
Los primeros registros de actividad laboral que se tienen del hoy presidente ruso Vladimir Putin, nos dicen trabajó a sus 30 años en Alemania del Este durante los 80s, fue parte del aparato de espionaje que imponía la KGB soviética en conjunto con la Stasi Alemana, en uno de los sitios más vigilados durante la Guerra Fría. Putin era parte de esa organización que se encargan de espiar a los ciudadanos alemanes para evitar actos de insurrección o posible insurrección. Una de las principales funciones de Putin, junto a otros 30 agentes rusos, era el de detectar acciones que fueran en contra del régimen comunista, documentar actividades de éstas personas, para finalmente reportarlas y que otras instancias se encargaran de ejecutar las acciones correspondientes.
Putin fue testigo de los disturbios que llevaron al derrumbe del gobierno comunista de Alemania de Este, después se trasladó a la URSS para continuar siendo parte ahora del Servicio de Seguridad Federal, organismo en que se había transformado, sólo de nombre, la KGB. Tras la caída del muro de Berlín y la terminación de la URSS, Putin se trasladó a San Petersburgo en donde ingresó como docente y de ahí posteriormente encontraría cabida en las nuevas corrientes políticas que buscaban el poder en la naciente Rusia post comunista. Putin no parecía en un inicio muy interesado en la política, pero poco a poco se fue relacionando con algunas figuras que empezarían a cobrar relevancia en San Petersburgo, cercano a algunos futuros oligarcas que se volverían parte del equipo de Boris Yeltsin.
Podemos afirmar que Putin no fue un “super espía” al estilo James Bond, aunque las cintas del agente 007 con Daniel Craig, tratan de jugar con nuestra mente en ese aspecto. De alguna forma, las cintas de Bond, las fotos de Putin empuñando armas, cazando con el torso desnudo en medio de la salvaje Siberia o enfundado en su traje de artista marcial, tratan de mostrarnos un Putin súper apto para llevar a cabo todas las acciones que Craig realizó en la pantalla. Hay imágenes de Putin trabajando su físico en un aparato universal, lo cual me dice que Putin trabaja demasiado suave. No lo hemos visto con barras y mancuernas como un verdadero físico constructivista. El que quiera pensar que porque Putin aparece ejercitándose con unos cables y algo de peso, que lo piense dos veces.
Putin ha manejado muy bien su imagen de súper espía y hombre fuerte. La agencia de propaganda rusa, Russia Today (RT) y Sputnik, entre otras, se han encargado afanosamente de impulsar ésta imagen de forma exitosa los últimos 20 años. Y la estrategia funcionó de maravilla. Putin logró posicionar su imagen de líder popular y de macho alfa, que, sin duda, funcionó para socavar la importancia de los líderes de Occidente, a quienes ésta narrativa nos dice que son personajes “débiles” frente al “macho” Putin. Pero la pandemia puso al mundo de cabeza, y el “macho” no sólo abandonó al pueblo ruso, sino que se confinó a sí mismo en un bunker especial, alejado de todo y todos por casi dos años. Nadie sin excepción, podría acercarse a menos de 10 metros de Putin. Nadie sin una previa prueba covid negativa, podría estar en la misma habitación que el presidente, las imágenes de Putin reuniéndose con colaboradores “cercanos” u otros líderes, a varios metros de distancia resultan por demás ridículas y socavan mucha de la previa imagen del temerario Putin.
