Por: Rolando J. Vivas

Quiero mencionar que hace unas semanas tenía el plan de escribir sobre Neil Young (Hay que hacerle más caso a la intuición y al instinto), aunque por una u otra razón no puede. Junto a su grupo de cabecera, los legendarios Crazy Horse, Young había editado Barn uno días antes, su disco más reciente. Sorprende la energía que Young ha podido imprimirle a Barn, gran parte de los artistas de su época ya no hacen música así. Gran parte de ellos ya no asumen el nivel de riesgos que Young sigue asumiendo. Ya pocos se atreven a experimentar y a retar a sus audiencias. Young se niega a envejecer, posiblemente su apellido en parte lo impulsa a mantenerse joven y vigente, constantemente publicando material. No por nada Young se ha convertido en un referente, a lo largo de sus más de 50 años de carrera, para varias generaciones. Desde sus inicios a finales de los 70s, con bandas como Buffalo Springfield, con quienes en parte comenzó el llamado folk rock, sus primeras etapas como solista en dónde se unió al movimiento de los cantantes-compositores, al estilo de Bob Dylan, para despúes encumbrarse en la era de Woodstock con el primer “super grupo”, Crosby, Stills, Nash &Young, que iniciaron la era del rock en los estadios. Fue tal el éxito de los CSN&Y, que el rock ya no pudo permanecer en pequeños clubes o arenas, tuvo que salir a los estadios, los cuales se llenaban a su máxima capacidad para escuchar a la super banda. Ya como solista, Young se mantuvo siempre vigente en los 70s y 80s, como un poderoso referente para el punk rock y para el hard rock, alcanzando un momento cumbre en el que fue revalorado en los 90s como “padre” de la llamada “música alternativa” y del “grunge”, bandas como Sonic Youth, Dinosaur Jr., Pearl Jam, los Red Hot Chilli Peppers y Nirvana reconocieron la poderosa influencia de Young en su música.
Pero en el caso de Young, la inquietud creativa parecería nunca acabarse, incursionó en el cine también, dirigiendo algunas peculiares cintas y creando la música para otras, su peculiar estilo fílmico, aunque poco popular, podría considerarse un referente importante para el cine de autor de gente como David Lynch, mientras que su música para cintas, destaca como otra gran innovación, como el soundtrack que realizó para la pelicula Dead Man, que practicamente se convertiría en un genero musical por si sola. Se podría decir que la vida ha sido generosa con Young, y que éste siempre ha correspondido con trabajo duro y constante, fórmula inequívoca para el éxito. Young también se ha destacado como activista y filántropo, manifestándose en contra de la guerra y del maltrato al medio ambiente, un duro crítico de varios gobiernos y de grandes corporativos. Defensor a ultranza de su propiedad creativa e intelectual, se enfrentó en una demanda contra Donald Trump, por el uso no autorizado de su música durante la campaña del ex presidente. Por esto no sería sorpresa que Young, el viejo caballo loco se levantara una vez más en pie de guerra, en ésta época, contra uno de los peores males, la desinformación, específicamente sobre las vacunas y el Covid.
Así, Neil Young le dijo al gigante de la música en línea, la sueca Spotify, que no podía permanecer en la plataforma, mientras ésta viera con buenos ojos la distribución de contenido que desinforma sobre las vacunas. En varias ocasiones, Young se manifestó preocupado por la cada vez más creciente desinformación sobre éste tema, y específicamente por la proliferación de podcasts en la plataforma Spotify que alentaban tal circunstancia. Muchos debieron pensar que los de Young era una “rabieta” de un “viejo músico olvidado”, o un acto de censura y atentado contra la “Libertad de expresión”. Peor aún, muchos pensaron que el hecho de que Spotify no hiciera nada por retener a Young, y que éste haya decidido retirar su música de la plataforma, era algo así como una “derrota”, todo esto bastante alejado de la verdad. Lo de Young y su salida voluntaria de Spotify, no obedece a una lucha entre pel y el show del comediante Joe Rogan, “The Joe Rogan Experience”, podcast inmensamente popular y alojado en la plataforma que ha transmitido capítulos con invitados hablando en contra de la vacunación. Lo de Young es una declaración de principios y se trata básicamente de integridad. De no estar de acuerdo con algo y manifestarlo, de ejercer la libertad y el derecho de retirarse de un lugar que no considera adecuado en honor a la congruencia. Algo que no podríamos decir de su contraparte, Spotify.
