Por: Rolando J. Vivas

El mitridatismo consiste en obtener inmunidad contra un veneno mediante la ingesta gradual de pequeñas dosis de éste. Mitrídates, fue un rey de la antigüedad que tenía tanto miedo de ser envenenado (cómo sucedía comúnmente con los antiguos reyes) que descubrió que se volvía inmune al veneno ingiriendo diariamente pequeñas dosis de éste. Al final, Mitrídates, derrotado, optaba por suicidarse, no pudo hacerlo de manera poco dolorosa mediante el envenenamiento, debido a su inmunidad, así que tuvo que soportar el dolor de ser atravesado por la espada de un soldado al que pagó por esto. El término lo conocí en el libro Antifrágil de Nassim Nicholas Taleb, uno de mis autores favoritos. Taleb desarrolló su propio termino “antifrágil”, con el fin de denominar aquellas cosas que al ser sometidas a cierto impacto, no sólo resistían, sino incluso se volvían más resistentes. De ésta forma, Taleb señalaba que parte de ese proceso para volverse “antifrágil”, requería someterse de forma deliberada y gradual a impactos, con el fin de desarrollar mayor resistencia. Pudiéramos hablar, por ejemplo, de los huesos, que al someterse a impactos, se vuelven más resistentes. Así, los practicantes de las artes marciales, golpeando de manera constante bloques de cemento, consiguen, generar pequeñas fisuras en sus huesos, que al recuperarse, los vuelven más duros, y al paso de meses, consiguen romper esos bloques. Así, la piel que se forma luego de una cortadura, se convierte en piel mucho más resistente que los anteriores tejidos. Así, los músculos, luego de una dura sesión de ejercicios, en que se rompieron las fibras que los componen, crecen y se vuelven más fuertes al ser reparados durante el descanso.

El sistema inmunológico sería un ejemplo perfecto de éstos que Taleb llama “antifrágilidad”. Si aislamos de más nuestro sistema inmune, éste no se vuelve más resistente, y opera de manera deficiente. Si lo sometemos a impactos como ciertas bacterias y virus, lo vamos volviendo más eficiente. Luego de la enfermedad, y que nos hemos curados, nuestros sistema inmune ha adquirido más fuerte y difícilmente nos volveremos a enfermar por el mismo padecimiento. La información, el impacto recibido, lo ha vuelto más fuerte. Ese sería básicamente el proceso mediante el cual las vacunas nos hacen más resistente a los virus. En plena época de la pandemia, muchos presumían su “antifragilidad” al exponerse directamente al Covid, al no usar cubrebocas o al rechazar las vacunas. La realidad es que el mismo Taleb señalaba la estupidez de éstas personas y señalaba que los impactos debían ser de forma gradual, en la forma de vacunas, para mediante éstos impactos controlados, fuéramos llegando a ese estado de “antifragilidad”. Resulta paradójico que, “lo que no te mata, te hace más fuerte”, pero así, es. La vida está llena de paradojas y entre mejor aprendamos a vivir entre ellas, más fácil se vuelve la vida. Entre más nos sometemos al estrés unos minutos, de forma controlada, más sencilla se volverá la vida. Cuando nos ponemos bajo una barra cargada de discos para realizar sentadillas un lunes por la mañana, sometemos a nuestros cuerpo a un nivel de presión elevado y controlado, al grado que el esfuerzo físico del resto de la semana, se vuelve más sencillo. Si sabemos manejar las paradojas, todo se vuelve más claro. El genial autor Eckhart Tolle diría, “Acepta y después actúa. Lo que sea que el momento presente incluya, acéptalo como si tú mismo lo hubieras elegido así. Trabaja con ello, no contra ello”.

