Por: Rolando J. Vivas

No hay una definición más acertada para la ideología de Putin, que muchos quisieran ver hacia la derecha o hacia la izquierda, que no sea la de oportunismo puro. De inicio, para los que digan que Rusia, por su pasado como parte de la Unión Soviética, es de izquierda, están equivocados. Quizá algo que los confunda sea la cercana relación de Putin con los gobiernos de China, Cuba y Corea del Norte, referentes del comunismo mundial. Aquí cabe señalar que como continuo antagonista de los EEUU y Occidente, Rusia ha encontrado siempre afinidad con éstos países, y aún sin comunismo de por medio, siguen siendo “enemigos de sus enemigos”, por lo tanto amigos. A éste “selecto” grupo se le habría que añadir a países como Irán, Venezuela, y según convenga India y Brasil. En años recientes en que Putin ha visto ventaja en usar a la ultraderecha para sus propósitos, y sobre todo el ingrediente “nacionalista y religioso” de la ultraderecha, Putin ha añadido a otros “amigos” a su club. Hungría y Polonia, y si vamos más allá de los países, están los partidos de ultraderecha del Reino Unido, Alemania, Francia, Austria, España, Italia y Grecia. Pero todo esto no significa, tampoco, que Putin sea de derecha o de ultra derecha, menos que Putin sea un nacionalista o un ferviente devoto de la religión. La realidad es que para el “Putinismo”, todo vale con tal de generar caos. No podemos hablar de ataques certeros y de estrategia depurada, ya que cómo vimos en Ucrania, Putin no es el “gran estratega” que muchos pensaban, realmente es un tipo calculador que siembra caos para sacar provecho. Un ave de rapiña, un descarado oportunista.

Putin ve al mundo actualmente en dos polos, el liberalismo en los EEUU y el autoritarismo de China. Sin embargo, sabe que hay mucho territorio sin definición en medio. La visión de Putin va más allá de capitalismo contra comunismo. Le encanta el capitalismo más salvaje, siempre y cuando reciba sus “dividendos”, le encanta el comunismo, siempre y cuando le permita manipular a jugadores radicales como Cuba o Corea del Norte. Putin dirá que el “respeta” la soberanía de los países, pero esto es siempre que le sea conveniente, cuando no es así, se meterá hasta la “cocina” de otro país para asesinar opositores, comprar elecciones, extorsionar políticos y anexar territorios. Esa es la naturaleza del Putinismo. Conveniencia pura, uso y abuso del caos. Cada vez que hay caos, Putin está listo para sacar provecho. Las condiciones económicas de Rusia siguen en caída libre, pero siempre habrá países a los que se pueda poner en condiciones peores y así sacar algún provecho. Sabe que apostar a los extremos le beneficia ya que termina dividiendo países y regiones, y eso los debilita, mientras el mantiene a Rusia unida (cómo se llama su partido) a sangre y fuego, a religión e ideología. Todo es una herramienta en manos de Putin para causar caos, y en medio de caos, sacar una ligera ventaja. La visión de Putin es “dinamitar” todo lo que está en medio del liberalismo de Occidente y el autoritarismo de Oriente, lo que está en medio, serán las ruinas de las que Putin pueda sacar provecho, si de paso consigue confrontar a los EEUU y a China, algo de provecho podrá obtener.

La experiencia ha puesto en Putin un conocimiento extraordinario, sabe que el nacionalismo destruye imperios y sabe que la religión es el opio de las masas, lo vivió en carne propia. Así que ambos elementos se convierten en factores fundamentales del plan de crear caos, plan central del Putinismo, caos al exterior de Rusia, férreo orden al interio. Para esto, Putin ha destinado cuantiosos recursos para financiar partidos de ideología extrema en toda Europa, su apoyo “ideológico” a grupos y fracciones religiosas en todo el mundo, y la religión le ha permitido introducir otro elemento de control, sobre todo en el ala conservadora de países como Hungría, los EEUU y Brasil. Esas han sido las principales armas del Putinismo a nivel global, el poder económico para ejercer el caos, el poder del ideológico para radicalizar y el poder religioso para fanatizar (creando una narrativa reduccionista entre los “cristianos conservadores” y los ateos, satanistas y liberales). No poca cosa, elementos ideales para impulsar el caos en todo el mundo. Uno podría pensar, ¿Cómo alguien podría beneficiarse del caos? Digamos que Putin se ha adaptado a ésta condición, así, cuando hay una guerra en Europa, Putin se beneficia de la escases de alimentos y energéticos, cuando hay división en la Unión Europea, o en América del Norte, Putin se beneficia económicamente y cuando la ultra derecha religiosa en los EEUU se vuelve un peligro casi terrorista, Putin se encarga de radicalizarlos aún más y desatar la peor de las guerras, una guerra civil al interior mismo de los EEUU, incluso apoyando a los candidatos más inestables y de dudosa reputación para una vez más, sacar provecho.

