Por: Rolando J. Vivas

De acuerdo al índice de libertad por país, Canadá, uno de nuestros vecinos al norte, es el país con el índice más alto en toda América. Podemos afirmar que Canadá, la décima economía global por su tamaño, es el país con mayor libertad en el continente americano, lo que significa que su estado de derecho, sus instituciones, su sistema de seguridad y su sociedad civil, se manejan de forma ejemplar. Las recientes protestas acontecidas en su capital, debido a la inconformidad de un grupo minoritario, han dejado clara señal de que la tradición de tolerancia hacia la protesta, sigue siendo una importante característica de la identidad canadiense. Pocos países podrían presumir el permitir una protesta masiva frente a su Parlamento por casi tres semanas sin reportes de represión o brutalidad policiaca.

Canadá es uno de los países con mayor población en el mundo que ha sido vacunada, y con menor número de muertes durante la pandemia, el país y su gobierno pueden presumir de un buen manejo de la crisis sanitaria, con menos de 40,000 muertos, mientras que países como los EEUU, India, Rusia y Brasil, rebasan fácilmente los cientos de miles de muertos acercándose dramáticamente al millón. Sin duda el robusto sistema de salud canadiense ha sido clave para proteger a su población, un avance de más del 80% de vacunados entre los ciudadanos canadienses dejan clara constancia de que una mayoría de la población está a favor de las vacunas, y que las protestas iniciadas hace apenas unas semanas, tienen su origen en una minoría marginal que empieza a afectar la vida del resto de la población, hechos derivados de éstas protestas, han comenzado a afectar la economía del país, propiciando bloqueos ilegales que lejos de mostrar inconformidad, buscan causar un grave daño al país de una forma poco racional. Una alteración al orden que va más allá de la mera protesta.

La tolerancia hacia la protesta es un derecho, se vale disentir y se vale no estar de acuerdo, pero los deseos de una minoría, no pueden imponerse de forma desordenada e incluso ilegal o violenta por encima de los derechos de los demás. El deseo de no vacunarse por parte de una minoría (se sabe que el 90% de los conductores de trailer en Canadá están vacunados), no puede imponerse a la salud y el bienestar de una mayoría que optó por las vacunas para proteger su vida, y que con hechos han demostrado que su decisión ha sido la correcta. Las estadísticas de muertes tan bajas en Canadá, apuntan a que la estrategia tomada fue la adecuada. Los confinamientos estrictos de las semanas recientes pudieron causar molestias en algunos sectores de la población, pero evitaron alzas mayores en el número de contagios y fallecimientos. Dichos confinamientos ya han conseguido reducir los picos de contagios por lo que ya en varias regiones se ha anunciado el relajamiento de tales medidas y un acelerado programa de reapertura.

Las protestas iniciaron con unos cientos de unidades de carga y varios miles de manifestantes que se dirigieron a la capital a paralizar las calles de centro de Ottawa, llama mi atención que los supuestos líderes de éstos movimientos sean personajes bien identificados con movimientos supremacistas, separatistas, xenófobos y en contra de la migración, peor aún, que ninguno de éstos personajes sea lo que precisamente pudiéramos denominar un conductor de tráiler, sino personajes que desde tiempo atrás se han opuesto al proceso de globalización el país y que defienden una agenda xenófoba y ultranacionalista, el lector puede investigar por si mismo los antecedentes de figuras como James Bauder, Pat King, Tamara Lich y BJ Ditcher, todos ellos asociados a la ultraderecha. Lo peligroso del movimiento denominado “convoy de la libertad”, es que está siendo dirigido por personajes cuya reputación no es precisamente pacífica y ordenada, sino personajes que están involucrados en políticas marginales y que buscan desestabilizar al gobierno aprovechándose de una crisis sanitaria. Sin duda la situación ha escalado al momento a ser protestas respaldadas no por sectores meramente civiles, sino por sectores políticos conservadores (incluso en los EEUU), que obviamente, buscan obtener alguna ventaja política y dar un duro golpe al gobierno liberal que ha asumido de forma responsable el costo para conservar el bienestar de las mayorías.

Varios portales en internet, principalmente de ultraderecha, se han dedicado a denunciar una supuesta “tiranía” cometida por parte del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y los alegatos han llegado a niveles casi surrealistas, comparando a Trudeau con Fidel Castro, y a Canadá con Cuba, es decir, llamando al país con el índice más alto de libertad en el continente, una dictadura comunista, cualquiera con un poco de capacidad critica se daría cuenta de la naturaleza casi infantil en el uso de “teorías de conspiración”, la desinformación brutal, la propaganda radical y en una narrativa muy pobre, si consideramos que llamar “dictadura” a un sistema parlamentario en el que el primer ministro carece de poderes totales a diferencia de un país como Hungría, en dónde el Parlamento está en poder del primer ministro y esté se concedió a si mismo poderes extraordinarios durante la pandemia para encarcelar a todo aquel que rompiera los confinamientos, algo está muy mal en la lógica de los grupos conservadores que buscan sacar provecho de los acontecimientos. Seguramente no veremos ni en el corto, ni en el mediano y tal vez en mucho tiempo a un primer ministro canadiense controlando el parlamento y otorgándose poderes extraordinarios para encarcelar a quien no cumpla con un confinamiento.

La Ley de Emergencia a la que Trudeau ha hecho referencia, busca precisamente terminar con los bloqueos ilegales que afectan a la economía canadiense, en los cuales hemos visto acciones abusivas por parte de los protestantes en que han interferido con los cruces fronterizos, afectando fuertemente a la industria automotriz y a cerca del 25% del comercio entre Canadá y los EEUU. De forma más dramática, ya se han reportado detenciones en áreas fronterizas, de participantes en las protestas que han intentado introducir a Canadá armas largas, pistolas y municiones en varias unidades de carga pesada, de ahí que sea importante para el gobierno de Trudeau poder tomar acciones más drásticas para evitar afectaciones a la vida cotidiana de uno de los países con mayor desarrollo social en el mundo, en el que la libertad, la paz social y el estado de derecho existen en un nivel muy superior a otros países de la región y del mundo. Lo que Trudeau ha hecho, es atender uno de los reclamos de la mayor parte de la ciudadanía, que en un porcentaje de más del 70%, considera que las protestas deben terminar ya. Lo que Trudeau ha hecho es tomar una acción decisiva asumiendo el posible costo político, lo que muchos describirían cómo la acción de un estadista.

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