Por: Rolando J. Vivas

La importancia del libro titulado El Rey del Cash, de la periodista Elena Chávez, radica quizá no tanto por su contenido (mucho de él, ya es bastante conocido), sino por la gran cercanía de su autora al círculo más íntimo el actual presidente Andrés López. En lo personal, no recuerdo que se haya escrito algún libro tan critico hacia un presidente mexicano, proveniente de una figura tan cercana a él. Algunos se estarán preguntando ya, ¿Quien es Elena Chávez? Y para responder ésta legitima duda, tenemos que hablar de César Yáñez, quien por 18 años fuera posiblemente el más cercano colaborador del presidente Andrés López (López lo llamaba “hermano”, aunque despúes de leer el libro, veremos que esto no era tan inusual en su círculo de colaboradores). Tan de confianza fue Yañez de López, que se sabía era Yáñez el encargado de darle sus medicinas al presidente. Siendo el presidente, un tipo conocido por su desconfianza, es un hecho que ésta tarea no se la asignaría a cualquiera. Yáñez fue por 18 años el vocero de López y su colaborador más cercano, su “hermano”.

Chávez ya no es esposa de Yáñez. Es cierto que hay un factor de abandono de Yañez a Elena luego de 18 años de campaña continua junto a López. Yañez volvió a contraer matrimonio en el 2018, en una lujosa boda, luego del triunfo en la campaña presidencial de López. La boda de Yáñez resultó bastante fastuosa, al estilo de la vieja “mafia del poder”, que tanto criticara el presidente López. La lujosa boda de Yáñez puso en aprietos la imagen de austeridad del actual presidente, tanto que López no pudo “perdonar” el escándalo a Yáñez, y éste fue castigado y condenado a un puesto de mucha menor importancia en el actual gobierno, fuera de los reflectores y fuera de la vista del público, con el fin de controlar el daño provocado y buscar se olvidara la situación conviertiendo a Yáñez en lo sucesivo en un mero “aviador”, lo cual nos deja muy clara la postura del presidente hacía quienes lo contradicen.

El libro de Chávez llega en un momento importante del presente sexenio, en que el presidente lleva acabo una lucha interna al interior de su partido buscando a su sucesor. Ésto no es cosa fácil, debido a la ya mencionada actitud desconfiada del presidente y su deseo de seguir presente en el rumbo futuro del país, posiblemente, como quiso hacerlo su “acérrimo enemigo” Carlos Salinas de Gortari. Su sucesor o sucesora debe ser alguien muy cercano o cercana a él y a su visión, pero sobre todo, ser incondicional y subordinado a sus deseos (haber aportado de forma considerable económicamente a la “causa”, haber apoyado a extender la “red de influencia” o, en el caso de Claudia Sheinbaum, haber incluso puesto “en bandeja de plata” la cabeza de su esposo). Debe ser un socio importante en todos los sentidos del proyecto del presidente y sobre todo, ayudar a cubrir la salida de éste de presidencia, algo que por lo regular ha sido importante en la historia de los presidentes de México, pero que, en sexenios anteriores, por temas de pugnas políticas no ha sucedido de firma tan exitosa, precisamente desde épocas de Gortari, pudiéramos afirmar que, desde entonces, el tema de la sucesión presidencial ha sido un tema muy complicado para los presidentes que van de salida, y que, posiblemente sea la causa de que el ciudadano promedio tenga la sensación de que hay más corrupción en el país.