“Las contradicciones son señal de autenticidad”, dice Paulo Coelho. El escritor brasileño debe saber sobre lo que habla. Sus libros se venden por millones, al grado que es uno de los escritores más leídos en el mundo. Los mensajes contenidos en sus libros como El Alquimista, son considerados realmente complejos y profundos, lecturas que “cambian la vida” o “nos muestran el camino”, dirán algunos. La realidad es que para que Coelho, por sí sólo, venda más libros que todos los demás escritores brasileños existentes juntos, es porque sus libros son por demás simplones y van dirigidos a gente con poca cultura realmente. Si las ideas que Paulo Coelho plasma en sus libros, fueran realmente teorías rebuscadas, complejas y trascendentales, les garantizo que Coelho vendería muy pocos libros. Dice Paulo Coelho también, “El éxito entra en casa del que dice todos los días: Daré lo mejor de mí”. Nassim Nicholas Taleb dice, “Perder el tren es doloroso, sólo si corres tras de él. Es doloroso no tener éxito, sólo si tu concepto de éxito es el de los demás”. La vida ésta llena de contradicciones o paradojas. Entre más las aceptemos, más fácil será enfrentar la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad de nuestros tiempos, llamémosle la entropía actual. Shröedinger nos diría, en el idioma de la mecánica cuántica (tan llena de paradojas como la vida misma), “el gato puede estar vivo o muerto a la vez, dependiendo del azar de que algo ocurra o no.” Las paradojas pueden hacernos pasar un rato complicado, pero abrazar esas ideas contradictorias nos pueden abrir amplios caminos de creatividad, progreso y entendimiento. Nietzsche diría, otra vez, “A lomo de todas las paradojas se cabalga hacia todas las verdades”.  Son las paradojas, las que sabiendo manejar, al final nos llevan a la mejor versión posible, de la verdad.

Las leyes físicas de Newton, nos pueden ayudar a entender muchas cosas en el mundo, aunque se dice que, hay que conocer bien las leyes para romperlas. La tercer ley de Newton nos dice que, “Para cada acción, hay una reacción opuesta”. Cierto, pero, ¿Qué nos dice el judo? Algo totalmente contradictorio a la tercera ley, “Si alguien te empuja, jálalo”, “Si alguien te jala, empújalo” Esa es la mejor manera de sacar a alguien de balance, no oponiéndose, sino aprovechando la acción contraria y usándola a nuestro favor. Se dice que el cambio es doloroso, cuando nos aferramos al pasado. El cambio se vuelve favorable, cuando nos esforzamos por adaptarnos a él. Lo que nos duele del cambio, es la resistencia que presentamos, no el cambio en sí. Stephen Covey diría, “El 10% de la vida lo determina lo que te pasa, el 90% de la vida lo determina cómo decides reaccionar a eso”. Otra paradoja, “la única constante es el cambio”. La frase la creó el filósofo griego Heráclito. La verdad es que nunca lo he leído, pero la frase la reescribió el baterista Neil Peart en la canción Tom Sawyer (“los cambios no son permanentes, pero el cambio lo es”). Rush era un grupo musical canadiense de rock progresivo, curiosamente, a pesar del contexto del grupo, Peart era un dedicado individualista encantado con los escritos objetivistas de la autora Ayn Rand. Otro que leía mucho a Rand, era Mike Mentzer, un reconocido bodybuilder estadounidense y antítesis de Arnold Schwarzenegger en los 70s. Mientras Arnold abogaba por largas horas de entrenamiento, dos veces al día, todos los días, Mentzer promovía sus entrenamientos de alta intensidad (HIT o Heavy Duty) con pocos ejercicios y de forma esporádica. Los estilos de ambos bodybuilders eran por demás contradictorios, pero ambos funcionaban. Mentzer sería toda una paradoja en el mundo del bodybuilding, el intelectual abanderado de la ciencia, en un mundo considerado de “atletas considerados, muchos músculo y poco cerebro”.

