Por: Rolando J. Vivas

Hace unos días hubo un apagón en casa, al aparecer el alcance fue solamente en la colonia. En un par de horas la energía se restableció y todos como si nada. Mi esposa usó veladoras para alumbrar y colocó una en el baño mientras cada uno nos bañábamos. Un apagón hoy en día parecería ser algo inusual. Yo diría que es algo ya del pasado. Ya no ocurren con tanta frecuencia como cuando yo era niño. Entonces los apagones no eran tan esporádicos. Recuerdo que en casa teníamos una lámpara de gasolina siempre lista para encenderse. Recuerdo hacer tarea a la luz de las velas, eso después de recibir una buena regalada por parte de mi madre por no terminar la tarea temprano. Recuerdo esa sensación de abandono cuando me asomaba al ventanal que estaba al frente de la casa mientras la oscuridad devoraba todo. Se iba la energía eléctrica y la vida se acababa, no había radio ni televisión, así que todos nos íbamos a la cama temprano sin más remedio. Hoy en día, aunque se vaya la luz, tenemos lámparas de seguridad que pueden mantener iluminados los hogares, hay plantas de energía portátiles que nos permiten tener luz eléctrica por unas horas en lo que se restablece el servicio, hay incluso pilas que nos permiten mantener con energía nuestros teléfonos móviles. Lo mejor de todo, para muchos, es que en ocasiones, como hace unos días, aún hay Internet.

Ahora pareciera que dependemos más de internet que de la luz eléctrica, aunque un apagón masivo, como los que sucedieron en Febrero por un largo espacio de tiempo, y a nivel nacional, nos pueden llegar a dejar inicios sin Internet. A inicios de Octubre, Facebook, WhatsApp e Instagram dejaron de funcionar por unas 5 horas a nivel mundial. La incomodidad e incertidumbre se apoderó de muchos. La ansiedad por el contacto virtual y la imposibilidad de enviar mensajes pusieron a muchos al borde de un colapso nervioso. Miles de usuarios descargaron Telegram como opción para comunicarse, haciendo colapsar los servidores de esa empresa. Otros optamos por regresar a los viejos mensajes SMS, mis hijas se quedaron sorprendidas cuando les llegó el mensaje que les envié. Increíble nuestra actual dependencia de esas aplicaciones. Ya no sólo para temas sociales, sin ellas muchos se sienten aislados o se deprimen, también para temas laborales. Muchos usan WhatsApp como herramienta de trabajo y muchos usan Facebook o Instagram como plataforma de ventas. Las pérdidas económicas por esas 5 horas sin servicio se calculan en millones sólo en el país.

Vuelvo a replantear lo mismo ¿Qué hubiera pasado si la pandemia hubiese ocurrido antes de Internet? ¿Hubiera sido mejor o peor? El tener información casi al momento de lo que sucedía en Asia con el Covid, ¿Nos sirvió de algo? ¿Hubiéramos podido seguir trabajando durante la cuarentena sin Internet? ¿Las escuelas qué habrían hecho? ¿Cuántos negocios hubieran colapsado al no tener manera de vender sus productos? Internet puede parecer tan frágil en ocasiones, cuando se “cae el sistema”, pero nos ha vuelto más robustos, menos frágiles. Internet nos ha dado nuevas maneras de trabajar y de salir adelante. Mis hijas adolescentes no se imaginan como pudimos vivir muchos adultos sin Internet cuando éramos niños. Yo no recuerdo que haya sido difícil. Pienso que era hasta más sencillo. Salía a la calle a jugar con mis amigos. Mis padres me dejaban merodear por toda la cuadra sin estarme vigilando. Más tarde, en mi adolescencia tenía que llamar y enfrentar por teléfono a la mamá de la chica que me gustaba. Salía con mis amigos a tomar cervezas hasta la madrugada y mis padres no podían localizarme. Cuando tuve un auto, salía a manejar por la carretera, fuera de la ciudad, y era prácticamente imposible de localizar, me perdía del mundo por unas horas. Eso era fantástico y hoy parece algo imposible. Tuve alguna vez un problema con un jefe en el trabajo ya que me enviaban mensajes constantemente fuera del horario de trabajo. Hoy en día procuró evitar lo más posible incomodar a alguna de las personas con las que trabajo, fuera del horario laboral.

