
Por: Rolando J. Vivas
Las guerras siempre conllevan un tema económico por lo general. Alguien siempre obtiene un beneficio al iniciar o participar en una guerra (por lo general las comenzamos los hombres ya que en los genes traemos escrita la aventura, la osadía, la imprudencia y la insensatez), y aunque por lo general, el concepto anteriormente vigente de guerra llevaba obviamente un tema de enfrentamiento armado, éste comienza a transformarse en una nueva realidad en tiempos modernos. La incursión armada de Rusia en territorio de Ucrania, nos deja en claro cuan anticuado estaba el modelo de guerra en Rusia, aunque también hay que señalar lo rápido que ha aprendido el señor Putin sobre el tema. La incursión armada en Ucrania fue un soberano desastre para el señor Putin (seis meses de desastre tras desastre), derivado de una pésima planeación, no sólo ha unido a la Unión Europea y a la OTAN, también ha dividio a sus aliados dentro del la UE, como en el caso de Polonia que ha marcado distancia con la Hungría del racista y supremacista Viktor Orbán, también ha enfrentado a Rusia contra la nueva “gran arma moderna”, la sanciones económicas, sanciones que han ido desde el retiro de empresas de territorio ruso, bloqueos en cuentas de oligarcas cercanos al circulo de poder de Putin (prohibiéndole hacer negocios con empresas en Occidente) y fuertes penalizaciones económicas que han hundido a la economía rusa a niveles no antes vistos desde las épocas del colapso del imperio soviético.
Las sanciones económicas se han convertido en la nueva “arma de destrucción masiva”, una bastante cruel ya impacta directamente a toda la economía de un país, y por consecuencia, a todos los ciudadanos, desde los más adinerados, hasta los más indefensos. Los EEUU han dejado clara su negativa a enfrascarse en un conflicto armado, pero han hecho especial enfásis en la guerra económica como el siguiente “paso evolutivo” en el universo de los conflictos entre naciones a escala global. Para Putin, su guerra armada ha resultado bastante costosa e infructuosa, pudiendo convertirse en una auténtica calamidad para el dictador ruso, que ya contempla la posiblidad de huir del país hacia Siria o Irán, en caso de resultar derrotado en la guerra (se dice que cada vez está más paranoico, considerando que su círculo mas cercano ya le pide la retirada de las tropas de Ucrania). Por otro lado, el sistema de extorsión que Putin había ejercido por muchos años, aprovechando su ventaja en temas de recursos energéticos, ha subido de nivel, se ha vuelto más dañino y menos controlado. Lo de Putin, cómo buen matón de poca monta, ha sido la extorsión, la guerra de frente, lo sabemos ya de frente, nunca le ha funcionado.
Rusia ha respondido no sólo a los EEUU, sino a Occidente con acciones económicas de la misma indole que muchas de las sanciones que ha recibido. Obviamente ha utilizado sus grandes reservas de petróleo y gas para extorsionar y manipular a toda Europa, ha castigado a Alemania y a Finlandia con recortes de gas, ha condicionado la venta de petróleo a pagos en rublos y ha amenazado con detener el abasto de éstos dos combustibles en vísperas del invierno, lo cual pudiera representar una jugada brutal, aunque también podría cada vez más aislar a Rusia del mundo. Otra estrategia ha sido la de bloquear las rutas de comercio y cadenas de suministro de granos provenientes de Ucrania, lo cual, además de afectar a Europa, ha tenido repercusiones en Africa y en el mundo en general. Así, sumados los eventos energéticos y alimentarios, Putin ha puesto presión en el mundo entero mediante éste bloqueo y extorsión sobre dos factores que han coadyuvado fuertemente al duro aumento de la inflación a nivel global. Si los EEUU y Occidente han castigado a Rusia con fuertes sanciones económicas, ahora Putin, ejerciendo acciones de verdadero terrorismo económico, ha lanzado al mundo entero a una espiral ascendente inflacionario que sin duda puede ser catalogada como una acción perteneciente a una guerra económica a nivel mundial.
Pero no sólo los EEUU, Occidente, Rusia y Ucrania parecen haberse enfrascado en una guerra económica de escala global, China también ha entrado en éste juego y ha utilizado su poder e influencia económica para “castigar” a los EEUU por la reciente visita de la congresista Nancy Pelosi a Taiwan. China y el Partido Comunista Chino, no sólo tiene catalogada de mala manera a Pelosi, debido a su participación en protestas posteriores a la llamada masacre en la Plaza de Tiananmen a inicios de los 90s. También considera a Taiwan territorio chino y por lo tanto, ha llamado a la visita de Pelosi, un ataque a la soberanía china. Primero vinieron las amenazas bélicas, las cuales los EEUU y Pelosi simplemente ignoraron, despúes vinieron algunos ejercicios de lanzamiento de misiles al océano, como mera forma de amagar, nada cómo poder deshacerse de unos cuantos misiles viejos y arrojarlos al océano. Pero despúes vendría la avanzada china en forma de congelamiento de inversión China en los EEUU, prohibición a empresas chinas de hacer negocios con la familia de Nancy Pelosi y finalmente el bloqueo de suministro de componentes electrónicos desde las fábricas de empresas estadounidenses de tecnología en China. Una estrategia bastante cruel si consideramos que China aprendió ésta estrategia durante los años de la pandemia, de los cierres de planetas, de los confinamientos y de las saturaciones en puertos.