Podrá sonar extraño, pero las contradicciones nos ayudan a balancear la vida. Si consideramos que la vida misma está llena de cambios constantes en todo momento, la lógica del judo nos diría, que la mejor forma de enfrentarlos, es no resistiéndonos al cambio, sino adaptándonos a él, con lo cual, seguramente el señor Charles Darwin estaría completamente de acuerdo. Darwin señaló, “no es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que responde mejor al cambio”.No hay una filosofía, metodología, ideología o religión, que nos indique de forma permanente, como enfrentar la vida, por lo que la agilidad y flexibilidad para cambiar nuestra forma de pensar, es imperativa, y aceptar la incomodidad de la contradicción y la paradoja, es parte de dejar de forma permanente nuestra zona de confort y crecer como individuos, de expandir nuestras mentes y nuestros pensamientos. La paradoja o la contradicción, es realmente la semilla del progreso. Huye de tus problemas, y éstos no desaparecerán y te seguirán seguramente a todos lados, quédate a enfrentarlos y entonces desaparecerán. Los estoicos dirían, “el obstáculo es el camino”, y esa es una frase que me fascina, paradójica, difícil de entender al inicio, pero muy cierta. Lo que nos opone resistencia, nos hace más fuertes, nos hace progresar. El gimnasio está lleno de “obstáculos” pesadas mancuernas y barras repletas de discos, moverlas, empujarlas y levantarlas, se vuelve el camino para un mejor desarrollo físico (a veces perdiendo ganas, para que los músculos, formados por fibras, crezcan, tienes que romper las fibras). La vida está llena de “problemas” dirán algunos, la realidad es que cada uno de esos problemas, son oportunidades para que aprendamos y progresemos.

“Entre más nos asuste algo, con mayor razón debemos enfrentarlo”. Esto no es una convocatoria a caminar por la cornisa del piso veinte de un edificio, sino a buscar esas cosas cotidianas que nos llenan de miedo y enfrentarlas. En mi caso, el miedo a hablar en público, se me quita hablando en público. El miedo a tratar con personas difíciles se quita hablando con personas difíciles. Si sé hay una situación difícil, la enfrento, al final, pase lo que pase, algún aprendizaje saldrá de ello. En la contemporánea cultura del emprendimiento, se alienta al fracaso. Se dice que entre más seguido falle uno, más oportunidades hay de tener éxito al final (y esto no lo dice Paulo Coelho). Winston Churchill diría que, “El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”. Más paradojas. Curiosamente en lugar de alentar a nuestros hijos a intentar y lidiar con el fracaso, evitamos que se enfrenten a él, y de ésta forma los hacemos más débiles, protegiéndolos, los volvemos más indefensos. Siempre me han gustado los cómics, al día de hoy cómics y novelas gráficas siguen siendo algo que valoro mucho (mis personajes favoritos, Hulk, Namor, Wolverine, Ghost Rider, son lo que muchos llamarían “anti héroes”, seres llenos de paradojas, ni buenos, ni malos, “los buenos, a veces son malos, y los malos a veces son buenos”, eso hace a esos personajes más auténticos). Recuerdo que esperaba con emoción que saliera el siguiente episodio de Spider Man, de Los Vengadores (The Avengers) o de Los Cuatro Fantásticos. Pensaba en lo afortunados que eran los chicos de los EEUU porque tenían a sus disposición decenas de títulos mientras que en México apenas se publicaban tres o cuatro. En un cumpleaños, mis padres me llevaron a una revistería en los EEUU, me dijeron que podía elegir 4 o 5 cómics como regalo. La variedad de títulos entre cómics de Marvel y de DC era enorme, 20 o 30 títulos diferentes, la decisión no fue nada fácil, y la experiencia resultó más traumática que agradable. Barry Schwarz denominaría ese tipo de experiencia, como la “paradoja de la elección”, entre más opciones tenemos, más difícil nos resulta decidir. “Más es menos” dirán algunos. “A veces perdiendo, ganas, otra vez)”. Cada vez que por alguna razón he dejado un trabajo, termino encontrando uno mucho mejor. Pete Best fue echado de los Beatles, justo antes de que éstos saltaran a la fama, aparentemente Best perdió la oportunidad de su vida. La realidad es que Best ganó la oportunidad de formar una familia y atenderla de forma adecuada, algo que ni Lennon, McCartney, Harrison o Starr, pudieron hacer. Para Best lo más importante era formar una familia. Perdiendo, ganó.