Sabemos de la cercana relación entre Putin y el Patriarca Kiril, cabeza de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Putin sabe bien que la “religión es el opio de las masas” y así lo usa para construir su tercer polo de poder, en medio del liberalismo y el autoritarismo, comienza a alzarse el polo del antidemocracia cristiana, un polo que se convierte en el “canto de sirena” de Hungría, Polonia, Brasil, Vox en España y el Partido Republicano en los EEUU. Es parte del plan sin duda, en algún momento seguir dividiendo a Occidente, dividiendo a la Unión Europea, dividiendo a Norteamérica e incluso dividiendo a los EEUU, no es sorpresa que el Kremlin estuviera detrás de algunos de los activistas que querían separar al estado de California del resto de los EEUU. Así Putin ha convertido a los “valores cristianos de Occidente” en una falsa bandera para introducirse cual caballo de Troya en Occidente y en una parte importante del Partido Republicano, que sorprendentemente lo ven como a un héroe. No es sorpresa que la desquiciada Derecha fanática religiosa, que vea a un individuo despiadado y manipulador como Putin, como su referente global, tenga en Donald Trump a su gran “héroe” local. No es sorpresa que el estado de Florida, dónde gobierna Ron De Santis, posible sucesor de Donald Trump, sea uno de los principales beneficiarios de la inversión rusa, o que haya oligarcas rusos relacionados de forma cercana tanto a los grupos evangélicos, como a asociaciones a favor de la legalización de armas.

Pero muchos tuvieron que callar su admiración por Putin luego del conflicto en Ucrania, siguen adorándolo, pero no pueden admitir que el “defensor” de los valores cristianos sea un invasor y criminal de guerra. Sin duda la invasión de Ucrania fue uno de los grandes errores del “gran estratega”. Sin embargo, cómo ya he señalado, Putin aprendió de parte de su error, y ahora estrena armas económicas como la “inflación”, y es probable que acercándose el invierno, use a al energía como otra arma contra Occidente, extorsionando a Europa con el abasto de petróleo y gas. La ideología ha sido otra poderosa arma de Putin en la forma de su “ideólogo de cabecera”, el filósofo Aleksandr Dugin. Dugin es un oscuro personaje salido de la oposición al viejo régimen comunista. Tras la caída del comunismo, Dugin se dio cuenta que aunque odiaba al comunismo, la parte totalitarista de éste le seguía fascinando, así fundó junto al punk rocker Egor Letov y al enfant terrible de la literatura Eduard Limonov, al Partido Nacional Bolchevique, o los NazBol. Letov se centraría en la música hasta su muerte, Limonov en derrocar a Putin, pero Dugin y Putin encontrarían puntos en común en el nacionalismo más tóxico. El enlace entre ambos se fortalecería con la invasión a Crimea. Putin se daría cuenta de los tremendos alcances del nacionalismo y entendió que necesitaba a alguien que lo impulsara como nunca, así fue como adquirió a Dugin como su ideólogo de cabecera. De sobra sabemos que la única ideología que le interesa a Putin es el Putinismo, pero con Dugin podía explotar el beneficio de tener en sus manos a los radicales de ultra derecha del mundo.

