Por: Rolando J. Vivas

Seguramente ésta es una de las anécdotas que más he repetido en toda mi vida, o por lo menos a lo largo de los 30 años que tengo escribiendo (15 de ellos en Internet). Los que siguen éste humilde blog, seguramente se la saben mejor que nadie. Con tremendo orgullo suelo señalar que aprendí a leer a los cuatro años de edad gracias a los cómics, principalmente a esos que escribía Stan Lee y que dibujaba Jack Kirby (aunque hubo algunos otros autores que también colaboraban con la Marvel en aquella época). Marvel fue una gran inspiración en mi vida, y aunque durante mi niñez no lo noté cómo algo precisamente importante, más adelante fui dándome cuenta que, a su manera, Lee estaba dando importantes lecciones sobre el mundo, nos estaba abriendo a una visión de lo complejo que era el mundo, con una poderosa habilidad para lo que muchos hoy en día llamarían el “storytelling” en cada una de sus historias. Estaban allí, para el que las quisiera captar y entender. Cómo diría Steve Jobs, “no se pueden conectar los puntos hacia adelante, sólo puedes hacerlo hacia atrás, así que tienes que confiar en que los puntos se conectarán alguna vez en el futuro”. Hoy me doy cuenta de todo eso y me lleno de asombro.
Recuerdo despertar un día, era fin de semana, también era mi cumpleaños y vi una revista sobre mi cama. Mis padres estaban en la puerta de mi cuarto esperando ver mi reacción, vi el cómic, lo tomé, estaba intrigado, no sabía de qué trataba, era la primera vez que tenía uno en mis manos y que fuese de mi propiedad, ya antes los había visto en la peluquería, pero al no saber leer no les había puesto tanta atención, aunque mi madre pudo darse cuenta de que, teniendo uno en mis manos, las cosas serian muy diferentes. Este en particular era del Hombre Araña, al personaje por supuesto que lo conocía, pero lo había visto sólo en la televisión (y había ido vestido de éste, al jardín de niños en alguna ocasión), no sabía que existía el cómic como tal. Sin saber leer aún, me resultó complicado entender la lógica y la secuencia de la acción. Lo disfruté, pero después de eso no sabía qué seguiría de allí. Los dibujos eran extraordinarios y trataba de imaginarme qué tipo de historia sucedía en esa publicación. En definitiva, fue uno de los mejores regalos de cumpleaños que he tenido por parte de mis padres, fue esa una gran puerta, en definitiva, hacia otra dimensión.
En una ocasión, mi madre me tomó de la mano, nos subimos al camión urbano, que en aquél entonces pasaba apenas a unos metros de la casa, y me llevó con ella al “centro”. A finales de los 70s, principios de los 80s, no eran muy comunes las tiendas de autoservicio. Para comprar alimentos, ibas al mercado popular, a la carnicería y a la pescadería. Los viajes al mercado eran siempre alucinantes con sus puestos de frutas, verduras y especies despidiendo todo tipo de olores, puestos de hierberos, de pajareros, de ollas y jarros, y de juguetes artesanales. El mercado estaba en el bullicioso centro de la ciudad, y era un lugar intimidante, sí, pero que provocaba cierta emoción de algo diferente, era como entrar a otro mundo, a un mundo subterráneo, en ocasiones pensaba en el mercado y me venían a la mente las imágenes de Macario dentro de la gruta de las almas. En alguna ocasión regresé a los 18 años para registrarme en la oficina del servicio militar (que estaba dentro del mercado), eran como las 4.30 de la mañana y el lugar estaba vacío, parecía una enorme gruta fantasmal, totalmente en silencio y oscuro. Seguido sueño caminar por el mercado de noche y ver sombras deambular por el lugar.
