Por: Rolando J. Vivas

Cannibal Corpse es una fabulosa (y rabiosa) banda de death metal de Nueva York (hoy en día, me sigue gustando más el death metal que el black metal). Una banda que podríamos calificar de estruendosa, grotesca, excesiva y “over the top”. Si, un cliché andante cubriendo todas las excentricidades del género. Ritmos frenéticos a velocidades inhumanas, guitarras como sierras eléctricas tipo Texas Chainsaw Massacre, gruñidos imposibles de descifrar y temática obscenamente gore (escurriendo litros y litros de sangre roja, más que en Carrie, por todos lados), inspirada en cómics y en el mundo del cine (si escucho a CC junto a mis hijas revientan de risa). Precisamente, la “gran” oportunidad de los Cannibal Corpse vendría de la mano del actor Jim Carrey y su franquicia Ace Ventura. Carrey, admirador de la naturaleza grotesca del grupo invitó a la banda para aparecer en una escena en la cinta, lo que expuso a la banda a grandes audiencias y convertiría a CC en la banda “bandera” del movimiento. El grupo sorprendentemente vendería varios millones de discos, algo inédito para una banda considerada “underground”, sin canciones en la radio o videos en la televisión. La banda se convertiría en todo un fenómeno cultural. De adolescentes nos gustaba toda esa temática “rebelde” que enarbolaban los Cannibal Corpse (y antes Black Sabbath, Venom, Slayer) entre más grotesco, mejor, entre más irritante para las “buenas costumbres”, mejor, entre más se molestaran los vecinos con el volumen, mejor, entre más se espantaran mis padres con las portadas de los discos, mejor. Apuesto a que el rey del “mal gusto”, el gran John Waters estaría feliz con todo esto, de haber existido el death metal en los 70s, seguramente Waters habría sido fan de éste. Ok, tal vez no.

Hace 30 años bastaba con traer el pelo largo y una camisa negra para que te consideraran drogadicto, satánico y delincuente cuando ibas por la calle. La verdad es que nos encantaba mostrar esa imagen a sabiendas que no éramos ninguna de esas cosas. Era común que las patrullas te detuvieran para revisar tus bolsillos y preguntarte de dónde venías y a dónde ibas. Las drogas nunca me llamaron la atención, vi a muchos amigos tirados en el suelo, hechos piltrafas por las drogas, nunca quise eso para mí. Respeto la libertad de cada quien de decidir sobre el uso de las drogas. Yo no las necesito, “Yo soy la droga”. El satanismo siempre me pareció un chiste (Roman Polanski creo que pensaba lo mismo), quienes más te presumían de ello, era los que menos sabían al respecto. Siempre he pensado que los verdaderos satanistas son bastante discretos al respecto, no lo andan anunciando o publicando (menos andarían caminando por ahí con grandes batas negras), son personas que pueden convivir en el día a día contigo y ni cuenta te darías. Una religión más, a fin de cuentas, algo que no me resulta interesante. Gente como Glen Benton de los Deicide, son un chiste gracioso y bizarro (salidos del uno de los estados más conservadores de los EEUU). Anton LaVey es más cercano a Ayn Rand y a Friedrich Nietzsche que a Charles Manson, parodiado de una manera sublime (junto a la “Family”) por Quentin Tarantino en la genial Once Upon a Time in Hollywood. LaVey es un sujeto extraño sí, pero sería difícil considerarlo como un tipo peligroso. El satanismo, más que una religión opositora al cristianismo, es una especie de actitud rebelde al sistema. El satanismo de LaVey es incluso “ateo”, no adora a una deidad o a un demonio, sino busca empoderar al hombre en una especie de humanismo. Hablar de Satán, para LaVey, es más hablar de rebeldía y de ir contra el sistema. Si le preguntas a los miembros del Templo de Satán en Arkansas, te dirán que sus valores más importantes son los de la ilustración, la razón y la ciencia. El satanismo cliché que muchos conocen, en realidad es una invención del cristianismo para acusar a quienes piensan diferente. El término seguramente es más utilizado por los cristianos que por los satanistas (De hecho, los católicos acusaban a los protestantes de ser “satanistas”).

