Por: Rolando J. Vivas

Hay personajes que se adelantaron a su época o que estuvieron en el sitio equivocado y por ello la historia nunca les dio esa oportunidad. Boris Johnson la tuvo, sin duda Johnson es una figura del momento, estuvo en el momento justo y en el sitio correcto para ascender al puesto de Primer Ministro del Reino Unido, algo que muchos pudieran haberse pensado inconcebible en algun momento, pero en el mundo de Brexit y de Donald Trump, lo imposible en la política, no está tan lejos de ser una realidad. La llegada del populismo, de la polarización y la posverdad, parecerían haber sido hechos a la medida de Johnson, sin duda lo ayudaron a llegar al poder, pero también éstas condiciones, hicieron de la administración de Johnson, una carente de disciplina y una bastante efímera.

Un personaje popular desde su juventud por sus actitudes excéntricas y excesivas, Johnson comenzó a ganar notoriedad a finales de los 80s, escribiendo columnas para varios diarios conservadores en el Reino Unido. Su primer trabajo notable sería en el Daily Telegraph, en dónde puso de manifiesto su talento para la escritura, ganándose la simpatía de los lectores conservadores y de clase media. Poco a poco Johnson fue mostrando su inclinación por la crítica y la sátira, especializándose principalmente en duras críticas con un humor corrosivo dirigidas a los altos mandos de la Unión Europea en Bruselas, era claro que en Johnson latía un sentimiento anti Europeísta, explotando un nicho y un rechazo por parte de la población hacia el mando meta nacional de la Unión Europea y que lo iría acercando a ese movimiento de forma casi imperceptible.

El sensacionalismo se fue apoderando de la escritura de Johnson y eso lo hizo aún más popular, un sentimiento anti Unión Europea y anti élites comenzaba a crecer en el Reino Unido y Johnson estaba en el lugar exacto en el momento justo ara subir a la ola, aunque sus artículos cada vez se alejaban más de la objetividad. Johnson logró integrar con sus columnas, a sectores conservadores al sentimiento anti Unión Europea, algo que sin duda sumaba seguidores al Partido Conservador y restaba seguidores al Partido Laboral que tradicionalmente se había opuesto hasta entonces a la integración con la Unión Europea. Sus ataques al integracionismo lo convertirían en el principal rival en los medios del entonces primer ministro conservador John Major.

Para los 90s, Johnson era ya una influyente figura en el sector conservador y había logrado polarizar y radicalizar al interior del Partido Conservador, dividiendo a muchos de los miembros entre creyentes y no creyentes del intergracionsimo a la Unión Europea. Tan efectiva sería les escritura de Johnson (la ex primer ministro, la Dama de Hierro, Margaret Thatcher, se declararía admiradora y seguidora de Johnson), que consiguió radicalizar fuertemente a parte del Partido Conservador y de ésta forma, influyó para la creación de movimientos anti Unión Europea que derivarían en la creación del nefasto UKIP o Partido de la Independencia del Reino Unido, bajo el liderazgo de Nigel Farage. Una década despúes bastaria para que Johnson comenzara a aparecer en la televisión, convirtiéndose en una figura nacional, siendo invitado a una gran variedad de programas.

Quizá la época más radical de Johnson, fue al aceptar en 1999, el puesto como editor de el diario de derecha The Spectator. Johnson estaba decidido a hacer crecer su influencia y aumentar el número de lectores de el diario. Así Johnson fue poco a poco abriendose a los extremos, por un lado, permitía a columnistas de izquierda aparecer de forma más regular en el diario, y por otro permitía que columnistas de la derecha radical aparecieran por primer vez en un diario de alcance nacional. Sería entonces cuando Johnson comenzaría a centrar su atención en la política y cómo parte del Partido Conservador, su admiración por personajes como Benjamin Disraeli y Winston Churchill, lo había llevado a transitar la ruta de la literatura, a la política, con una visión transversal que iba de la derecha a la izquierda, al igual que la del célebre ministro y hombre fuerte del Reino Unido. Johnson escribiría una biografía de Churchill, al leerla, me llamó la atención la admiración tan profunda de Johnson por Churchill. En las primeras páginas de ésta, manifestaba Johnson con preocupación, que cada vez menos ingleses recordaban la importancia de Churchill en la historia del Reino Unido.