Uno de mis grupos musicales favoritos de todos los tiempos son The Velvet Underground, banda formada por Lou Reed y John Cale en la ciudad de Nueva York a mediados de los 60s. Podría decir que los VU eran una paradoja andante. Sus discos publicados vendieron muy, muy pocas unidades, técnicamente serían ignorados por el gran público, pero la influencia que éstos tuvieron sobre otros músicos en el futuro, sería inmensa. Los VU tendrían una influencia enorme en futuros géneros y subgéneros como el proto punk, el punk rock, el krautrock, la música electrónica, el rock gótico, el post punk, la new wave, el rock alternativo y el grunge, entre otros. En los discos de los VU radicaban las contradictorias ideas de Lou Reed, compositor de la banda, que podía ser un narrador brutal de historias callejeras sobre drogas y sexo que escandalizaban a muchos, y a la vez presentar canciones de una ternura inusitada. Los discos de los VU iban de ensordecedores ejercicios del ruido más estridente (Heroin Sister Ray, Black Angel´s Death Song), a las baladas confesionales más cursis imaginables (Sunday Morning, Pale Blue Eyes, Sticking With You). Quizá ese rango tan amplio de ideas, muchas de ellas contradictorias entre sí, es lo que harían tan especiales y difíciles de entender a los VU. Lou Reed, ya como solista, haría de la paradoja, gran parte de su legado musical. Tendría éxito comercial en la era del glam rock con su tema Walk On The Wild Side, un tema que pocos identificarían como música rock, publicaría discos de ruido puro (Metal Machine Music) que harían huir a muchos escuchas y lo convertirían en una persona odiada, publicaría discos con temas sumamente introspectivos (Coney Island Baby) e incluso, siendo un maestro de las palabras y de la guitarra, publicaría discos de música ambient, instrumentales en los que sólo usaría un sintetizador (Hudson River Wind Meditations). El manejo magistral de Reed sobre la paradoja era tremendo, al grado que, uno de sus discos más exitosos de los 70s, Sally Can´t Dance, sería considerado por el mismo Reed como uno de sus peores discos. Decía Reed, “mi disco más exitoso será uno en el que incluso ni yo participe”. La paradoja lo llevaría a participar en una de las colaboraciones más inesperadas de la historia, el disco Lulu grabado junto a Metallica en 2011, un disco “maldito” que, por obvias razones, sigue siendo difícil de comprender para muchos.

Podría mencionar también a Kanye West (de quien por cierto, Lou Reed escribió una reseña espectacular del disco Yeezus), a quien seguramente las contradicciones personales lo han hecho todo un ícono de nuestros tiempos (un genio musical para muchos, me incluyo, un tipo con una personalidad nefasta  para otros). Lo que me interesa de West, no es tanto su persona, sino su arte. West, nacido en la clase media, se convirtió en estrella del hip hop en una época que el gangsta rap dominaba el género. West no venía de las calles y eso le complicó entrar al medio. Su manejo de conceptos paradójicos lo ha convertido sin duda en una de las grandes referencias de la música experimental. En un momento en que el hip hop era un género plagado de violencia, publicó un disco bastante introspectivo, oscuro y hasta gótico , el 808 & Heartbreak en el 2008, después cuando el hip hop se volvió comercial y simplón, publicó el ambicioso My Dark Twisted Fantasy en el 2010, un disco repleto de colaboraciones que iban desde Nicki Minaj, hasta Elton John. West decidió entonces convertirse en un personaje paradójico e imposible de calificar, su música iría del soul, a la música electrónica y al pop barroco, muchas veces, en el espacio de solo una canción. Para el 2013, West publicaría Yeezus, disco antítesis de My Dark Twisted Fantasy, en el que West navega en sentido contrario, dejando atrás el maximalismo para enforcarse en el minimalismo extremo y radical, usando únicamente percusiones y sintetizadores para crear piezas de música industrial y del house más acido que podamos imaginar. Para el 2021, West se iría aún más al extremo, eliminaría los ritmos, algo impensable en la música hip hop y se haría acompañar solamente por voces y sintetizadores en su mayor parte para la grabación del disco Donda. Muchos pensaban que el hip hop era imposible de existir sin los ritmos funk, la realidad es que seguramente West se adelantó a muchos incluso décadas señalando el psoible futuro del géneró una vez más. Resulta fascinante el manejo de las paradojas que hace Kanye Wesy dentro de sus discos, mostrando por momentos un exagerado sentimiento de superioridad, y otras mostrando un sentimiento de inferioridad escandaloso. La asimetría, contradicción o paradoja es parte fundamental del arte de West.