Hace unos años los conspiranóicos de 4chan y QAnon se inventaron el cuento del “Pizzagate” y los conservadores del Partido Republicano se lo creyeron sin pero alguno. Se tragaron el cuento de una red de abuso a menores coordinada por una élite de políticos de creencias satánicas que se alimentaban del miedo de los niños, todo esto acontecido en el sótano de una pizzería en Washington DC. Cuando un ingenuo, pero trastornado conspiranóico entró a la pizzería para “liberar” a los niños atrapados en el sótano, se dio cuenta que el local ni siquiera tenía sótano. Pizzagate es uno de los muchos engaños de los conspiranóicos en las redes sociales. Esos que tratan de caricaturizar los valores liberales como asunto del demonio. Esos que se han creído la más básica y absurda de las narrativas. Esa que dice que su político de predilección es un elegido de dios para luchar contra el mal, y que su rival político es un adorador del diablo. Tan poca es la creatividad de estos creadores de rumores y tan poco el sentido crítico y la ignorancia de quienes creen con vehemencia estos cuentos. Obviamente quien ideó este tema del “Pizzagate”, se inspiró de las mismas leyendas urbanas de dónde tomó su idea Stephen King para Doctor Sleep. Por lo menos King creó una historia bastante interesante alrededor del mito. El sótano (imaginario) de una pizzeria es bastante carente de creatividad, no comentemos sobre el sótano de una cantina como lugar para iniciar un club de pelea.

A los seres humanos nos encanta asustarnos. Stephen King, John Carpenter, Dario Argento, entre otros, lo saben. Las películas de terror son fabulosas, Halloween, El Exorcista y Texas Chainsaw Massacre son auténticas maravillas del género. Pero hay temas que van más allá de cuchillos, sierras eléctricas y posesión satánica. En los 60s, la sexualidad abierta era algo más aterrador, en los 70s, el satanismo era escalofriante, en los 80s, el robo de niños era algo horripilante (a pesar de que el pánico se desató sólo por un par de casos). Personajes como David Bowie, Betty Davis, Kiss y Alice Cooper explotarían la sexualidad y el satanismo como arma poderosa para provocar y llamar atención. Eran cosas que le asustaban a la gente, pero que le llamaban la atención, Sympathy for the Devil, Highway to Hell. No sorprende que bandas como Black Sabbath, Judas Priest y Venom se volvieran fenómenos musicales en los 70s. Nos encanta la rebelión, lo prohibido, lo que molesta a nuestros padres. No sorprende la enorme paranoia que causaría en los 70s y en los 80s el satanismo y el robo de niños. Fenómenos que se presentaron, si y de manera aislada (al día de hoy, en los EEUU, la estadística de robo de menores es mínima), pero que llenaron de terror la mente de muchos. Para mí no es sorpresa que, al día de hoy, la forma más básica de asustar a la sociedad, es mezclar precisamente esos mismos elementos. La sexualidad, el satanismo y la amenaza a los niños. ¿Quieres afectar la imagen de tu rival? Di que es homosexual, que adora al diablo y que se roba niños. Fácil. ¿Quieres simpatizantes a tu candidatura política? Di que tu rival dirige una organización de satanistas abusadores de niños. Más fácil, di que eres el representante de dios y que tu rival es representante del mal. En la ya mencionada novela Doctor Sleep, de King, se habla de un grupo de personajes demoniacos que roban niños para torturarlos y alimentarse de su miedo, en el Teléfono Negro de Joe Hill, se habla de un secuestrador serial que roba niños para después matarlos, en Monsters Inc., la ciudad de los monstruos usa como energía del miedo de los niños, por lo que hay que asustarlos. Los conspiranóicos parecieran ser chicos de 8 o 9 años que se asustan con éste tipo de historias y ñas propagan en Internet. ¿Alguien acusó a Elon Musk de ser satanista por llevar un disfraz con un símbolo ocultista?