Para Young era una cuestión de “vida o muerte”, la desinformación que considera sale de shows como el de Joe Rogan, ha sido causante de muertes durante la pandemia, haciendo alusión a declaraciones del propio Rogan respecto a la vacunación, que el mismo comediante ha tenido que desmentir por no ser erróneas y carecer de sustento científico. Young no es el primer músico en manifestarse en contra de la plataforma, ya antes, otros colegas suyos, como Radiohead, Taylor Swift y Bjork se han enfrentado a Spotify (Otros como Fugazi o Prince siempre desconfiaron de disqueras y plataformas, Pearl Jam por ejemplo, enfrentó al igual que Young a un gigante, Ticketmaster) por cuestiones comerciales. Han denunciado que la plataforma no respeta sus obras, las degrada y no remunera de forma justa a los músicos. La realidad es Spotify no ve a la música como el futuro, solamente la ve como un instrumento. En éstos momentos, la dirección de Spotify apunta a los podcast. Recientemente pagó alrededor de 100 millones de dólares por tener en exclusiva el show de Rogan. Motivo por el cual Rogan deberá retirar todo capítulo de su show de otras plataformas, incluyendo Youtube. Spotify practicamente se ha vuelto dueño de Rogan, incluso desapareciendo capítulos del show de Rogan que no han considerado bajo su criterio aptos. Lo de Spotify y Rogan no se trata de una defensa de la libertad de expresión, se trata de Spotify cuidando su inversión y poniendo de manifiesto que su interes es mercantil y artístico. Algo que de alguna forma traiciona los origenes liberales de la sueca Spotify (Algo que ya se sabía cuando Spotify movió su centro de operaciones de Suecia a Nueva York, apuntando directamente a Wall Street). La salida de Young obedece a sus poderosos principios e integridad que le impiden traicionar sus valores, la desición de Spotify obedece a los intereses mercantiles de la plataforma, la permanecia de Rogan obedece a que su alma ya es una posesión de la plataforma. Es Spotify quien ahora dicta lo que Rogan puede o no transmitir (Así cómo ahora Spotify suele dictar que artistas promueve y cuales, no, incluso en base a nacionalidad o raza). Quien dicta lo que Young puede o no manifestar o expresar, es solamente Young.
La salida de Young de Spotify reafirma la libertad artística de Young, es una declaración de principios sólida. Deja precedente de lo que muchos ya sabíamos, que Spotify no es una plataforma de música, sino una mera plataforma de audio que no ve por los músicos, el centro de su atención son los podcast y les está apoyando y mucho. Lo que muchos quieren pensar es que Spotify y Rogan están luchando por la libertad de expresión, cuando la lucha de Spotify, es por su inversión millonaria y Rogan, ya le tocará atenerse a los lineamientos de Spotify, no a su libertad de expresión. La demostración de Young, es nuevamente una de integridad y coherencia, que deja por los suelos a la plataforma sueca y al comediante aficionado a la controversia. Young continua mostrando su estatura reflejo de una sólida carrera de más de 5 décadas, y vuelve a dejar prueba de que él sigue “rockeando en un mundo libre”, y pocos, muy pocos podrían presumir de esto. ¿Querrá Rogan estar en algun momento al nivel de Young? Rogan tendría que romper con Spotify y ejercer realmente su derecho a manifestarse libremente, en cualquier plataforma o medio, pero al día de hoy, 100 millones de dolares son un grillete en su pie y una mordaza en su boca, aunque muchos no lo quieran ver.