Su popularidad en los medios, serviría de puente para lograr un asiento dentro del gobierno del Reino Unido, siempre polarizante por su estilo carente de disciplina, Johnson sería una figura apreciada por algunos y detestada por otros. Al igual que Churchill, en ocasiones se opondría férreamente a las líneas dictadas por la cúpula del partido. Johnson se convertiría así en una muy curiosa figura dentro de la política inglesa, combinando la política, su trabajo como editor de The Spectator y además convirtiéndose en un popular ciclista. En esa época, Johnson se vería obligado a dejar su puesto en el diario y en el gobierno, luego de revelarse varios escándalos en dónde Johnson se relacionaba con algunas colaboradoras. Johnson retomaría sus actividades como columnista y como presentador en televisión, lo cual lo convertiría en una figura popular a nivel nacional y le abriría el camino a un regreso a la política, aún con mayor fuerza. Para el año 2007, en que Boris se lanzó como candidato a alcalde de Londres, su popularidad sobrepasó divisiones políticas, muchos admitieron votar por Johnson porque era un “tipo divertido que los hacía reir”.

Durante el confuso período conocido como el pre Brexit, Johnson se alineó con la inicitiva de separar al Reino Unido de la Unión Europea. Su labor como columnista escéptico del integracionismo europeo, su popularidad en los medios y la visibilidad obtenida por su trabajo como alcalde de Londres, lo convirtieron en una prominente figura durante éste período. Johnson se convirtió en uno de los líderes que aseguraban que la salida del RU de la Unión Europea no sería una catástrofe. Enfrentamientos contra Barack Obama y contra Recep Tayyip Erdogan, le darían a Johnson una visibilidad internacional, en su deseo de defender la inicitiva de abandonar la Unión Europea, Johnson había atacado a Obama señalando su “ascendencia africana” como una razón para atacar al colonialista Reino Unido, mientras que comentaba su desacuerdo en que Turquía fuera considerada para integrarse al Reino Unido, todos éstos comentarios darían a Johnson una reputación de racista y de intolerante, pero que le ganarían bastante apoyo dentro de los círculos más radicales del Partido Conservador.

Justo en medio del torbellino del Brexit, el triunfo del voto por salir y de la renuncia del primer ministro y líder del partido, David Cameron, todo apuntaba a que Boris Johnson se convertiría en el nuevo líder y Primer Ministro del Reino Unido, sus comentarios sobre Obama y sobre Turquía lo habían posicionado como la versión inglesa de Donald Trump, y le daban el apoyo total de la ultraderecha. Sería hasta que uno de sus principales colaboradores, Michael Gove, señalara que “Johnson no tenía el liderazgo para llevar a cabo la labor de Primer Ministro”, que Johnson declinara el puesto. La nueva Primer Ministro, la conservadora Theresa May, nombraría a Johnson ministro de relaciones exteriores, un puesto que muchos verían como un castigo para Johnson, poniéndolo a arreglar el desorden que había creado la detonación del Brexit, obviamente buscando el fracaso de la carrera de Johnson.

La labor de Johnson al exterior del Reino Unido, le valió una mayor visibilidad internacional, aquello que lo había llevado a ser una figura central del escepticismo hacia la Unión Europea, incluso cercana a la ultraderecha europea, que se había fortalecidos gracias al triunfo electoral de Donald Trump y la injerencia rusa instigada por Vladimir Putin. Así Johnson se convertía una vez más en una de las figuras políticas más importantes del momento, tanto que luego de la renuncia de Theresa May, ante su incapacidad de llevar a buen término el proceso del Brexit, Johnson quedaba como la única figura que podía ocupar el puesto, lo cual logró en el año 2019, anunciando que la salida de la Unión Europea sería inmediata y de forma dura, con o sin acuerdo. Muchos pensarían que Johnson mostraría una cara dura de la derecha en el Reino Unido, aunque la realidad es que Johnson siempre tuvo un lado liberal, al igual que su admirado Churchill. Sería hasta la época de la pandemia en que Johnson tendría una cadena de desaciertos y aciertos que definirían lo que sería su breve período como el hombre fuerte del Reino Unido.