No dudo que haya homosexuales que hayan cometido crímenes. Seguramente en las mismas proporciones que los heterosexuales los cometen. Ambos deben ser castigados por sus crímenes de la misma forma, deben responder igual ante la ley. Estadísticamente los hombres heterosexuales, con quienes cometen los crímenes más violentos. No dudo que se han cometido más asesinatos en nombre del cristianismo que en nombre del satanismo, basta analizar todas las guerras por este tipo de creencias que hemos tenido, o las “cacerías de brujas”, ¿Alguien dijo Inquisición? ¿Abusos infantiles? No hay que buscar más lejos que en la Iglesia Católica (donde abundan casos documentados sobre organizaciones como los Legionarios de Cristo, de Marcial Maciel, protegido de Juan Pablo II) que en la misma familia de las víctimas. Los abusos infantiles por parte de sacerdotes, no es algo tan poco común, y se sabe son crímenes que se encubren desde las más altas esferas de las organizaciones religiosas. Las estadísticas nos dicen que la mayor parte del abuso infantil se comete contra niñas. La mayor parte de los abusadores son varones heterosexuales que son familiares de la víctima, así que no tienes que ir a desfiles del “Orgullo Gay” o a aquelarres satánicos en casas abandonadas para que tus hijos corran peligro. Basta con que no reciban educación sexual, por parte de padres y maestros, para que sepan denunciar y que así no queden a merced de abusadores hasta en su mismo hogar. Habrá padres que se nieguen a que sus hijos reciban educación sexual en las escuelas, pero esto es importante ya que el abuso en casa muchas veces viene incluso de uno de los padres, a quien obviamente no lo conviene que su hijo sepa que está siendo agredido de una forma indebida.

Confieso que me da risa cuando veo a esos “creativos” de agencias de publicidad vestidos y peinados de forma bastante estrafalaria (nada que ver con el tremendo Frédéric Beigbeder). He estado en juntas con ellos para decidir acerca de campañas publicitarias y resulta un cliché bastante obvio que, si eres “creativo” en estas agencias, tienes que tener el pelo pintado de un color estridente, debes llevar un peinado extraño, debes vestir como payaso de fiesta infantil, llevar un zapato de un color y otro de color diferente (con calcetín de algún personaje de caricatura japonesa), o mínimo, el armazón de tus lentes debe ser de un color fluorescente. Me pregunto si la ropa común y corriente afecta de alguna forma la “creatividad”. Yo no lo creo. Respeto la “mística” de éstos “creativos”, aunque me causa mucha gracia. Cada quien es libre de expresarse de la forma en que le venga en gana mientras no dañe a los demás. Por supuesto que apoyo la libertad. Entiendo que muchos de éstos creativos buscan en muchas ocasiones romper con los tabúes de la época para sentirse libres y rebeldes. Seguramente eso quisieron hacer las empresas de publicidad North Six, Inc., y de escenografía Nicholas Des Jardins para la reciente campaña de la lujosa marca de ropa francesa Balenciaga (de las cuales el antisemita Kanye West y la socialité e “influencer” Kim Kardashian eran representantes). Seguramente quisieron verse “libres y rebeldes” y romper límites, pero esta vez, su libertad les costará muy caro. Los reclamos contra la más reciente campaña publicitaria para promover bolsas de esta marca, presentaron varias condiciones que el público ha considerado bastante inapropiado, al grado de calificarlo como pornografía infantil. ¿Mal gusto? Tal vez. Se dice que no hay mala publicidad. Balenciaga tendrá que ir contra estas agencias por el mayúsculo daño a su imagen derivado de la campaña, que ya ha sido retirada de medios.