¿Qué más podría decir sobre uno de mis directores de cine favoritos, el señor Werner Herzog? Herzog es una paradoja andante, uno de los más grandes directores de cine, un auténtico gigante del séptimo arte, y aún así, un tipo que podría pasar totalmente desapercibido en medio de una multitud, ese que dice que no posee más de un par de zapatos. Un director de cine, que de entrada, no se considera a si mismo director, sino narrador de historias. Un director de cine que hace que los barcos escalen por montañas. Un director que ha trabajado con grandes estudios, grandes actores (Desde Klaus Kinski, pasando por Nicolas Cage hasta Baby Yoda). Que a su vez ha trabajado en cine independiente y ha dirigido a personas comúnes y corrientes sin entrenamiento actoral para sus cintas. Ese que no es actor pero lo invitan a hacer importantes papeles en películas de otros directores (actualmente aparece como The Client en la serie de Disney The Mandalorian, parte del universo de Star Wars, del que dice Herzog, jamás haber visto una cinta). Creador que igual trabaja con narrativas fantásticas de ficción, como con documentales hiperrealistas. Un ser indudablemente fascinado con los extremos, ese que dice que el cine no es “análisis, sino la agitación de la mente”, ese que señala que el cine no es arte académico, sino “circo y feria de pueblo”, ese que dice que el cine no es el arte de los estudiados, sino de los iletrados (y que paradójicamente da clases de dirección de cine). Me gusta mucho una frase que suele decir Herzog, “Los que leen se adueñan del mundo, los que ven la televisión, lo pierden”. Podría uno decir que Herzog es un hombre que busca la verdad, en un medio que por lo general nos cuenta historias de ficción, “vistiendo” de ésta forma a la paradoja, como pocos podrían hacerlo. ¿Podríamos hablar de Steve Jobs? Mi negociador favorito, y ese hippie radical, que convertiría a la empresa Apple en uno de los más grandes íconos del capitalismo. Ese budista que llegó a convertirse en una de las personas más ricas del mundo. La obsesión de Jobs por crear productos “como obras de arte”, contrastaría enormemente con el símbolo del consumismo en que se convertirían sus productos. Jobs, un genio tecnológico, que se rehusó a usar la tecnología para salvar su propia vida.

Algunos dirán que Elon Musk, el hombre más rico del mundo, es el nuevo Steve Jobs, yo lo dudo a un nivel creativo o tecnológico, aunque su manejo de las paradojas y asimetrías es igual de inquietante que el de Jobs. Musk definitivamente sabe vender sus autos Tesla como una solución para mejorar el medio ambiente y reducir la circulación de los autos de motor de combustión, esto mientras Musk se pelea contra calificadoras y los estándares ESG, que señalan que sus plantas de auto son altamente contaminantes. Si, es el mismo individuo que se ha vendido como el “emprendedor por excelencia”, cuando gran parte de su riqueza actual, la ha obtenido mediante la especulación, usando su fama y fortuna para aplicar estrategias como el “pump & dump” en temas como el bitcoin. Musk denuncia alarmantemente la caída en el número de nacimientos en el mundo y el envejecimiento de la población, usándolo en ocasiones para justificar el cada vez mayor número de hijos que tiene, con varias parejas, señalando que está “ayudando a poblar el mundo”. Esto a pesar de que ya uno de ellos decidió cambiarse el apellido para no tener nada que ver con Musk. Musk es de esos tipos geniales hasta cierto punto que manejan las paradojas totalmente a su favor, por un lado tiene fabricas en estados ultra conservadores como Texas, mientras que por otro, tiene fabricas en estados liberales como California, manejándose de manera brillante entre ambos extremos ideológicos cual equilibrista, tal y cómo hace con gobiernos como el de los EEUU y como el de China, con quienes suele manejarse de la misma manera a pesar de sus diferencias. “Distorsión de la realidad” diría Jobs. Manejo de paradojas al final, la “irrealidad de la realidad”. Aceptar la incertidumbre y sacar provecho de ello. Decía Richard Feynman, a quien muchos considerarían el “hombre más inteligente del mundo” que, “Podría vivir con dudas e incertidumbre. Que era más interesante vivir sin saber o sin tener respuestas que podrían estar equivocadas”.