Al inicio, todo parecía indicar que Johnson se alineaba al trumpismo y a la ultraderecha, su rechazo a atender la contingencia sanitaria y a disparar un adecuado programa de vacunación provocaron que el Reino Unido fuera sacudido fuertemente durante la primer ola de Covid. Johnson actuó de forma ineficiente para combatir la pandemia y esto provocó un duro golpe económico y social para el RU. Johnson minimizó la pandemia y se negó a aplicar cuarentenas. Durante éste período inicial, Johnson se mostró decidido a defender “la libertad” de los ingleses a salir a las calles a reunirse, Johnson se negaba a usar cubrebocas y a mantener la distancia social, ésto hasta que contrajo el virus y tuvo que ser llevado a terapia intensiva por fuertes complicaciones. No cabe duda que Johnson vio su vida correr peligro al enfermar de Covid, tanto que de inmediato, al restablecerse, tomó fuertes medidas para aislar a la población y ejecutar un eficiente programa de vacunación que rápidamente cubrió a toda la población antes que muchas otras naciones, un acierto de Johnson había sido que había logrado proteger a los ingleses y ganar en gran parte la batalla al Covid de forma más efectiva que otros países en Europa.

Uno de los puntos más débiles de la administración de Johnson fue el tema de la disciplina, difícil ser un ejemplo de esto, cuando de sobra sabemos sobre la personalidad de Johnson. Difícil mantener el órden en su gabinete cuando el principal “desordenado” era Johnson precisamente. Así, sus ministros y el mismo Johnson fueron descubiertos en reuniones y fiestas (el llamado Party Gate) mientras el Reino Unido era sometido a una dura cuarentena. Me pareció lamentable que cuando Johnson fue duramente cuestionado, detonó rapidamente una “cortina de humo” declarando al Reino Unido libre de Covid y quitando toda restricción sanitaria, una acción obviamente irresponsable y que comenzó a erosionar la credibilidad del gobierno de Johnson. A esto se sumarían escándalos de corrupción y de mala conducta sexual de algunos de sus ministros lo cual dejó a Johnson en una posición completamente débil y vulnerable.

Me llama la atención que hace apenas unos días Johnson hacia una dura crítica a Vladimir Putin, señalando que “si Putin fuera mujer, seguramente no habría conflicto armado en Ucrania”, algo que no sólo detonó una inexacta respuesta de Putin, haciendo alusión a Margaret Thatcher y la guerra de Las Malvinas, acto seguido se daba de forma masiva una renuncia de ministros y demás miembros del gabinete de Johnson (mas de 100 funcionarios en 2 dias). El gobierno de Johnson, que había sobrevivido varios escándalos, se desintegraba de forma inmediata, dejando en evidencia, que Johnson había sido derrotado políticamente. Johnson ya ha anunciado su renuncia, seguirá, hasta que sea designado su sucesor (posiblemente Ben Wallace, ministro de defensa y aliado cercano de Johnson). Dificil pensar que el Partido Laborista pudiera aprovechar el momento. Johnson ha impregnado al Reino Unido del desorden y caos que dominaba su vida. Un hombre que se anticipó al populismo, a la polarización y a la posverdad, y que estar en el sitio correcto y en el momento justo, lo llevaron al poder. La fuerte influencia de los oligarcas rusos en el Reino Unido es imposible de negar. El capital ruso es omnipresente en Londres, alguna vez ombligo financiero de Europa. Pensar que la crítica a Putin pudo haber detonado semejante reacción, queda en el aire, para pensarse seriamente. Políticos y oligarcas rusos hoy festejan la cauda de Johnson, señalando que “el payaso estúpido tuvo un final sin gloria”. Para Putin, por el momento, el caos politico le favorece a medida que, el Reino Unido, aliado de Ucrania, entrará en un período de intensa lucha interna para denominar al sucesor de Johnson.

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