Así, el covid en parte derrotó y trajo abajo la imagen del todopoderoso Putin. Internet y las redes sociales habían sido parte fundamental para promover la imagen de Putin como gran estratega, manipulador y negociador. Putin se convirtió en el gran “influencer” de nuestra época reciente. Apoyado por un enorme equipo tras de él, como todo “influencer”. El momento cúspide de Putin, el influencer, fue cuando gracias a su ejército de bots, pudo inyectar caos en las elecciones estadounidenses, que dieron como triunfador a Donald Trump. No podría afirmar que Trump era el candidato de Putin, o que era un agente ruso. Pero si puedo afirmar que la plena intensión de Putin era traer el caos y la polarización a la población de los EEUU. Y tuvo mucho éxito en ésta tarea. Putin había encontrado la manera de utilizar a su favor la transparencia, la democracia y la libertad del sistema estadounidense para iniciar su tarea de “dividir y conquistar”
Hay que dejar algo claro, Putin no fue, ni es un súper espía, tampoco un militar condecorado o un héroe de guerra. Putin fue un burócrata, que supo manejarse durante las épocas turbias de la caída de la URSS, no rompió sus contactos con el aparato de seguridad secreto ruso, estableció conexiones con el gobierno de Boris Yeltsin, y después supo cómo darle la espalda a sus colaboradores y destruir a todo aquel, que en algún momento pensó en controlarlo y utilizarlo. Pero Putin no es James Bond, ni Napoleón. Podría ser un personaje más cercano al Padrino de Mario Puzo, y eso lo aleja de ser infalible. Es posible que el peor error de la carrera de Putin haya sido su “operación militar” al interior de Ucrania. Seguramente Putin consideró un par de días para apoderarse de Ucrania, es difícil pensar que en algún momento Putin creyó que la tarea le tomaría casi un mes sin poder realizarla. El hecho de que muchos de sus allegados dudaran del éxito de tal tarea, de la forma en que Putin la pensó inicialmente, nos habla de la desconexión del líder, incluso, de sus colaboradores más cercanos.
Putin no es un gran estratega militar, aunque RT y Sputnik nos lo vendieron así por décadas. Su planeación para invadir Ucrania fue fallida, sus generales más cercanos no estaban preparados, ni convencidos de la operación. Sus tropas no estaban listas, ni adiestrados de la forma correcta, ni siquiera habían sido informados de forma adecuada, muchos pensaron que sólo ingresarían y serian recibidos como salvadores. No fue así. El cálculo de un ataque relámpago fue erróneo. La prueba serían los tanques y demás unidades paradas, y abandonadas en los caminos de Ucrania por falta de gasolina, refacciones y municiones, se esperaba una batalla de un par de días, no de tres semanas. La operación sólo evidenció el mal estado y la mala condición de las tropas rusas, así cómo el desvío de recursos que supuestamente se habían destinado a construir y comprar armamento y que al final, al parecer, los recursos se quedaron en el bolsillo del gobierno ruso.
La decisión de invadir Ucrania, fue una demasiado precipitada, e impulsiva, Putin sabía que después de mediados de año, Ucrania reforzaría sus líneas de defensa y que buscaría la cercanía a la OTAN, por ello, sin la previa preparación adecuada, se lanzó al ataque. Putin no consideró muchas variables importantes que le representarían un costo muy alto. El primero de ellos, la capacidad propagandística de Ucrania, que rápidamente construyó historias fabulosas que posicionaron a Ucrania como los “buenos de la película”, el presidente Ucraniano, Volodimir Zelensky se convirtió en el “rey Leónidas” de Esparta, y Ucrania en los “300” que enfrentaban al inmenso ejército persa. Imposible vencer esa narrativa, de la noche a la mañana, Putin se convirtió en el villano más odiado del planeta, poniendo en grandes aprietos a sus más cercanos aliados como China, Hungría y el Partido Republicano de los EEUU, al tiempo que Zelensky se convertiría en el gran héroe de guerra.
Las redes sociales que habían sido un instrumento poderoso en manos de las granjas de bots rusos, fueron también, la vía por la cual ingresaron noticias a Rusia sobre la ilegalidad de los ataques, sobre la despiadada ofensiva no sólo contra objetivos militares, sino contra civiles desarmados. Ya no era una guerra como en el pasado, en el que el atacante podría controlar la narrativa y engañar a la población haciéndole creer que una amenaza externa debía ser combatida, la población civil de Ucrania, de Rusia, de Europa, de los EEUU y de todo el mundo, tenía contactos entre sí, en Facebook, Instagram, Twitter y TikTok, y todos sabían que no era un tema de odio entre naciones, sino de intereses personales injustificados del gobierno de Putin. De la noche a la mañana, también, los ciudadanos rusos se habían vuelto opositores a la invasión y el descontento crecía entre el mismo pueblo ruso que desaprobaba la acción de su gobierno y salía a las calles a protestar. Putin terminó derrumbando su imagen de estratega, con un discurso de polarización y de oído hacia el pueblo ruso declarando traidores con palabras insultantes, a aquellos que se oponen a sus deseos de conquista, lo cual sólo reafirmó su recientemente adquirida imagen de autócrata despótico.