La clave principal del libro El Rey del Cash, pudiera parecer a muchos, el duro ataque contra el esquema de financiamiento que ha alimentado el movimiento político del actual presidente de México, durante su campaña de 18 años por la presidencia. Parecería responder la pregunta sobre la manera en que López ha subsistido y mantenido viva su campaña por tres sexenios, pudiera sonar incluso revelador para muchos, pero la realidad es que es solamente un relato más de un esquema, de una estrategia, de una forma de llegar al poder, que resulta casi tradicional en la dinámica de los partidos políticos en México. Es bien sabido que en México, la política se financia con corrupción. El uso, la manipulación y la explotación de los miembros del partido, de la burocracia y el financiamiento proveniente de actores importantes y con vastos recursos económicos que buscan tener influencia en el país, no es algo que sorprenda realmente. Para los que nos hemos adentrado a investigar un poco sobre las dinámicas del sistema político en México, lo que plantea el libro no es una novedad. La novedad radica en que, el cuento que ya sabemos, ésta vez nos lo cuente, alguien tan cercano al protagonista. Eso, pudiéramos afirmar, es algo inédito, adicional a eso, pensar que el esquema se inició hace más de 18 años ya, ante la tolerancia de presidentes anteriores, que no utilizaron al sistema tributario para hacer rendir cuentas al actual presidente y a su grupo, cuando aún eran oposición. ¿Porqué no se hizo? Esa es la pregunta.

Elena Chávez nos comparte en su libro, el esquema de financiamiento bastante cuestionable que ha usado el actual presidente para mantener viva su campaña a lo largo de 18 años, nos habla de los principales protagonistas de éste esquema, así como de la implacable forma en que se ha llevado acabo. Para mi hay un dato importante, o bueno, uno de muchos, que quizá pudiera ser poco conocido por muchos lectores, y ese es el hecho de que, el presidente, en sus épocas como militante del PRI, se negó a dejar el partido luego del cisma ocurrido en su interior en el año de 1988. Sería hasta un año después, en que le fue negada la participación como candidato a gobernador de Tabasco, su estado natal, que el actual presidente tomara la decisión de, dejar al PRI y emigrar al recientemente conformado PRD, lo cual nos habla y mucho, acerca de la actitud calculadora, oportunista y gatopardista del actual presidente. Diría Groucho Marx “Si no te gustan mis principios, tengo otros.” Aún en el PRD, Andrés López nunca confió en la dinámica al interior del PRD, en sus tribus y en su búsqueda por la democracia. Aún en el PRD, el sueño de Andrés era establecer como parte del partido, una red de influencia y control similar al la del PRI, con la misma disciplina partidista, pero con un liderazgo único transexenal depositado en su persona, algo que, sin duda, lo haría considerar la idea de hacer su propio partido bajo sus propias reglas y no las del PRD.

Hay algunos detalles sabidos, de los cuales no habla el libro, sobre todo de cómo fue ampliamente favorecido Andrés López durante el sexenio del presidente Ernesto Zedillo. Durante éste sexenio, Zedillo sabía ya que, el tiempo del PRI en el poder estaba contado, sabía que la derecha, representada por el PAN, estaba muy cerca de convertirse en el nuevo partido fuerte en el país. Poco a poco fue acomodando las cosas para preparar el regreso del PRI en el futuro. Restó poder a la figura presidencial, que por décadas había tenido una naturaleza casi presidencial. El poder lo repartió con los gobernadores, que más adelante detonarían la estrategia para el regreso, así cómo los extraterrestres en la película “La Guerra de los Mundos”, que habían dejado sus naves durmientes bajo la superficie de la Tierra. El Red Skull había hecho algo similar en los cómics del Capitán América. Las otras acciones importantes para preparar la sucesión, realizadas por Zedillo, habían sido la de acercarse al PAN para cubrir su salida, lo cual en cierta forma empezó a alimentar ese mito del llamado “PRIANismo”, pero además, Zedillo se encargó de que el PAN no la tuviera tan fácil. Zedillo había tenido un fuerte enfrentamiento con su predecesor. Durante el sexenio de Ernesto Zedillo, el hermano del ex presidente Raúl Salinas había sido encarcelado, y cómo respuesta, los hermanos Salinas habían creado un nuevo partido de izquierda, el Partido del Trabajo, para buscar mantener su influencia política en el país. Incluso se hablaba al inicio del sexenio de Zedillo de un intento de golpe de estado por parte de los Salinas y que el EZLN eran parte del esquema. Considerando que Zedillo calculaba que el golpe vendría de la izquierda, buscó una forma de combatir a la izquierda Salinista, desde la misma izquierda.