Dugin junto al recientemente fallecido Olavo de Carvalho se convirtieron en los dos más grandes referentes de la llamada “Nueva Derecha”, o de lo que podríamos llamar simplemente el “nuevo Fascismo” (Steve Bannon es sólo un pelele, un mal imitador de ambos, un tipo superficial sin la profundidad de Olavo o Aleksandr). Ambos sucesores del siempre interesante Alain de Benoist. Carvalho sería una leyenda hasta su muerte por Covid hace unos meses. Carvalho, un anti vacunas y anti ciencia (clavadísimo en la “Tradición” al igual que Dugin), era considerado como el ideólogo de cabecera de Jair Bolsonaro. Bolsonaro necesitó de Carvalho para acercarse a los ultra derechas brasileños y obtener resonancia en los EEUU, dónde estaba asilado Carvalho. En cierto punto Carvalho renegó de Bolsonaro por sus políticas de asistencia social no acordes a la ultra derecha. Parecería que el gobierno de Bolsonaro llegará sin cabeza a Octubre y posiblemente termine su presidencia sin un segundo período. Pero en Rusia las cosas son muy diferentes. Putin necesita un ideólogo no para él, sino para los fanáticos de la ultra derecha que le siguen ciegamente. Dugin es una herramienta más en manos de Putin. Claro que a Putin le conviene la presencia cercana de Dugin, que los ultra derecha piensen que no da un paso sin consultar a Dugin. La realidad es que Dugin necesita más a Putin. La realidad es que Dugin le podría servir más muerto a Putin, que vivo.

El atentado del fin de semana en que murió Darya Dugina, la hija de 30 años de Aleksandr Dugin, es otro de los violentos eventos tan comunes en la Rusia de Putin. Dayra tomó un auto luego de salir de un evento junto a su padre, Dugin se atrasó unos minutos. El auto de Darya voló por los aires matando a la joven, Dugin sólo permaneció en shock presenciando la muerte de su hija en aquél auto en llamas. Diría Sherlock Holmes que en ocasiones la deducción más obvia es la más certera, así que muchos se apresuraron a señalar a los servicios de inteligencia de Ucrania como los autores del atentado. ¿Obvio? No para mí, para ello tendríamos que preguntarnos, ¿En qué beneficiaría la muerte de Darya o de Aleksandr al gobierno de Ucrania? ¿Para qué destruir de forma tan vulgar y evidente la reputación de “chicos buenos” que Ucrania ha ganado a nivel mundial? ¿La muerte de Dugin detendría el conflicto armado en Ucrania? La respuesta es obvia, claro que no. Si preguntásemos, ¿Quién se ha beneficiado más de éste tipo de ataques con bomba en Rusia? Al respuesta OBVIA es Vladimir Putin, sin lugar a dudas. Un atentado con bombas a varios departamentos, lo catapultaron de primer ministro a presidente, un atentado con bomba, convirtió a los rebeldes Chechenos, de opositores feroces a incómodos cómplices del Kremlin.

Si alguien ha sabido sacar provecho a los atentados con bombas, ese es Putin. ¿Sacrificar a Dugin? No es algo que pusiera a Putin en una situación difícil, la realidad es que Dugin tiene más influencia fuera de Rusia que dentro. Al interior de Rusia no hay ultra derecha, sólo hay Putinismo, por eso Dugin es relegado sólo a espacios en la cadena de propaganda rusa Russia Today y a sus libros, que se publican fuera de Rusia y que son más leídos en otros idiomas menos en el ruso. Putin quiere dividir Europa para tener la vieja influencia del imperio soviético sobre países satélites. Dugin quiere asimilar a toda Europa dentro de un contexto conservador junto a Rusia. Putin no vacilaría en destruir una parte de Europa para someterla, Dugin quiere a Europa completa. En Rusia manda Putin y la única ideología, otra vez, es el Putinismo. Dugin es sólo un instrumento de radicalización e ideología. Si Putin quiere radicalizar su ofensiva contra Europa, ¿Qué mejor idea que radicalizar aún más al radical? Ucrania no obtendría ningún beneficio de asesinar a Aleksandr, menos a Darya. El beneficio de Putin asesinando a Darya o a Aleksandr, y culpar a Ucrania es que los ultra derechas europeos se volverían radicales, la imagen de “bondad” de Ucrania se vendría abajo y adicional, el Kremlin tendría una justificación para endurecer aún más sus despiadados ataques contra población civil en Ucrania. Para mi ésta es la respuesta más obvia, Sherlock. Lo acontecido en Rusia éste fin de semana, sólo agravará el intercambio militar entre Rusia y Ucrania, para Putin será una excusa para intensificar su ataque armado. Para Dugin, esto es una señal, o respalda la visión violenta de Putin, más allá de la ideología, o está por completo fuera del juego.

Advertisement