En algún momento descubrí un puesto que tenía miles de revistas apiladas en grandes mesas, mi madre me permitió entrar a ver, era un lugar oscuro, incluso misterioso, recuerdo el particular olor a papel viejo, como en esas viejas librerías,
ella iba a comprar varias cosas en un puesto frente al de las revistas, así que me permitió quedarme ahí, mientras ella cruzaba el pasillo a comprar lo necesario. Entonces descubrí la magia de los cómics a su máxima expresión, había cientos de ellos frente a mí, cientos de historias, miles de personajes, los colores, los disfraces. Era una gigantesca ventana a la mente de alguien más. Aquello se volvió una gran obsesión para mí. Al regresar, mi madre se dio cuenta de lo emocionado que estaba, me permitió llevarme varios, y al preguntar el precio, el encargado del puesto le dijo algo así como 10 centavos cada uno, un precio muy inferior al que costaban por lo regular en los puesto de revistas (que debían valer unos 5 o 10 pesos en aquél entonces). El vendedor comentó que era usados, por eso eran tan baratos. Mi madre dijo, “Llévate más entonces”. Ese debió ser uno de los días más felices de mi vida. La arqueología popular se convirtió en una obsesión para mí a partir de ese momento (después serían los discos y luego los libros).
No sabía leer entonces pero miraba emocionado los dibujos, los cuadros, trataba de entender lo que sucedía. Me fascinaban los supervillanos, ya que aparecía uno nuevo casi en cada historia. A diferencia del personaje principal que siempre era el mismo. Además del Hombre Araña (Spider Man), conocí a los Cuatros Fantásticos, a Hulk y a los Vengadores (The Avengers), que eran los títulos que se publicaban en México. Era tanta mi insistencia en ocasiones con mi madre para que me explicara la que sucedía en cada cómic, que mejor decidió enseñarme las letras, era tanta mi obsesión con aquellas historias, que me aprendí las palabras, su significado y empecé a leerlas por mí mismo. Para cuando llegué a la primaria, a los 6 años cumplidos (que cumplía exactamente el día que iniciaban las clases, vaya cosa), yo leía perfectamente, también tenía gran interés por la mitología, la historia y la ciencia. Al día de hoy me siguen encantando, Stan Lee me transmitió ese gusto que el plasmaba plenamente en cada una de sus historias.
Soy de las personas que tratan de encontrar un aprendizaje en todo lo que nos sucede, bueno o malo, siempre nos queda algo. Las cosas no pasan “por algo”, sino “para algo” para enseñarnos algo, para nutrirnos, para hacernos crecer. Soy de las personas que suelen encontrar algo filosófico, algo educativo, algo formativo en casi todo lo que hago. Pienso que el gimnasio, ese sucio y solitario lugar con barras y mancuernas, me ha enseñado más que muchas otras cosas sobre la vida. Me ha dado herramientas muy valiosas para vivir. Me enseñó que la autoestima no aparece de la nada, aparece al hacer algo, al lograr algo. La acción es la base de la autoestima. También me enseñó sobre disciplina (que es mil veces más importante que la motivación), a comer mejor, a aceptar la incomodidad como base para crecer, me enseñó sobre la consistencia, sobre esforzarte cada día, sobre la importancia de los avances diarios. Un pequeño avance cada dia, logra un avance compuesto enorme en un año. Trabaja más inteligente no más solamente.
De los cómics aprendí muchas otras cosas más. Está la clásica máxima del Tío Ben, “Un gran poder, conlleva una mayor responsabilidad”. Muchos dirán con razón, que éste es uno de los “mayores mandatos de la cultura popular”. La frase se popularizó tanto gracias al Hombre Araña, que su origen ya casi se ha olvidado. Se dice que incluso, ya se usaba en las primeras historias sobre Superman. Hay que recordar que Stan Lee quería hacer un superhéroe como Superman cuando creó al Hombre Araña, incluso usó los mismos colores, pero la frase, tampoco tuvo su origen en el “Hombre de Acero” (Superman-Spider Man, Hombre de Acero-Hombre Araña, Clark Kent-Peter Parker, ¿Están claras las referencias?). Para ir hasta el origen de la celebré frase, tendríamos que irnos hasta la antigua Grecia y sus grandes tragedias (favoritas de Stan, por cierto). Damocles era miembro de la corte del tirano Dionisio, Damocles alababa de forma exagerada la fortuna de Dionisio al tener tanto poder, cómo es bien sabido, éstos tiranos no la tenían tan fácil, vivían constantemente bajo peligro de ser envenenados o apuñalados por sus familiares, sirvientes o rivales.