Durante el sexenio de Zedillo, no sólo Andrés López llegó a ser presidente del PRD, el principal partido de izquierda en México. En ese mismo sexenio, sin tener acreditada su residencia en la Ciudad de México, Andrés López pudo registrar si candidatura a Jefe de la ciudad, el segundo puesto político de importancia en el país, lo cual le dio a López el puesto de principal antagonista del gobierno de Vicente Fox, sucesor de Zedillo y candidato ganador por el PAN en el año 2000. 3 años atrás, en 1997, el PRD había logrado también, un triunfo importante en su carrera, había colocado a Cuauhtemoc Cárdenas, como primer jefe de gobierno de la ciudad de México. Mientras el país se dividía por pugnas de poder territorial entre el PRI y el PAN, el PRD construía su propio “reino” en la ciudad de México, un importante territorio por la cantidad de recursos económicos disponibles. Allí, el PRD se apoderaría de la viejas estructuras clientelares del PRI, además, usaría y fortalecería los esquemas de extracción de recursos de la enorme burocracia existente en la ciudad. De ésta forma, el PRD no sólo se fortalecería económicamente, también pondría en marcha un esquema de red de influencia que poco a poco iría replicando en otros estados. Zedillo, en su búsqueda por contrarrestar al Salinismo engendrado en el PT y al PAN, había dado fuerza a Andrés López y al PRD.

Durante varios sexenios, el PRD desarrollaría un esquema de financiamiento que permitiría a Andrés López contar con recursos a sus disposición para contender en 3 ocasiones por la presidencia. 18 años en que fueron extraídos recursos, o desviados, para impulsar su campaña de casi 20 años por la presidencia del país. No se requiere un libro para conocer ésta situación, no se requiere un libro para conocer la red de extracción de recursos que el PRD, y después Morena, crearon en la ciudad de México. No se requiere un libro para darse cuenta del plan de sucesión que estableció el presidente López en la ciudad de México, mediante Marcelo Ebrard, para garantizar un flujo constante de dinero para mantener una campaña de forma permanente y a nivel nacional. Claro, el libro de Elena Chávez, es un testimonio corroborado por varios actores de ésta sucesión de hechos. No es buena denuncia y será señalado de ser un relato más sin “pruebas”, pero los hechos y datos radican fuertemente en la situación actual del partido oficial, de sus pugnas por la sucesión, de las posiciones de poder en en gobierno y en el partido, así como del sistema Metro en la ciudad de México, que fue, de acuerdo al libro, la principal fuente de financiamiento del partido oficialista. Situación que también implicó la destrucción interna del PRD y el nacimiento de Morena.

Resulta irónico que el derrumbe de la línea 12 del Metro de la Ciudad de México, el 3 de mayo del 2021, haya sido el golpe político más duro para la presidencia de Andrés López. Resulta irónico porque, de acuerdo al libro de Chávez, los recursos destinados al mantenimiento del Metro, fueron parte de los recursos desviados por Ebrard, durante su jefatura en la ciudad de México, para mantener e impulsar la carrera de Andrés López. “Karma” dirán algunos, yo no creo en el karma, creo en la retribución, creo en el “cosechas lo que siembras”, y en el 2021, unas semanas después del derrumbe de la línea 12, el partido del presidente, era duramente castigado en las urnas, durante las elecciones intermedias de ese año. El partido oficial perdía el control de ambas cámaras y su capacidad de realizar reformas constitucionales. No había sido la oposición, había sido la sociedad que tenía bien presente el desastre que por sexenios había dejado sin recursos para mantenimiento del sistema Metro. ¿Alguien necesitaría más pruebas para afirmar que parte de lo que Chávez señala en su libro, realmente sucedió? Basta ver el estado actual del metro de la Ciudad de México y las posiciones de poder que han cobrado los principales artífices de tales desvíos, Marcelo Ebrard, Mario Delgado y Claudia Sheinbaum.