Hoy en día, un apagón parece ser un símbolo amenazante y casi profético de nuestra actualidad. El mundo decidió que era tiempo de dejar atrás los combustibles fósiles y de empezar a implementar cada vez más el uso de energías limpias. Los autos eléctricos poco a poco empezaron a aparecer bajo la promesa de desbancar a los autos de combustión. El uso de la energía solar y la energía eólica comenzaron a presentarse como una alternativa real para el desarrollo de la humanidad, al tiempo que países cuyo desarrollo había sido impulsado por completo por el petróleo, como Arabia Saudita, empezaban a contemplar las opciones que tenían más allá del petróleo, en un mundo que parecía decidido a dejar atrás éstos combustibles. Decía Mike Tyson, el famoso y controvertido boxeador “Todo mundo tiene un plan, hasta que recibe un golpe en la boca”. El mundo tenía un plan, y entonces llegó la pandemia.

China, presionada por la enorme contaminación en muchas de sus ciudades, así como por muchos de sus inversionistas, entre ellos, el gigante BlackRock, decidió poner en marcha un ambicioso plan para reducir de forma drástica su dependencia del carbón. China empezó a considerar el uso de energías limpias y se planteó una ambiciosa meta de reducción de emisiones provenientes de los combustibles fósiles (Similar a la de los EEUU que apuntan al 2050 como fecha límite para tener 0 emisiones). El momento parecía perfecto al tiempo que la pandemia daba la oportunidad de efectuar los cambios en un ambiente menos demandante de energía y de bajo consumo. China paró sus inversiones en plantas de carbón alrededor del mundo y comenzó a reducir la producción de sus mimas. Hasta un 20% de la energía mundial logró producirse sin dependencia de combustibles fósiles en años recientes. En contraste, un 10% de la energía mundial se obtiene a través de la leña. Si, de la leña.. Casi al mismo tiempo Europa reforzaba su convicción por usar cada vez más energías limpias y reducir su dependencia del gas ruso. Los EEUU dejaban atrás la pesadilla Trump, y Biden buscaba establecer nuevamente el compromiso con el medio ambiente. En éste momento pozos y minas fueron cerrados a medida que los precios de petróleo, gas y carbón se venían abajo estrepitosamente.

La llegada de la pandemia hace ya casi dos años nos permitió ver varias cosas que no teníamos muy claras. Por un lado, la cuarentena frenó la movilidad, los autos y aviones dejaron de circular y algunas plantas tuvieron que parar o reducir su producción. El resultado fue cielos más claros y aire más limpio, la reducción de barcos en algunas ciudades cercanas a ríos permitieron el retorno temporal de fauna. Todo parecía bien hasta entonces. Se podía reducir hasta cierto punto la contaminación. Lo otro que pudimos ver y darnos cuenta, es que no resultó suficiente. No todo se trataba de autos y aviones. Aún y que los autos de combustión dejarán de circular, la contaminación no se detendría del todo. Si en verdad querríamos revertir el daño al medio ambiente, algo más se tendría que haber hecho. Mientras los EEUU abandonaban el Acuerdo de París y el entones presidente Donald Trump declaraba su amor por el “hermoso carbón limpio”, China empezaba a considerar otras opciones. Incluso yendo ya muy avanzados con la creación de un reactor mayúsculo, algo así, como tener su propio sol.

En medio de todo ésto, la recuperación económica a nivel global comenzó a avanzar a paso más firme. Y la movilidad y el consumo empezaron a reactivarse a nivel global. Aún el mejor planificador hubiera fallado al encontrar un equilibrio entre la reducción que se había generado durante la pandemia y la nueva demanda creciente producida por la recuperación. El mundo no sólo demandaba bienes y servicios. También lo más básico: Energía para producirlos. Y ahí es precisamente donde surgiría otro de los graves conflictos que sacuden al mundo mundo día de hoy. A medida que las economías se recuperan y que el calor cede en el hemisferio norte, la demanda de energía comienza a dispararse. ¿Se pudo prevenir ésto? Si, pero era imposible saber cuándo y qué tan fuerte sería el rebote de la recuperación. ¿Qué tan fuerte sería sería gran “tirón” de la demanda mundial? Hoy parece que la demanda ha tomado a China muy mal parada, lo que los ha hecho reconsiderar el uso del carbón para generar energía barata y no prolongar más los apagones que se han suscitado en varias regiones del país y que han empezado a generar escasez de muchos productos. La oferta de energía presentaba el reto de poder alcanzar a la demanda y ahí fue donde vino la debacle. La demanda se puede disparar en cualquier instante. La oferta tarda siempre un tiempo para poder alcanzar a una demanda no esperada.

