Por: Rolando J. Vivas

“Para que haya desilusión primero tiene que haber ilusos.”

Desde la semana pasada en México empezamos a escuchar sobre el “super peso”. El oficialismo comenzó una campaña coordinada en redes sociales para difundir la noticia del super peso y de cómo la paridad dólar/peso se había situado por debajo de los $19 pesos ($18.95), algo que el oficialismo anunciaba que no había sucedido en anteriores sexenios. Me llama mucho la atención que el mismo oficialismo eche las “campanas al vuelo” de esta forma, siendo que aún no ha terminado el sexenio. Muchas veces lo hemos dicho, al presidente se le acabó el aire muy pronto, a los 4 años, 2 años antes de que termine su sexenio. El sexenio parece haberle quedado muy grande. Tanto que sus mismos porristas, aplaudidores y coristas ya han hecho el cierre del sexenio en apenas 4 años. Ayer presumía como único “logro” de su administración, el aumento de las remesas (lo cual a mi punto de vista refleja dos cosas, una economía más saludable en los EEUU, y la migración hacia ese país derivado del mal estado económico de México), ahora, me pregunto, ¿Qué dirá el presidente, al respecto de la caída en valor de las remesas, derivado del menor valor del dólar a comparación del peso? ¿Qué dirá el presidente de la pérdida de valor de nuestras exportaciones? ¿Qué dirá el presidente del aumento de costos en los servicios turísticos, que, hasta hace unos años, era una de las industrias más importantes del país?

Dice la jefa de gobierno de la ciudad de México: “Con el presidente López el peso es una de las mejores monedas del mundo”. Aquí cabe mencionar que históricamente, las “mejores monedas” en el mundo han sido el dólar, el euro, el yen japonés, el marco alemán, la libra esterlina y el banco suizo. Si, ciertamente el peso mexicano se ha apreciado, y marca un precio mínimo ante el dólar, cómo no se había visto en los últimos 3 años, eso es importante saberlo. También es importante saber que monedas como el peso colombiano, el shekel israelí, el rand sudafricano, el peso chileno, la rupia indonesia, el sol peruano y el rublo ruso se han apreciado en mucha mayor proporción que el peso mexicano, lo que nos hace pensar si “las políticas económicas del presidente López” también han tenido “impacto” en esos países. O, será, siendo muy mal pensados, que el oficialismo trata de aprovecharse de un fenómeno económico global, para apropiarse, en un acto de obvia desesperación, de un triunfo que no es de ellos. ¿O será que quieren usar al “super peso” como una “cortina de humo” para ocultar temas como los escasos resultados de la cumbre de Norteamérica, el colapso del metro de la ciudad de México o la crisis en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, derivada del plagio de una tesis por parte de uno de los ministros?

Se antoja complicado que las “políticas económicas del presidente López” hayan tenido un efecto real en las monedas de más de 10 países a nivel global. Pensar eso sería excesivamente ingenuo. Lo que si ha sido todo un éxito ha sido el reduccionismo en la narrativa económica del país por parte del oficialismo, en la cual se han eliminado importantes variables como el producto interno bruto, producto interno bruto per cápita, tasa de desempleo, tasa de interés, inflación. Estas variables han sido sustituidas en la narrativa oficialista por la paridad dólar/peso y el precio del litro de gasolina. Dos variables que realmente no están bajo un estricto control del gobierno federal y que poco nivel de influencia podría tener el gobierno sobre ellas. La paridad dólar/peso es un rubro que desde los 90s cuenta con libre flotación, es decir, está enteramente sujeto a condiciones de oferta y demanda global. El precio de la gasolina es otro rubro “fuera de control” del gobierno federal y que salió aún más de sus manos, luego de la liberación de precios del sexenio anterior.

Claro, siempre hay maneras de afectar las leyes de oferta y demanda, pero ello no quiere decir que sean absolutas o que realmente sea sano hacerlo. En el caso del dólar/peso, el sexenio pasado entró en acción un mecanismo de seguro contratado por Agustín Carstens, ex gobernador del Banco de México, que ayudó a amortiguar las fuertes variaciones en la paridad. Hoy esos seguros no se tienen. Hoy en día, de pasar una “turbulencia” en el dólar/peso, se tendría que invertir dinero de fondos especiales del Banco de México para amortiguar el evento. Hoy en día, soportar turbulencia nos costaría a todos los mexicanos. El Banco de México funciona desde los 90s, en que se liberalizó la economía, de forma independiente y autónoma, tiene su propio gobernador y toma sus decisiones propias. El presidente no tiene injerencia sobre las decisiones del Banco de México, cuyo mandato principal es combatir la inflación, precisamente para evitar eventos como los ocurridos en décadas pasadas, principalmente en los 70s, en que la economía mexicana no era muy diferente a la economía actual en Venezuela o en Argentina.

Parte de la naturaleza del súper peso, se deriva de las recientes acciones del Banco de México (no de las “políticas económicas del presidente López”) para cumplir su mandato principal. Combatir la inflación. Derivado de las perturbaciones en las cadenas de suministro globales, y el conflicto en Ucrania, los costos en muchos rubros a nivel global se han incrementado. La escasez de materias primas, energéticos, componentes, equipos y autos, han incidido en una fuerte alza de los precios internacionales de muchos productos, lo cual ha disparado los niveles de inflación en muchos países, principalmente en aquellos con economías más dinámicas. A raíz de esto, hemos visto una fuerte escalada en la inflación. En una acción coordinada, tanto la Reserva Federal (FED) en los EEUU, como el Banco de México han comenzado un alza en las tasas de interés, como principal herramienta para detener el avance de la inflación. Un aumento en tasas de interés, hace más atractivo para los inversionistas el tener su dinero en el banco, ganando intereses, que tenerlo en la “calle” invertido en proyectos. Esto obviamente frena la economía, pero también frena la inflación. En términos prácticos, subir la tasa de interés, es un coma inducido a la economía nacional, para frenar el avance de una peligrosa enfermedad, la inflación.