Ok, consideremos entonces otros hechos actuales que corroboran hasta cierto punto, lo señalado en el libro. Para ésto, tendríamos que analizar los verdaderos puestos de poder estratégicos con que cuenta el presidente actualmente, y tendríamos que señalar a personajes como los ya mencionados Ebrard, Delgado, Octavio Romero Oropeza y Manuel Bartlett, obvios puntos de poder en la administración del presidente y no figuras ideológicas que realmente son mera parafernalia, aquí estamos hablando de los verdaderos animales políticos y de la política real que sucede debajo de las batallas entre la izquierda y la derecha. Cuando mencionamos éstos nombres hablamos de una verdadera pugna por el poder y de una desbordante ambición. Hablamos de posiciones inamovibles ya que son claves en el proyecto del presidente, y pudiéramos decir que el presidente tiene una gran deuda con ellos. Si, claro, personajes como el hoy defenestado John Ackerman jugaron un papel importante para López al fungir como ideólogos del movimiento, si, personajes como Tatiana Clouthier fueron herramientas del presidente para diversificar su influencia, pero, todos éstos personajes fueron “purgados” en su momento y relegados, algo que no veremos suceda con Marcelo y Mario, con Sheinbaum o con Romero Oropeza y Bartlett. El partido oficial va más allá de la ideología, más allá de la izquierda, más allá de lo que algunos podrían pensar es un movimiento progresista, la naturaleza del partido en el poder, es precisamente eso, mantener el poder por todos los medios, usando toda la experiencia y capacidad operativa para obtener recursos, de éstos auténticos “animales políticos”, ante los cuales, figuras como Ackerman o Clouthier, son “niños de pecho”.

Por un lado está el enorme apoyo económico por parte de Marcelo Ebrard cuando fungió como jefe de gobierno de la ciudad de México, con la obvia complicidad de Mario Delgado, su secretario de finanzas, actual presidente del partido oficial. Está clara la relación de beneficio mutuo entre Ebrard y López. Ebrard, que obtuvo gran fama con la llamada línea 12 del Metro, y que al revelarse las inconsistencias en la construcción de éste tramo, tuvo que salir huyendo del país, una prueba más para los incrédulos. Su exilio en una ciudad como París, para lo cual debió contar con bastantes recursos para vivir allí de forma decorosa. Su posterior regreso, ya con López como presidente a un puesto como secretario, habla de la enorme deuda del presidente para con Ebrard. Mario Delgado, protagonista del tema financiero, tiene su puesto como presidente de Morena más que ganado, a pesar de las constantes quejas de los miembros de partido, a pesar de su nulo carisma para contender por un puesto público, es casi seguro que Delgado no se moverá de su puesto mientras no lo quiera el presidente, su habilidad para ir y venir con sendas maletas de efectivo, está comprobada.

Oropeza y Bartlett apuntalando dos posiciones claves en la estrategia de soberanía energética del presidente. Oropeza, un ingeniero agrónomo al frente de Pemex. El primer funcionario que señala el libro de Chávez, en establecer un cobro porcentual a los funcionarios públicos a su mando para financiar las campañas de López, una práctica que también se ha señalado, Delfina Gómez también ha puesto puesto práctica para beneplácito del presidente en el Estado de México. Manuel Bartlett, protagonista de la “caída del sistema” en 1988. Personaje odiado por la izquierda en aquél entonces y hoy, increíblemente valorado por los representantes de lo que hoy se denomina izquierda en el país. Rescatado por el Partido del Trabajo e introducido de ésta forma al entorno del actual presidente, quien de forma insospechada, lo ha mantenido en su círculo cercano de colaboradores claves. Está claro que el presidente tenía razón, cuándo él era la oposición, había una “mafia en el poder”, al día de hoy está claro también que esa mafia, ya no está en el poder, pero ha sido sustituida por otra. Esto es algo que nos da una clara radiografía de la política en el país, que no difiere mucho de las pugnas históricas que la historia nacional ha llamado la “revolución mexicana”, que no fue otra cosa que una pugna entre mafias, lo mismo lo seguimos viviendo, y hay una nueva mafia en el poder al día de hoy, encabezada por el presidente, o, ¡deberíamos llamarla “secta del poder”, considerando que a quién contradice al presidente, practicamente es tratado de forma despiadada como un traidor a la causa.