Europa se sacude por la demanda de gas que ha disparado los precios del gas ruso a niveles no antes vistos. El temor a una escasez más fuerte de energía ha propiciado que muchos países se protejan subiendo sus inventarios de petróleo, lo que también ha disparado el precio del combustible a sus máximos de los últimos tres años, es decir, a niveles pre pandemia. Ante éste preocupante escenario de escasez, demanda y altos precios, China, India y Europa vuelven a considerar el uso del carbón, el combustible más contaminante del planeta, origen de guerras y origen de gran parte de las emisiones contaminantes en el planeta. La vieja y destructiva adicción parecería volver a tomar fuerza en éstos días de forma casi irónica. La demanda de energía derivada de la recuperación mundial, parecer ser la principal causante de que el carbón regrese a ser protagonista de la creación de energía eléctrica una vez más y a presentar los precios más altos de los últimos 20 años. Pero no todo es tan sencillamente desastroso como parece. Hay más, y se vuelve más complicado aún.

La oferta de gas, petróleo y carbón no podrá elevarse rápidamente, el proceso tendrá que suceder de forma gradual y mesurada, lo que seguramente causará tensión en los siguientes meses a medida que el invierno se llegue y la demanda de energía siga incrementando cada vez más y más, y el pánico se vaya adueñando del ambiente. La lógica dicta que muchos países buscarán regresar regresar alnusondel carbón, a pesar de las consecuencias ambientales. Aún así, el abasto de carbón no será suficiente no sólo debido a la caída caída la inversión y el cierre de plantas, también debido a las fuertes lluvias que impiden la extracción del mineral y que se se presentado de forma contundente en las regiones en las que más se produce. En un acto igualmente desesperado China empieza a buscar afanosamente nuevas formas de producir energía, considerando cada vez más la vía de las plantas nucleares para soportar la demanda demanda se viene, el crecimiento futuro y el encarecimiento brutal que traen consigo el petróleo, el gas y el carbón. Si la competitiva China centra su visión en las plantas nucleares, no es para dudar que muy pronto estará a la vanguardia en la implementación de ésta firma de generación de energía.

Podríamos pensar que con el cada vez mayor ascenso de los partidos políticos Verdes en Europa (muy diferentes al mercenario Partido Verde en México), las propuestas de relanzar los programas de producción de energía mediante plantas nucleares estaría descartado, pero no es así. Las nuevas generaciones de ecologistas no parecen temer a la tecnología y parecen convencidos de que producir energía vía plantas nucleares sería menos dañino para el medio ambiente, además de romper con la dependencia del gas ruso. La idea sería construir un nuevo tipo de plantas, más pequeñas y menos peligrosas que las de antaño, y que ya se están considerando construir prototipos en Francia y el Reino Unido, bajo el nombre de “small modular reactor, SMR (pequeños reactores modulares). Todo ésto bajo la premisa de que cuando Europa comenzó a dejar atrás sus programas nucleares, luego del desastre de Chernobil, el uso de combustibles fósiles y la contaminación subsecuente, aumentó de forma drástica. Ahora parte de agenda que busca el progreso y frenar el cambio climático en el mundo, incluye una importante revisión del uso de la energía nuclear (Que al día de hoy produce el 10% de la energía en el mundo) El cual incluye puntos importantes como las casi cero emisiones generadas al aire, el menor espacio requerido para producir y la cantidad mínima de desperdicio generado.

Entre los entusiastas de la energía nuclear, ya se encuentran importantes visionarios como Elon Musk y Bill Gates. Los nuevos reactores modulares de menor escala se consideran superiores y más seguros que los anteriores, con controles de seguridad a prueba de errores y que podrían ser montados y desmontados rápidamente según los requerimientos de energía local. Esros podrían montarse y desmontarse en cuestión de días en parques industriales y ciudades remotas. Musk considera que esta nueva generación de reactores cuentan con dispositivos que los harán extremadamente seguros. Aunque sigue considerando que la apuesta mayor debe ser a la energía solar (el mayor reactor nuclear del que tenemos conocimiento) y al viento. Gates por su parte, ya ha invertido fuertemente en empresas que buscan hacer de la energía nuclear una opción segura que deje atrás el recuerdo de graves accidentes ocurridos anteriormente. Japón es otro de los países decididos a hacer funcionar a su favor la energía nuclear, a pesar de su mala experiencia con el reactor en la ciudad de Fukushima hace ya 10 años. Es mediante la energía nuclear que Japón busca acabar con su dependencia del gas y petróleo, recursos caros para un país sin reservas reservas el subsuelo de éstos combustibles. No es erróneo afirmar que el carbón o el petróleo, han causado más muerte en el mundo que la energía nuclear. De ahí la importancia de poner en perspectiva la seguridad de la energía nuclear versus otras fuentes de creación de ésta.