Balenciaga tendrá que enfrentar todo tipo de acusaciones por parte del público que ve en esta campaña, en la que se usaron niños para anunciar bolsas con forma de osos de peluche en traje de tortura sadomasoquista, algo cercano a la pornografía infantil. Seguramente surgirá una investigación en contra de Balenciaga, aunque aquí, cualquiera que sepa lo mínimo de negocios, sabrá que las “ideas” para esta campaña, no salieron de Balenciaga, sino de las agencias de publicidad que contrató. Claro, Balenciaga debió poner más atención en la campaña que autorizó para sus bolsas, pero quienes sufrirán todo el repudio de los mercados, seguramente serán esos “creativos” que quisieron verse muy “disruptivos”. ¿Mal gusto? Pues sí, es algo que caracteriza a Balenciaga e incluso a otras marcas que buscan imponer un estilo conocido como la “dictadura del feísmo”. ¿Pornografía infantil?, En este caso, eso está solamente en la mente del espectador. No se le puede pedir buen gusto a Balenciaga, aunque su alguna vez diseñadora principal (hasta 2017) Lotta Volkova (de origen ruso, su madre la llamóasí por la canción de LedZeppelin, Whole Lotta Love, al igual que los grandes exponentes de ña alta costura hoy en día, miembros del colectivo Vetements) más inspirada en la legendaria Vivienne Westwood, que en Belcebú), alguna vez usó una camisa de Cannibal Corpse (¿Cannibalotta?). La directriz visual de esta empresa ha sido una que tiene más tintes filosóficos (basados en el estilo post soviético, el punk rock y el fetichismo), que estéticos, y por ello, podemos afirmar que el diseño de su ropa es cada vez más grotesco (ellos dirán “alta costura” casi cruzándose con moda callejera). Para entender eso de la “dictadura del feísmo”, tendríamos que entender los orígenes soviéticos de algunos de sus diseñadores, el choque de culturas con el occidente y esa estridente costumbre de gente de escasos recursos que en ocasiones busca usar productos de lujo para sentir que han adquirido cierto estatus. Lo que Balenciaga busca, es precisamente subvertir ese orden, algo que, a los amantes del orden y la jerarquía, no les gusta para nada. Si comparamos la “genialidad” absurda de la “red de abuso infantil a cargo de la elite política satanista que se alimenta del miedo de los niños”, definitivamente supera la creatividad que se le atribuye hoy en día a Balenciaga para tratar de “promover el abuso infantil”. ¿Ositos de peluche con traje de tortura sadomasoquista? Que poca creatividad. Satán los torturaría por promoverlo de forma tan poca creativa, seguramente los que inventaron el rumor de la “red de abuso infantil a cargo de la elite política satanista que se alimenta del miedo de los niños”, se llevaría el premio mayor de promover al príncipe de las tinieblas.

Preocupante que hoy en día, la obsesión por el abuso a los niños esté más presente en el espectador, que en el mismo artista. En los 70s discos de grupos como Blind Faith y Scorpions llevaron portadas con adolescentes desnudas y el escándalo fue mínimo. Décadas más tarde, en los 90s, la portada de uno de los discos más importantes de la historia del rock, el Nevermind de Nirvana, llevaría la imagen de un bebé desnudo nadando en una alberca persiguiendo un billete. En su momento, nadie vio nada malo en la portada y seguramente millones de jóvenes llevaron ese disco a sus casa, lo regalaron o lo tuvieron en sus cuartos sin notar nada raro. Hoy en día, seria muy arriesgado para un grupo musical lanzar un disco con una portada similar, seguramente una acusación de abuso de menores o pornografía infantil aparecía de inmediato. Pareciera que alguien está obsesionado con inyectarnos fuertes dosis de paranoia y miedo a cómo de lugar, incluso, a través de mentiras. Una supuesta foto de Lotta Volkova circula en las redes, en ella, una mujer, supuestamente Volkova, aparece vestida de rojo y cargando dos muñecos bebé ensangrentados. La foto no es Lotta y la imagen pertenece a una pasarela del 2016 que organizó Mercedez Benz en China y que hacía una protesta contra la política de un hijo establecida rn aquél país.

