Por: Rolando J. Vivas

Comencé a leer cómics de muy niño (gracias mamá), aprendí a leer gracias a las historias de Stan Lee, años antes de entrar a la primaria. La curiosidad resultó mucho mejor “maestra”, que mis maestros. Mis cómics favoritos siempre fueron los de Marvel, sus personajes eran seres atribulados con problemas similares a los de la vida real. Esto es algo que no pude hallar en el momento en los cómics de la DC. Las historias de la Marvel, y en particular las de Stan Lee, apuntaban a un ser pensante, que podía entender temas de mitología, de ciencia ficción e incluso de ciencia real. Sin duda Marvel ofrecía un nivel de reflexión y creatividad que resultaría fértil en mentes inquietas como la mía. La psicología de personajes como Spider Man, los Cuatro Fantásticos, Daredevil, los X Men, Hulk y Iron Man, no eran poca cosa, invitaban a la reflexión profunda en todo momento. Por un lado Spider Man y la adolescencia, los Cuatro Fantásticos y los roles de la familia en los 60s, Daredevil y el debate entre la justicia y la moral, los X Men y el racismo y la discriminación, Hulk y las emociones, y Iron Man y el industrialismo y el alcoholismo, no eran temas de cuentos de hadas. Ninguno de éstos personajes eran “dioses” intachables e indestructibles como Superman.
Diré que para mi hubo una “época dorada” de los cómics de Marvel, principalmente en los 70s y parte de los 80s, despúes, la obsesión por los llamados “crossovers” con fines comerciales, destruyeron mucho de lo que representaba Marvel para mi. Hubo que buscar nuevos horizontes y la evolución natural de los cómics de Marvel, para mí, serían las novelas gráficas. En algún momento, escritores como Frank Miller, Grant Morrison y Alan Moore, decidieron llevar el mundo del cómic a un nuevo nivel insospechado por muchos, llevaron de la mano al público que había crecido con Marvel, a un universo de mayor complejidad y de creatividad desbordante. Siempre les llamaré cómics, la realidad es que eran novelas, y con Miller, Morrison y Moore, se convirtieron en un verdadero arte, retador y reflexivo, no apto para mentes pasivas. Miller y Morrison demostraron con sus novelas, que se podía ir más allá del papel y crear un universo visual de la mano de la pantalla grande. Las obras de Moore serían aún más complejas, historias paralelas, historias no lineales podrían traer a la mente las obras de Garcia Marquez, Borges o Cortázar, por ejemplo. La relación de Moore con la pantalla grande sería muy complicada. Parecería que Moore estaba más interesado en convertirse en un novelista formal, que en parte del mundo del cine o de la televisión. ¿Alguien se atrevería a llevar a la pantalla Cien Años de Soledad, por ejemplo?
Vendría una enorme ola de películas de Marvel en años recientes, muchas de ellas, apenas basadas en las historias originales. Muchas de ellas un tanto dislocados de sus orígenes. Un cine que dificilmente podría considerar del todo inteligente, un cine basado en la explotación, en el mundo del “crossover” que tanto daño hizo a Marvel en alguna época. El cine de super héroes liderado por Marvel hoy en día, dista mucho de lo que los cómics originales significaban. Es un cine que apuesta por lo seguro, que apuesta por lo espectacular y por consecuencia en lo superficial. Hay poco rescatable en éstas películas, hay mucho relleno que no vale la pena ni siquiera pensar en él. Mientras que Marvel y Disney apuestan más por los efectos especiales y las historias vagas, hay pocos recursos otorgados a creadores que realmente podrían hacer algo revolucionario con las mejores historias de Marvel y llevarlos a la pantalla. Hay cero o nulo apoyo a las obras de Miller, de Morrison, de Moore o de Gaiman, y es que la gente, aparentemente va al cine no a pensar, sino a divertirse de forma insulsa (Los Increíbles, una caricatura de superhéroes, sería una gran excepción). En lo personal pienso que lo que se hizo con la serie WandaVision, hace unos meses, fue precisamente esa necesaria inmersión en hacer algo realmente diferente en el mundo de los cómics, de la forma en que originalmente lo tenía concebido Stan Lee.