La gran paradoja en el mundo hoy en día, es que mientras que en Irán, las mujeres salen a protestar en las grandes ciudades, exigiendo un mejor trato y más libertades, en contra de una “policía de la moral” que las reprime brutalmente en medio de un regimen teocrático (en el que la religión y el estado son uno solo), en los EEUU, un país con alto índice de libertad, hay personajes que quieren imponer ese régimen teocrático, muy al estilo del libro de Margaret Atwood, El Cuento de la Criada, en el cual se impone un gobierno fanático religioso que limita los derechos de las mujeres al grado de convertirlas en ciudadanos de segunda categoría. Mientras en un país autoritario, las mujeres luchan por mayor libertad, en un páis libre, algunos sectores buscan restringir los derechos de la mujer, incluso imponiendo la voluntad del estado sobre el cuerpo de la mujer en temas como el aborto. Quien no tiene libertad  la anhela, pelea a muerte por ella, por el derecho a decidir sobre su propio destino. Quien tiene la libertad, la rechaza, le asusta, prefiere la “seguridad” de que alguien más tome las decisiones, prefiere la “certidumbre” de “vivir en una jaula y se alimentado un par de veces al dia”. Esa podría ser la gran paradoja política y social de nuestros tiempos. Personajes como Lee Kuan Yew podrían ejemplificar esa gran paradoja de forma admirable, un “dictador” generoso que aplicó mano dura para sacar a Singapur de la pobreza y que a la vez sacó adelante a sus ciudadanos, convirtiendo una pequeña y pobre isla de pescadores en una de las naciones más desarrolladas y con estándares de calidad de vida más altos en el mundo. Pero hay que ser cautelosos aquí, Lee Kuan Yew es irrepetible.

Mi gran paradoja sucede en esas ocasiones en que comienza a preocuparme que no lleguen ideas, que no pueda escribir mucho, hago lluvia de ideas, tomo notas, presiono a mi mente e imaginación para que surja algo, y en muchas ocasiones, no pasa nada. Al final, cuando decido relajarme un poco y me meto a bañar, es cuando la mente se pone a trabaja r de verdad, por sí sola, sin que nadie le exija nada, surgen las ideas de forma masiva y tengo que salir de la regadera para evitar que alguna de las ideas se me escape. Para muchos la gran paradoja podría ser que entre más buscan la felicidad, menos la encuentran.  Se preguntan ¿En dónde está? ¿Quién se las puede dar? ¿Porqué no llega? Empecé a ser feliz el día que decidí que era feliz, empecé a ser feliz el día que decidí ser feliz haciendo cosas, sin preocuparme mucho de sí me harían feliz o no. Las paradojas nos ayudan a ser auténticos y encontrar en ocasiones extraordinarias la verdad. Sólo podemos usarlas cuando entendemos que cada día es un nuevo día, que la única constante es el cambio, que los cambios no nos hacen sufrir, sino el resistirnos a ellos. Que ser feliz es u decisión, no una búsqueda. Tenemos que agradecer lo que tenemos y tenemos que disfrutar el momento, abrazar la paradoja y disfrutar el cada paso que damos en el camino.

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