Recuerdo en algún momento preguntarme, porqué en barrios pobres de la ciudad, los jóvenes de escasos recursos gustaban usar su dinero para comprar cadenas de oro, tenis enormes y llamativos, y gorras de marca nada económicas. Resulta que Balenciaga busca invertir este fenómeno, y crear ropa que parecería haber salido de la basura y posicionarla entre la gente de alta posición económica que pague mucho por ella y que cree esa curiosa y estridente disonancia. Gente de escasos recursos vistiendo ropa de marcas exclusivas contra gente acaudalada vistiendo ropa que parece salida de la basura a precios exorbitantes. Si alguien habla de “batalla cultural”, Balenciaga está en la vanguardia de esto, y ha ideado de forma bastante subversiva, vestir a los más ricos como si fueran pordioseros, y hacerlos pagar mucho por ello ¿Elevar la basura a estatus de lujo?. Claro que Balenciaga está “destruyendo” a la sociedad, o a los estereotipos existentes dentro de ella de forma muy peculiar. Claro que se entiende que muchas otras marcas, menos disruptivas y consideradas de “buen gusto”, estén en contra de Balenciaga. Claro que a muchos les encantará y les convendrá, usar la narrativa simplona más básica para asustar a los consumidores, “Balenciaga es una empresa satanista y que promueve la pornografía infantil.”. Al final, todo está en el ojo del espectador, al final, no hay mala publicidad y seguramente Balenciaga seguirá destruyendo estereotipos dentro de la sociedad e incomodando a muchos. Seguramente Balenciaga ahora se sentirá más cómoda en su nuevo papel de marca referente de la rebeldía y su director creativo, Demna Gvasalia (también en la ex Unión Soviética, considerado una de las 100 personas con más influencia en el mundo y cuyo primer gran “acierto” en el mundo de la moda fue tomar una playera de DHL y volverla un artefacto de alta costura) seguirá sintiéndose en la cúspide de los conceptos creativos, o cómo el mismo lo dice: “Cómo Jesús cargando su cruz.” ¿Eso lo diría Gvasalia o Hugo Lombardi director creativo de Ecomoda?

Ahora bien, pongamos pausa por un momento a la intensa histeria colectiva que se ha creado alrededor de ésta campaña pública. Vayamos más allá. Pongámonos un tanto metafísicas y analicemos con detalle. Parte de la visión o concepto artístico de la actual Balenciaga es, cómo lo decíamos, subvertir el orden de las cosas. Que la gente adinerada pague cantidades elevadas por vestirse como pordioseros con ropa de segunda mano. ¿Qué les podría impedir también, subvertir el orden de la publicidad? ¿Y si quienes tienen que hacer la campaña publicitaria, no son ellos, sino sus más duros críticos? Balenciaga ya ha retirado de sus sitios todo lo referente a ésta campaña y se ha retirado de redes como Twitter o Instagram, ellos han “detenido la campaña”. Pero sus más fieros críticos, los conspiranóicos siguen hablando sobre ellos, siguen compartiendo las fotos, siguen analizando en videos los detalles de las controversiales imágenes, son los que los hacen trending topic en Twitter. No será, que Balenciaga ha orquestado todo ésto, detalle a detalle, controversia tras controversia con el único fin de provocar, de hacer que sus críticos muerdan el anzuelo y sean ellos quienes se encarguen de difundir a la marca en sus propias redes sociales. Esa podría ser una muy atrevida forma de subvertir el orden de las cosas y llevar a la marca a otro nivel de impacto cultural.

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