Meter freno en la economía implica menos demanda de dólares, lo que incide en la relación dólar/peso. A menos demanda, cae el precio. Nada de esto tiene que ver con el presidente de México, y es un fenómeno que está sucediendo en EEUU y en muchas otras economías en el mundo. Es difícil hablar de una reducción de la inflación a corto plazo. Hay una guerra comercial entre los EEUU y China, que, aunque no es explícita, sigue creciendo. Las cadenas de suministro no se han recuperado después de la pandemia y pareciera que los EEUU están desesperados por mover muchas de sus empresas en China a lugares más cercanos como México. Esto llevará tiempo y generará de inicio costos iniciales. Llevará tiempo mudar fabricas completas de China a otros países cercanos a los EEUU, y probablemente la mano de obra y materias primas sufran un incremento de costos (esto hasta que llegue la automatización). A partir de allí, podremos empezar a ver una disminución de la inflación, y la desaparición del llamado “súper peso”. Hasta aquí, nada que ver con el presidente de México.

Derivado precisamente de la crisis energética, causada por muchos factores, como el conflicto armado en Ucrania, nuevas fuentes de abasto de petróleo en la Unión Europea y la reactivación de la economía en China, los precios del petróleo y por consecuencia, de la gasolina han sufrido fuertes disrupciones. Una vez más, no por culpa, en esta ocasión, del presidente de México. Pero hay algo en lo que, si interviene el gobierno, en el tema de la gasolina en particular, los subsidios. Actualmente, del precio total de la gasolina, una parte del precio es cubierto a través de subsidios por parte del gobierno. Esto es como medida “social” para supuestamente apoyar a la economía del mexicano en situación más difícil. La realidad es que el subsidio es una herramienta mal enfocada y pésimamente entendida. Se promociona como una medida para apoyar a los más necesitados, cuando en realidad, quienes más consumen gasolina son quienes más tienen. Millones de familias en la pobreza, no cuentan con un automóvil, no usan camión, y su consumo es básicamente lo que siembran en el campo. Unas cuantas familias cuentan con dos, tres o cuatro autos (o más) y son quienes más consumen gasolina, ¿En realidad, a quién beneficia más el subsidio? Si, a los que más tienen. Pero, también considerar que los subsidios es deuda adquirida que se tendrá que subsanar de alguna forma en el futuro. Es “cubrir un hoyo” en el camino, abriendo otro más adelante.

Ninguna de las dos variables, tienen la importancia en la economía nacional de las variables anteriormente mencionadas. Pero son las más fáciles de explicar o de promover. Las variables más importantes son complejas y se requiere cierto grado de preparación y conocimiento para entenderlas a fondo, pero ello el gobierno, ni las entiende, ni le interesa hablar de ellas. En realidad, la paridad dólar/peso o el precio del litro de gasolina, no tienen el impacto sobre toda la economía, que tiene el PIB, el PIB per cápita, la línea de pobreza, la tasa de inflación, la tasa de interés o el nivel de desempleo. Hay una obvia manipulación por parte del oficialismo derivada de la incapacidad de éste de entender, explicar y sobre todo admitir su mal manejo de estas variables, y usar otras variables que al día de hoy lucen bien, para “presumir” el bienestar económico del país. Habrá muchos ignorantes, ilusos y malintencionados que dirán: “El país se ha vuelto más atractivo, por eso el peso vale más”. La realidad es que, si el peso vale más, el país es menos atractivo para la inversión extranjera. Al día de hoy México ya no es el socio número 1 de los EEUU. Canadá nos ha desplazado.

Variables más importantes a tomar en cuenta en meses y en años, será el estado de la economía en los EEUU, la guerra comercial entre este país y China, los conflictos en Europa del Este, el auge de India y la velocidad de avance del “nearshoring”. Precisamente, parte de la reciente reunión entre los presidentes de EEUU, Canadá y México hace unas semanas fue principalmente para establecer los parámetros de cómo se iniciará este proyecto para traer industria de China a México y comenzar a sustituir las importaciones de China, por importaciones mexicanas. Para el presidente López, la dinámica de sustitución de importaciones pareciera ser la panacea. Crear miles de empleos de mano de obra barata, no especializada y de bajos salarios. Una legión de trabajadores que no requieran o demanden educación mayor o salud de alto nivel. La realidad es que la sustitución de importaciones será un retroceso. China y México estaban en esta situación hace 4 décadas. China avanzó rápido de mano de obra barata, a manufacturas a estar desarrollando su propia economía del conocimiento, que desarrolle valor agregado como Francia, Italia o Alemania. México avanzó muy lentamente a las manufacturas y no pudo superar esa etapa, peor aún, parece que el gobierno federal está entusiasmado por regresar a la economía de mano de obra barata. Una bomba de tiempo considerando que se basa en bajos sueldos, explotación, educación pobre, y siempre habrá alguien más barato que tú, dispuesto a quitarte el trabajo. Por si fuera poco, en unos años más la automatización habrá desaparecer muchos de éstos trabajos.

¿Super Peso? Si, ¿Logro del gobierno? No ¿Beneficio para México? No del todo. La economía de México ha crecido más en sexenios anteriores y sin una apreciación del peso. Es posible que con todo y apreciación del peso, en temas de crecimiento económico, éste sea un sexenio perdido.

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