Un día, cansado de las adulaciones de Damocles, Dionisio le ofreció ocupar su lugar por un momento, así, Damocles disfrutó del trato y las atenciones dignas de un rey, bebidas, alimentos, mujeres y todo tipo de atenciones, hasta que alzó la mirada y vio una espada bien afilada colgado de un cabello, justo encima de su cabeza. Damocles aterrado, entendió la lección de como Dionisio vivía rodeado de todas aquellas atenciones, pero con su vida pendiendo apenas de un delgado hilos, con la muerte lista para llevárselo en cualquier momento. Así Damocles entendió que entre más poder, las cosas eran más difíciles. Hay una canción llamada The Sword of Damocles en el disco Magic & Loss de Lou Reed (uno de sus mejores discos de su etapa ya como músico reconocido), allí aprendí sobre Damocles y sobre el cáncer que cobraría la muerte de mi madre unos años después (de todos lados se aprende algo). Pero la frase no quedó allí. La usó Churchill en algún momento. Es verdad, entre más subes a un árbol, hay más viento, las ramas son más delgadas y la caída será más peligrosa. Entre más avanzas en la vida, tienes más libertad y más poder, si, pero también más responsabilidad (al frente de una familia, de un equipo de trabajo, de una empresa, al conducir un auto), eso lo aprendí directamente de Stan Lee, y si, es una de las lecciones más importantes en mi vida.
En alguna parte de la nueva serie de Netflix sobre Jeffrey Dahmer, éste le señala a un sacerdote que de niño, sintió fascinación por los personajes malos de las películas, y el sacerdote le responde, “eso es normal, son los mejores personajes”. Y eso es profundamente verdad. Recuerdo en la primaria a un chico que decía que le encantaban los personajes malos y que siempre quería que ganarán, en algún momento pensé, “vaya loco, el Hombre Araña y Batman siempre deben ganar”. Después entiendes que no siempre es así. Y qué, por lo menos en los cómics, los malos son los personajes más fascinantes. El Hombre Araña y Batman tienen la mejor colección de supervillanos, el Green Goblin, el Dr. Octopus, Venom, Misterio, el Chameleon, Morbius, Kraven, el Jackal…el Joker, el Riddler, el Scarecrow, Bane, Killer Croc, Two-Face, Gatúbela…todos son extraordinarios (¿Habrá lugar para Evan Peters, protagonista de Dahmer, en alguna película de Batman en el futuro, o como villano o como protagonista, podría Jennifer Lynch dirigir una cinta de Batman?). En la vida real no es tan diferente, recuerdo devorar libros sobre Hitler, Lenin, Mussolini, la Segunda Guerra Mundial siempre ha despertado fascinación en mi. Putin y Trump (incluso Berlusconi) son más interesantes hoy en dia, que los chicos buenos (no por ello, buenos gobernantes). ¿Trudeau, Merkel, Macron, Ardern, Biden? Son bastante aburridos (aunque no por ello malos gobernantes), prefiero a personajes más complejos como Winston Churchill, Lee Kuan Yew, Lech Walesa, Mikhail Gorbachov o Deng Xiaoping.
Algo que me gusta bastante de los cómics, son personajes como Lex Luthor, el Doctor Doom o Tony Stark (o el Ozymandias de Alan Moore), conocido como Iron Man. Todos ellos poseedores de una inteligencia superior y capaces de enfrentar al mundo de súper poderosos sólo con su cerebro. Así, Lex Luthor ha puesto de rodillas a Superman, casi un dios, usando sólo su inteligencia. El Doctor Doom es extraordinario, otro genio, que ha puesto en jaque a los Cuatro Fantásticos, a los Avengers y a un personaje como el Beyonder, prácticamente un dios. Y bueno, ¿Qué decir de Tony Stark, el famoso Iron Man? Un hombre capaz de construir una armadura poderosa que lo pone a nivel de personajes como Thor y Hulk, entre otros, capaz de formar a los Avengers y a los Iluminati, junto a Namor, Dr. Strange, Charles Xavier, Black Bolt, y Reed Richards. Si, sin duda el súper poder más grande que existe, es la mente humana, es la que nos ha permitido, como especie, prevalecer y dominar éste mundo (y seguramente en el futuro, a otros mundos, o Súper Tierras). Hay una historia de cómo Lex Luthor llegó a ser presidente de los EEUU, hay otra en la cual El Pingüino se convierte en alcalde de Ciudad Gótica, tras una serie de eventos que obviamente dejaron una profunda impresión en mi, en ésta historia, los escritores de Batman abordaban el populismo de una forma muy adelantada, décadas antes de que éste llegara a los EEUU durante la candidatura de Trump. Trump como presidente era fácil de entender con los antecedentes de Luthor y de El Pingüino, para mi lo fue desde un inicio.