Claro que 300 fue un éxito de taquilla, pero Watchmen no lo fue. Se pudo haber hecho mucho más con la historia de Moore, con esa y con V de Vendetta, o la Liga de Caballeros Extraordinarios. Las obras de Moore dan para eso y más. Las historias de Morrison podrían ir más allá de la serie Happy! En Netflix, Hay que recordar que sin The Invisibles, probablemente no habría The Matrix. Seguramente nadie apostó a The Matrix de los Wachowski originalmente, seguramente el éxito fue inesperado. De igual forma, una gran oportunidad de hacer cine de “novelas gráficas” se pierde al enfocarse únicamente en los aspectos más superficiales e infantiles del cine de superhéroes y desechar la oportunidad de trabajar con esas grandes historias no lineares. Pero no todo está perdido, y creanme que mi fe, en ésta forma de arte se incrementa cada vez más gracias a otros medios alternativos al cine, por ejemplo, las plataformas de streaming (cómo WandaVision que ya mencioné) y las series de televisión. Para muestra un gran ejemplo, The Boys del director Eric Kripke, basado en el cómic de Garth Ennis y Darick Robertson. Dos temporadas espectaculares que nos ha traido Amazon y una tercera que ha comenzado de forma asombrosa, respaldan a ésta nueva forma de hacer cine de superhéroes de forma retadora y audaz.
The Boys es una serie estadounidense que bien pudo salir de la mente de Alan Moore. En cierta forma me recuerda a la dinámica de los Watchmen, pero va aún más allá. No sólo los superhéroes son personajes cuestionables en ésta serie, sino que son los villanos indiscutibles, seres con multiples defectos y vicios (como en cinta de Rainer Werner Fassbinder), que además son controlados y manipulados por grandes corporaciones. Aquí los héroes verdaderos son los seres humanos que se enfrentan a éstos seres con super poderes que fueron creados por esas malévolas y gigantescas megacorporaciones, como la Omni Consumer Products que creó a RoboCop. Al final nos damos cuenta que el ser humano sigue siendo el ser más peligroso, incluso más allá de los superhéroes. De esa forma regreso a mi fascinación por personajes como Lex Luthor, el eterno archi rival de Superman, un ser humano, que constantemente pone en jaque a un personaje con características de un semidios, o el Ozymandias de los Watchmen, que podía incluso engañar al todopoderoso Doctor Manhattan. Insisto, cualquier superhéroe, por más poderoso que fuese, no debería ser rival para el ingenio humano. ¿No fue el mismo Doctor Doom, otro genio, el que en algún momento derrotó a Galactus y al Beyonder?
La temporada 3 de The Boys comenzó con el pie derecho, explotando al máximo los recursos del medio y yendo incluso más allá del comic original. He escuchado comentarios de varias fuentes confiables que señalan las obvias diferencias entre la serie y el cómic, y muchos de ellos manifiestan que los cambios que se han hecho a la serie comparada con el cómic, han sido bastante positivos. Una abundante dosis de gore digna de la estética de Tarantino o David Fincher, pareciera estar llevando a The Boys a un sitio muy especial en el mundo de las novelas gráficas y las series de televisión, y lo mejor es que Amazon parece estar empujando fuertemente para que The Boys se convierta en un auténtico fenómeno de las series de superhéroes, muy por encima de lo que hay en Netflix o en Disney. Si alguien pensó en algún momento ¿Porqué Ant Man no se hizo pequeño, entro por el trasero de Thanos y creció para destruirlo? La respuesta a ésta incógnita la pueden encontrar en la tercera temporada de The Boys. Si alguien pensó que hay algo turbio en la relación entre Batman y Robin, o entre el Capitán América y Bucky, La respuesta a ésta incógnita la pueden encontrar en la tercera temporada de The Boys. Definitivamente Amazon está haciendo algo que las demás plataformas de streaming no se atrevieron, y le está dando un sitio muy digno y relevante a las historias de superhéroes. Esa genialidad de incluir en la historia toques de NXIVM, de los “datos alternativos”, de la ultraderecha, del supremacismo, de la cultura “woke”, la “incel”, la portación de armas, entre otros toques de realidad pertenecientes al mundo actual, no deja de ser parte del encanto de una de las mejores series de la historia reciente.