentando pruebas cada vez más difíciles y en un mundo interconectado como el nuestro, haciéndonos participes incluso, del duro proceso.

China libra una mortal guerra contra su adicción enferma al carbón, Europa es sacudida por los altos precios del gas y voltea a ver con miedo al carbón. En México el gobierno pretende dar marcha atrás a la Reforma Energética. Los apagones son y serán el símbolo de que hemos fallado en llevar a cabo la revolución energética que requiere el mundo. ¿El futuro es un apagón? ¿Energías limpias? La escasez materias primas, equipos y energía misma para producirlos podría hacernos regresar a la dependencia del carbón de forma más intensa incluso que antes. Cómo en el juego llamado “memorama”, al principio es confuso y desesperante, pero a medida que vas avanzando va quedando claro dónde está cada pieza.

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