Si uno entendia bien el contexto de los Cuatro Fantásticos, uno podía entender muchas cosas y sobre todo quedarse admirado del tremendo ingenio de Stan Lee. Los cuatro elementos, la tierra (La Mole), el agua (Reed Richards), el fuego (la Antorcha Humana) y el aire (La Mujer Invisible, Sue Richards), así, Lee se adelantaba a ese análisis de personalidad y auto conocimiento que hace unos años se usaba mucho, y que ahora ha sido sustituido por el llamado Eneagrama, ahora tendrían que ser los Nueve Fantásticos, para hacer sentido. En éste peculiar equipo (Si, con los Cuatro Fantásticos, Stan Lee fue el primer creador en introducir un equipo de superhéroes, la importancia del trabajo en equipo), convivían La Mole y sus fuertes problemas de autoestima derivados de su apariencia de Golem moderno, un hombre duro por fuera y frágil por dentro. Estaba la Antorcha Humana, Johnny Storm, un joven impaciente y en ocasiones insensato, cuyas impulsivas acciones en ocasiones le traían fuertes consecuencias. Estaba “La Mujer Invisible”, Sue Storm, despúes Richards, que pudiera darnos un panorama sobre el papel de la mujer en la sociedad de los 50s, relegada a segundo término, “invisible” en muchos aspectos, pero que poco a poco avanzaba y lograba un papel más preponderante en el mundo, así los poderes de Sue Richards pasarían poco a poco, de solamente poder volverse invisible y esconderse, a proyectar un campo protector de fuerza y despúes usar esa fuerza invisible como arma de ataque. Reed Richards, el genio científico del equipo, y una de las mentes más brillantes del mundo, de acuerdo al cómic, irónicamente tendría el poder de la flexibilidad, un gran contraste con su mente, que aunque brillante, era bastante cuadrada e inflexible en ocasiones, algo que el tiempo le haría cambiar.
Hulk era otra importante lección en temas de temperamento, carácter e inteligencia emocional. Inspirado en partes por la literatura clásica del Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson y del magistral Frankenstein de Mary Shelley, Hulk sería todo un tratado acerca del control de la ira. El Doctor Banner, luego de ser expuesto a los rayos gamma, se convertiría en un descomunal monstruo verde que entre más se enojaba, más poderoso se volvía, de ésta forma, Banner emprendería una lucha constante por contener su enojo a través de métodos como la meditación y el control de su respiración, seguramente Hulk representa una buena lección en esos momentos en que la ira, el enojo y el coraje, tratan de usarnos como sus “caballos”, y representan un recordatorio importante de cómo debemos manejar nuestras emociones en lugar de que ellas nos manejen. Através de Hulk, Stan Lee ya nos hablaba de la inteligencia emocional como concepto, tomando aquellos clásicos de la literatura y reinventándolos de una manera original e innovadora, algo que, sin duda aprendería a la perfección el señor Alan Moore, quien retomaría esa escuela de Lee de reinventar clásicos y presentarlos de una forma radicalmente distinta. Más adelante, Moore iría todavía mas allá de las historias inteligentes de Stan Lee, Moore no tendría miedo en darnos una visión del mundo en su punto más complejo con obras como V de Vendetta y Watchmen.