Otro factor decisivo que no permitió a Putin el triunfo de forma relámpago, fue omitir existencia del joven y exitoso Ministerio de Transformación Digital Ucraniano, quienes lograron contrarrestar la propaganda rusa y los ataques cibernéticos de la ofensiva de Putin. Un Ministerio que estaba relacionado de forma exitosa con grande compañías de tecnología y que no le resultó difícil conjuntar los esfuerzos de varias de éstas empresas, como Apple, Microsoft y Dell, así como de plataformas de redes sociales como Facebook, Instagram, Twitter y TikTok, quienes de inmediato ejercieron un boicot contra Rusia. Putin no contempló que se adentraba en el primer conflicto armado que estaría siendo monitoreado en tiempo real vía Internet. Muchos nos daríamos cuenta mediante las redes y en video, de las atrocidades cometidas en Ucrania en tiempo real, sin edición de alguna agencia de gobierno. Traducir la propaganda existente dentro de Rusia, y las noticias del exterior, no sería gran dificultad, La información fluirá de forma más o menos rápida y veloz. Ocultar la realidad no sería cosa fácil para Putin. Ese fue un gran error que Putin no contempló.
A diferencia de épocas anteriores, Rusia no es una gran potencia económica como en la época soviética, los EEUU si lo son. Putin tal vez pensó que podía usar a China y ponerlos de su lado, lo cual sin duda hubiera aumentado su peso en el conflicto. También en eso, el “gran estratega” erró. Las economías de los EEUU y China están entrelazadas. Los EEUU son un gran mercado para China, y China es la gran fábrica de los EEUU. Atacas uno y afectas al otro. De igual forma, Ucrania y la Unión Europea son grandes socios comerciales de China, a mayor escala que Rusia, por lo cual, difícilmente China, daría su respaldo completo a Putin, y es un hecho que de llevarse a cabo un ataque a gran escala contra Occidente, seguramente China terminaría, de forma decisiva, dándole la espada a Rusia. Putin sigue obsesionado con las épocas de imperialismo soviético, pero no se ha percatado que lo único que está trayendo de esas épocas, son las penurias vividas bajo el yugo soviético. Incomunicados, con una economía decadente, sin transparencia y en medio de la represión. La visión inicial de Putin era dividir a Europa y a Occidente utilizando la era de la hiper información. Los resultados a largo plazo han sido contrarios. Occidente se ha unido más. Y la hiper información lo ha dejado expuesto como el tirano que es.
Armas empiezan a fluir hacia Europa, y eso hará crecer aún más la paranoia en la mente de Putin. La polarización que creó al exterior de Rusia, ahora se ha convertido en unidad, y varios de los colaboradores de Rusia ahora están en la disyuntiva entre seguir apoyando a Putin y perder el apoyo en sus respectivas naciones, como en el caso particular del primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, el colaborador más cercano de Putin dentro de la Unión Europea y que se verá fuertemente afectado por la caída de imagen de Putin, en las siguientes elecciones en Abril. En apenas tres semanas Putin se está dando cuenta que ha cometido el error impensable por décadas. Actuar de forma impulsiva. Mostrarse como un cobarde que se mantiene a distancia de su misma gente y que se esconde en un bunker, o peor aún, ha puesto de manifiesto que es un déspota dispuesto a enviar a su gente a morir en una guerra con engaños. Para Ucrania vendrá la negociación difícil para terminar la guerra, la neutralidad al estilo de Suiza, Suecia o Finlandia, o convertirse en la nueva Berlín. Un país dividido que se convierte en la actual frontera entre Occidente y el imperio neo soviético de Putin.
Para Putin tampoco será fácil, ha perdido gran parte del apoyo global y local que tenía. Su imagen de líder y estratega todopoderoso e infalible se ha venido abajo como las viejas estatuas de Lenin. Rusia se ha convertido en un paria global y si China les da la espalda por completo, el sueño de Putin colapsará de forma definitiva. Putin podrá ser el hombre de fuerte en Rusia. Pero lo es gracias al respaldo de la oligarquía, la mafia, el ejército, pero sobre todo, gracias al apoyo del Servicio de Seguridad Federal, la vieja KGB, de dónde nadie sale vivo, y cuyo actual líder, Alexander Bortnikov, se especula cada vez más, será el sucesor de Putin en caso de que se tensen más las relaciones con Occidente en el corto o largo plazo. Putin puso su reloj propio en cuenta regresiva y el tiempo se le está agotando.
Putin simplemente no pudo en Ucrania, y aunque gane por pura inercia, será más lo que pierda
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La pandemia enloqueció a todos
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