Está claro que el esquema con el que se financiaron 18 años de campañas políticas encabezadas por un sólo hombre, es un esquema por demás mafioso y reprobable. El problema es que ésto de nada servirá a la oposición, ¿Porqué? Por la sencilla razón de que el esquema no sólo ha sido aplicado por el partido en el poder, es un esquema ampliamente replicado por prácticamente todos los partidos políticos. Si, es escandaloso que el esquema haya sido ejecutado por 18 años, testimonio del inmenso deseo de poder del presidente. También está claro su talante autoritario y vengativo, exacerbado a partir de las dos primeras campañas en las que fue derrotado. La posibilidad de la oposición de utilizar éstas revelaciones contra el oficialismo es nula. Seria darse “un tiro en el pie”. Quienes mejor podrán utilizar éste testimonio serán los ciudadanos a la hora de ejercer su voto en el 2024, a sabiendas de qué, El Rey del Cash describe claramente la forma de operar de las mafias del poder disfrazadas de partidos políticos, las cuales dan cabida en su plataforma a personajes con vastos recursos o apadrinamientos para costearse ellos mismos las campañas políticas (inversión que recuperarán de forma deshonesta una vez que ganan una elección), mientras los dueños de los partidos políticos, cual dueños de empresas familiares, se quedan con una generosa parte de los recursos de financiamiento por parte del gobierno. No sorprende que por esto, vemos continuamente un “reciclaje” de políticos, y porqué es imposible que un ciudadano común y corriente tenga futuro en una carrera política.

Poco más de dos años quedan de vida a éste gobierno. Sabemos que el presidente no va a dejar el poder que le costó 18 años obtener (o bueno, que le costó al país). Es casi un hecho que el actual presidente buscará seguir ejerciendo el poder como líder “moral” del partido oficial, de la misma forma en que Jaroslaw Kaczynski hace en Polonia (la propuesta de revocación de mandato, sería un instrumento para que el actual presidente pueda truncar la carrera de un sucesor rebelde). Es casi un hecho que el próximo candidato a la presidencia por el partido oficial tendrá que jurar total obediencia al actual presidente. Hay dos requisitos fundamentales, uno, que cuando alguno de ellos sea atrapado, se calle y se eche la culpa. Algo con lo que ya ha cumplido Marcelo Ebrard, el otro, que sean capaces de traicionar a cualquiera, por el presidente. Algo con lo que ya ha cumplido Sheinbaum. Aún así, el presidente ha dado pruebas de que su lealtad no siempre sigue las leyes de la lógica, y que pudiera incluso traicionar a sus más fervientes y devotos colaboradores, desconfiar de ellos y en su lugar, dar preferencia a un colaborador suyo desde hace décadas, a alguien de su misma tierra, casi de su familia. Salinas fue de los primeros presidentes en perder por completo el control del proceso de sucesión. Traicionó a uno de su colaboradores más cercanos, Manuel Camacho Solís, al designar a Luis Donaldo Colosio como su sucesor. Colosio fue asesinado y tiempo después Francisco Ruiz Massieu, ambos considerados parte del maximato pretendido por Salinas. ¿Podría una traición al interior, poner fin al maximato pretendido por el actual presidente?

Advertisement