Muchos podrian pensar que un personaje como el Capitán América representa al típico superhéroe sin defectos cómo Superman, el CA nació como un personaje representante de uno de los valores más importantes de Occidente, la libertad. Si, claro, el Capitán América es un patriota, pero no uno de esos modernos fascistas y fanáticos religiosos. Eso es algo que Stan Lee planteó desde un inició, y así creó a Steve Rogers con la finalidad de luchar a favor de la libertad, del internacionalismo y del cosmpolitanismo. Desde sus orígenes, el CA fue a luchar a Europa en contra de la amenaza del fascismo y el nazismo, uno de sus compañeros más cercanos ha sido The Falcon, el primer superhéroe afroamericano, así que quién piense que el CA personifica lo peor del nacionalismo estadounidense, dense una revisada con el terapeuta por favor. En éstos días, en que el fascismo parece volver a mostrar su horrendo rostro, el Capitán América una vez más cobra relevancia, como la tuvo antaño, y un personaje que luchaba contra el fascismo extranjero, ahora lo enfrenta en el interior de su país. Me sigue pareciendo genial el hecho de que en recientes historias, el famoso archirrival del CA, Red Skull, haya formado su propio canal de Youtube, tratando de incitar el odio entre jóvenes hombres blancos y alentar el terrorismo doméstico, algo característico del fascismo y de personajes como Jordan Peterson, quien sin duda se puso a llorar, cómo es su costumbre, cuando se evidenciaron sus tendencias fascistas através del Red Skull, que “causalmente”, también tiene sus “reglas para la vida” (Vaya genios enormes). En definitiva, también los cómics me han enseñado sobre lo bueno y lo malo de la política.
Los cómics me han enseñado sobre la diversidad y las minorías, Marvel y Stan Lee siempre empujaron por la diversidad y la inclusión, una visión que no excluía y no discriminaba a nadie, ni por color de piel, ni por nacionalidad, ni por religión, creencias o sexo. Así, los X-Men se conviertieron en esa bandera de la inclusión y la diversidad, esos personajes extraños, los mutantes, que bien pudieran ser vistos como minorías de color o minorías de orientación sexual, como los migrantes tan odiados por muchos o los homosexuales vistos como fenómenos. En X-Men, Stan Lee supo dar forma a su visión de unas minorías maltratadas y temidas por la sociedad, la lucha de éstas por ser parte de la sociedad y ganar espacios, derechos y libertades. Quien piense que Marvel ha dado un salto hacia el “carro” de la inclusión, otra vez, que se revise con su terapeuta, ya que históricamente Marvel siempre ha sido bastante incluyente y a favor de la diversidad, los X-Men bien podrían ser personas de color, migrantes, judíos, homosexuales o mujeres.
Mis personajes favoritos siempre fueron complejos, Namor, Hulk, Wolverine, Ghost Rider, incluso de Punisher. Eran lo que se conoce como anti héroes, no eran buenos todos el tiempo, ni malos todo el tiempo, y ese manejo de la paradoja es lo que los hacía más auténticos y más humanos que los demás personajes, incluso, más humanos que los humanos. Esto pudiese aplicar hoy en día a las contínuas pugnas entre la izquierda y la derecha política. La maldición de lo perfecto, no nos deja ver lo bueno, y la pugna entre ambos espectros políticos busca posicionar o uno u otro en el poder, en un juego suma “0”. Me divierte cuando muchos no pueden entender éste pensamiento y manejo de la paradoja, cuando les es imposible ver más allá del blanco y el negro, cuando no pueden ver todos los matices de gris en medio, y que hay cosas positivas tanto en la izquierda como en la derecha, y obviamente, hay cosas negativas en ambas corrientes, un gran paso a la modernidad será la suma de lo mejor de ambos espectros políticos y rl fin del tribalismo y la polarización.
Imposible negar la gran cantidad de enseñanzas que me han dejados los cómics, imposible negar que gracias a ellos, es más sencillo tener una visión y una narrativa completa, de la complejidad de nuestro mundo. Curiosamente ésta irrealidad de la realidad, es más explicativa que la narrativa simplona de “buenos contra malos”, de “buenos que siempre son buenos y malos que siempre son malos”. Al final los cómics crecieron y nos dieron una mejor visión y herramientas para entender el mundo. Al final, los que parecen no haber evolucionado, o entendido el mensaje, fueron muchos de los lectores que no crecieron y se negaron a adoptar una visión más compleja del mundo, por ello, fueron capturados por la visión simplista y reduccionista del mundo, ese que fácilmente se divide y se polariza, ese que nos quiere llevar de nuevo a lo primitivo y a las cavernas. De todo podemos aprender.