China ha aprendido de forma dolorosa la importancia de las cadenas de suministro que parten por lo general de la producción y manufactura detonada en su territorio, el mundo entero convirtió a China en su “fábrica” y los cierres por la pandemia resultaron dolorosos para todo el mundo. Ahora China sabe que tiene el poder para detener el flujo de componentes y afectar de forma brutal a las economías mundiales. Estas “sanciones” aplicadas por China, han dado un fuerte golpe a la fortaleza del dólar y podría afectar fuertemente a los EEUU que se dirigen casi a una recesión. China ha convertido a las cadenas de suministro en una poderosa arma económica que sumaría también, al fenómeno de inflación global, volviéndola aún más peligrosa y dañina. Sin duda los EEUU se encuentran ahora combatiendo en dos frentes, el ruso y el chino, y esto pudiera complicar bastante la recuperación económica y el crecimiento del mundo entero en los próximos años. No es muy aventurado señalar que estamos realmente en las primeras etapas de una guerra mundial. Una guerra, no bajo el concepto bélico del pasado, que Putin ya nos mostró, ya no funciona, sino un nuevo tipo de guerra mundial de forma económica, una Guerra Mundial “$”.
La escalada de agresiones económicas podría seguir con los EEUU imponiendo sanciones económicas ahora a China. China necesita la inversión, y las grandes empresas de tecnología estadounidenses necesitan por el momento a China, éste proceso de intercambio de agresiones económicas en dos enormes economías entrelazadas, podría terminar con el desmembramiento de ambas naciones y en un proceso acelerado de desglobalización, que ya se ha comenzado de forma moderada. Los EEUU comienzan a retirar sus fábricas de China (un golpe aún más duro para China, a la que no la he ido muy bien durante la pandemia) y a relocalizarlas en sitios más cercanos y de mano de obra competitiva. Pudiera todo esto ser un golpe económico para los EEUU en el corto plazo, pero podría resultar en un aislamiento y atraso socioeconómico para China. La desglobalización traería como consecuencia un golpe en el empleo y en el nivel económico de los ciudadanos chinos, también en un atraso tecnológico, algo que resultará preocupante para el gobierno chino, considerando que ha entrado ya en un periódo de desaceleración en el crecimiento económico, y que éste se acentuó aún más con los nuevos rebrotes del Covid y la cero tolerancia por parte del gobierno.
Pero China no serían los únicos que pudieran usar los componentes tecnológicos como “arma económica”. Hay que recordar que Taiwan es líder a nivel mundial en el tema de conductores y otros mini componentes tecnológicos y en épocas de escasez post pandemia, su rol en el sector tecnológico y en la economía global es clave. Taiwan podría sancionar también a China “castigándolos” con bloqueos en el comercio de componentes de tecnologia (algo que los expertos han denominado el “escudo de silicio” de Taiwan. Lejos han quedado ya los tiempos de los conflictos armados, la globalización se ha convertido en un buen seguro de paz, evitando que las naciones se enfrasquen en conflictos armados, pero las economías se han entrelazado tanto, que ahora todos pueden “jalar el hilo” y causar daño a alguien más sin disparar una arma. Aunque las consecuencias de ataques económicas tienen alcances enormes, como vemos en Rusia, toda la población sufre los estragos derivados de decisiones de unos cuantos.
¿Pudiera ser ésta una oportunidad para México y otros países por el tema de la llamada “desglobalización”? Definitivamente si, pero sólo si México está realmente decidio a fortalecer su estado de derecho y su marco legal es respetuoso y cordial con la inversión extranjera, y sólo si está decidido a integrarse de forma más intensiva con la economía de los EEUU. Seguramente México se va a beneficiar en el corto plazo, pero ésta podría ser nuevamente una oportunidad para el desarrollo de la inversión extranjera y sobre todo para la evolución de la fuerza laboral en México, buscar que ésta esté mejor preparada, dejar atrás en algún momento la fase de “manufacturas”, como hizo China y poder pasar a una fase de diseño, algo que la ha funcionado muy bien a países como Italia, que siendo de un tamaño mucho menor que México, ha utilizado ésta vocación por el diseño, la innovación y la creación de marcas, para tener una economía del mismo tamaño que la mexicana.
Increíble pensar en éstos momentos en las declaraciones de Putin ofreciendo armamento a países de Latinoamérica, Asia y Africa, para “defender su soberanía”, sin duda, en una era de Guerras Mundiales $, Putin sigue pensando en el pasado, en encontrar un mercado para su armamento ya obsoleto en éstos tiempos, que ha quedado por demás expuesto durante la confrontación con Ucrania. Así hemos visto como ese armamento con el que tanto amenazó al mundo, aunque es de cuidado, en su mayoría es material tan obsoleto como el de países como Corea del Norte. Mientras que los EEUU, China y Taiwan, continuarán con esos golpes económicos bajo la mesa, veremos a una Rusia cada vez hundirse más y más en el pasado, con su “vocación” de crear mero terrorismo y caos de forma desenfocada, lo cual lo irá aislando cada vez más de la dinámica global, mientras que los EEUU y China se verán obligados a resolver sus diferencias para seguir impulsando de forma conjunta el crecimiento global.
todo parece decirnos que afirmativamente estamos en una guerra mundial no armada, sino económica
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