Por: Rolando J. Vivas

Hace muchos, muchos años, más de 25, encaré a Dios, sentía que mi vida no tenía sentido, no sabía hacia dónde iba y sentía que mi existencia era algo que no valía la pena. Debo mencionar que no me había encontrado aún a mi mismo, que hasta cierto punto me hallaba totalmente perdido. Si, tenía trabajo, ganaba bien, pero el trabajo era más una condena, un castigo que tenía que cumplir y que no me causaba ninguna satisfacción, y el dinero se iba de mis manos fácilmente, sin obtener mucho de provecho a cambio. Reconozco que mi vida era más un reclamo y una carga, siempre pensando “¿Porqué a otros y por qué no a mí?”. Mi vida estaba llena de hartazgo y fastidio. Entonces cuestioné a Dios, o a la vida o a quién quieran nombrar, le pedí una vida donde pasaran cosas…Sobra decir que recibí lo que pedí, una vida en dónde hasta el día de hoy, no dejan de pasarme cosas. Una vida en movimiento, una vida con sorpresas, algunas agradables y otras desagradables, en aquellas épocas, pasaron demasiadas cosas. Perdí a mi madre, perdí el que pensaba sería el trabajo de toda mi vida y conocí a quien hoy en día es mi esposa. Todavía la día de hoy, puedo asegurar que no me dejan de pasar cosas. ¿Quién pensaría que estaríamos en medio de una pandemia global cómo no había sucedido en décadas? Pero ahora, a diferencia a entonces, se que las cosas pasan por algo (no, no por idiota, ni por invocar fueras mayores), porque todo es una lección. La vida es un proceso continua de aprendizaje. La vida, a diferencia de la escuela, primero nos pone un examen y después nos da la lección.
Me encanta pensar en esa alegoría, de que un año más es una vuelta más al sol. Pero también un año más, son más exámenes que la vida nos da, y la oportunidad de añadir más aprendizajes a nuestra existencia. Una vez, hace muchos años le comenté a un amigo, “nuestra misión en éste mundo es la de aprender lo más posible”, y no me refería a re tomar mis viejos libros de la escuela, sino a seguir aprendiendo para ser un mejor ser humano. Aprender de las personas, aprender de la vida y aprender de las experiencias. En ocasiones, incluso, acercarnos a las personas que saben. Otras incluso, aprender de las desgracias que nos suceden. Aprendí que nada es para siempre, y me costó trabajo aprender eso, pero hoy lo agradezco. Se que quién ha dejado de aprender, simplemente ha dejado de existir. Aprendí que sí no compartes lo que vas aprendiendo, Solamente haz entendido la mitad de la lección. Por ello tal vez suelo escribir aquí sobre lo que me pasa, sobre lo que va ocurriendo, comparto algunas historias, comparto ideas, pensamientos y experiencias. Al final, los exámenes y lo que aprendemos en cada lección, debe ser de utilidad para alguien más. Incluso, nuestros momentos más difíciles, los exámenes más brutales, esos que nos causan mucho sufrimiento, los debemos de agradecer, porqué tal vez, esas sean las lecciones más importantes que se nos presentan.
Desde hace ya varios años comienzo el año nuevo agradeciendo. Para mi es importante agradecer primero. Agradecer por lo que venga. Agradecer por lo que vaya a pasar. Porqué eso refuerza mi convicción de que lo que venga será lo que la vida considera es lo mejor para nosotros y lo que necesitamos para ir armando ese cúmulo de sabiduría que se pone a nuestra disposición de forma casi mágica. Vamos avanzando en éste curso que es la vida, vienen los exámenes, viene os momentos duros, vienen las enormes oportunidades de darnos cuenta de quiénes somos y de dónde estamos, y esa es la oportunidad única de aprender algo nuevo y cumplir ese importante propósito de ser una mejor versión éste año, que la del anterior. Por eso agradezco una ves más a Dios y a la vida por haber llegado aquí, por presentarnos éste nuevo reto, porque cada reto que he enfrentado, ha sido más difícil que el anterior, eso quiero decir que somos mejores. Cada reto que he superado, después, al mirar hacia atrás, me ha dejado más satisfecho, y esa oportunidad de superar los problemas que van surgiendo, produce una sensación de felicidad que jamás conocerán esos que viven la vida fácil o que huyen de las vicisitudes y de la adversidad. Son esos momentos duros y difíciles, los que nos dejan pruebas irrefutables de quienes somos de verdad.
Hemos atravesado juntos dos años difíciles, tal vez los dos años más difíciles que han ocurrido en la historia de la humanidad en tiempos recientes. Vivimos en tiempos de alta incertidumbre, es un examen y seguramente la lección que habremos de aprender será enorme. 2022 es la gran oportunidad de seguir avanzando, de seguir adquiriendo más conocimiento, de seguir convirtiéndonos en la mejor versión de nosotros mismos, de poder un día mirar hacia atrás y pensar que nos hemos vuelto mejores seres humanos. Agradezco de antemano una prueba más, y agradezco de antemano todas las bendiciones que se viene más adelante. Agradezco la oportunidad de enfrentar éste año más retos y poder encontrar cada vez más el sentido de mi vida y de encontrar en cada problema, una solución, que termina siendo una de las formas más hermosas de ser felices. Porque siempre que me he caído, me he levantado, y la recompensa siempre ha sido mucho mayor, porque he aprendido a ver los errores, no como fracasos, sino como exámenes que se tienen que superar y que nos dejan las mejores lecciones que podemos aprender. Lo más difícil siempre es empezar, y ya hemos empezado.