Gates y Musk también se han sumado afanosamente a la búsqueda del “santo grial” de las energías limpias, el almacenamiento ilimitado o por lo menos, de alta capacidad de energía, que implicaría tener una pila que sin ocupar tanto espacio pudiese almacenar gran cantidad de energía. El litio, uno de los principales componentes actualmente de las pilas para almacenaje, a pesar de su reciente auge, no ofrece una alternativa muy prometedora o a largo plazo y al día de hoy, de acuerdo a los mayores expertos en el tema de energía a nivel mundial, como Vaclav Smil (y el autor favorito de Bill Gates), no son la solución al dilema del almacenaje masivo de energía. Pensar en la forma más eficiente en que la energía solar o eólica pudiera ser almacenada y transportada de manera más conveniente, para usarse de forma discrecional, es una cuestión que aún tiene a muchos reflexionado en cuál podría ser la solución, y entre expertos sobre el tema, continua siendo debate mayor. Una cuestión no tan inquietante como podría parecer de inicio, si consideramos que tal descubrimiento, una vez hecho, en cuestión de un par de años podría revolucionar al mundo tal y como lo concebimos hoy en día. Basta con tomar tomar ejemplo de las vacunas, del tiempo que llevaba desarrollarlas y del tiempo récord en que se han podido desarrollar durante la presente pandemia.

Mientras algunos países buscan la forma de hallar esa ruta hacia las cero emisiones a la brevedad posible, entendiendo que reducirlas un porcentaje al día de hoy, no es la solución necesaria. Otros países optan por ir en la ruta contraria, por intereses personales, por ignorancia, por ideología o peor aún, por intereses meramente políticos. Así, el futuro del medio ambiente se ve comprometido. Cuando en el sector energético del país abundan personajes impresentables como una Secretaria de Energía sin experiencia, un Director de Pemex de profesión agrónomo, un Senador que preside la comisión de Energía y cuyos intereses personales y económicos están dentro de la industria de la extracción del carbón. Por si fuera poco, un Director de la Comisión Federal de Electricidad cuya experiencia ha sido la de ser político los últimos 50 años y que continúa enamorado de la vieja industria eléctrica francesa de hace medio siglo, controlada por el estado, hoy privada, por cierto. Manuel Bartlett, en caso de ser aprobada la Contra Reforma Eléctrica, se convertirá en el “hombre fuerte’ de México. Más allá del presidente y de la Secretaria de Energía. A un personaje oscuro, sediento de poder y con un amplio historial de corrupción, se le estaría dando más poder que a cualquier otro funciinsrio funcionario el país. Así, se le dará por completo la espalda a las energías limpias y se le dará un fuerte impulso al petróleo y al carbón, convirtiendo al país en un enemigo monstruoso del medio ambiente a nivel global, apoyado por el Partido que se dice “Verde”, y que no ha sido otra cosa que un mercenario que sólo busca el poder político y el poder económico. Un auténtico desastre que se aproxima a México y que no tendrá precedentes. Una pésima elección la que tomará el gobierno, que más allá de la estupidez de la llamada soberanía, busca un control más férreo sobre el país, controlando la movilidad de todo el territorio nacional con el fin de poder intervenir en todos y cada uno de los hogares y por sí fuera poco, hacer aún más poderosa su red clientelar con fines electorales. El país ya no sólo se juega una carta energética, también una económica, una política y una respecto al medio ambiente. Esto, al tiempo que todo el mundo se juega en estos momentos su última carta para revertir el daño que se ha hecho al medio ambiente y la oportunidad de poner un freno al cambio climático, posiblemente una amenaza más seria aún, que el covid, para el futuro de la humanidad.

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