Por: Rolando J. Vivas

“¿Mala suerte? No, son tus malas decisiones.”

De acuerdo a mi horóscopo, los lunes son mis días de la suerte. No creo en los horóscopos ni en la suerte. No creo los “astros”, según el dia en que nací, tengan alguna injerencia ni en mi forma de ser, ni en lo que me pasa. No creo que eso llamado suerte influye en mi vida. Los lunes son mis días favoritos de la semana porqué esos días programo y ejecuto las actividades mas pesadas de la semana. Los lunes planeó la semana, hago revisión de pendientes, echo a andar planes y los lunes y martes son los entrenamientos mas pesados de toda la semana. Cómo dice el escritor Brian Tracy, los lunes son mis días de “tragar sapos”. Si son los días más difíciles, pero también los que me dejan más satisfecho. Después del lunes y del martes, el resto de la semana es sencillo. No creo en eso que muchos llaman suerte. O tal vez no creo en eso que llaman “mala suerte”. Mi suerte son mis decisiones. Mi buena suerte son mis buenas decisiones, mi mala suerte son mis malas decisiones. Por lo general tengo buena suerte. Si mis decisiones no fueron las correctas, aprendo de ello, sin culpar a la suerte, me hago responsable de mis decisiones.

Cuando se quiso probar el sentido del humor de ChatGPPT, una de las populares inteligencias artificiales que hoy existen y que se cree, pudieran desplazar rápidamente a Google y a otros buscadores en internet, se le preguntó ¿Cómo sería el mundo si éste fuera gobernador por Elon Musk? La respuesta de la “IA” fue que, “probablemente viviríamos en Marte, todos tendríamos un auto Tesla, pero tendríamos que trabajar más de 20 horas diarias para pagar por todo”. Tal vez los pasantes que trabajaban en condiciones de explotación en el Noma del chef danés René Rezdezpi, hubieran aceptado gustosos ese “futuro” descrito por ChatGPT. Después de todo, se denunció en el diario el Financial Times, que Redzepi hacia trabajar a sus pasantes por casi 20 horas, sin paga alguna. Así que vivir en Marte y tener un Tesla, podría ser seguramente atractivo para los pasantes de Redzepi. Luego de anunciar que se empezarían a pagar sueldos justos y mejorar las jornadas laborales, el Noma también anunció que cerraría sus puertas este año, por ser un modelo incosteable, la matemática peleada con la gastronomía, tal vez los chefs deberían llevar por lo menos una clase de costos en la escuela (eso no lo escribió ChatGPT).

Elon Musk primero realizó la peor negociación de la historia de la industria tecnológica, al comprar la red social Twitter en más del doble de su valor de mercado. Musk especuló con la cantidad, y después trató de renegociar el precio alegando varios temas improcedentes, siendo obligado por un tribunal a sostener su propuesta original y pagarla tal cual. Anteriormente Musk realizó ejercicios de especulación con criptomonedas y con las acciones de Tesla (Musk señaló que compraría todas las acciones de Tesla a un valor de 420 dólares por acción, la cantidad, confesó era una referencia a la mariguana. Por cada acción de Twitter, Musk pagó 54.20 dólares, “420”, otra vez). En varias ocasiones señalamos cómo Musk estaba usando las redes sociales para crear escenarios de “buy & pump” o viceversa, en las cuales, Musk usaba las redes sociales para buscar influir en el valor de ciertas empresas, atacándolas, buscando degradar su valor para después comprarlas, usar nuevamente las redes para impulsar su valor y posteriormente venderlas. Nada de esto dejó una buena imagen a Musk, pero su reputación como “innovador disruptivo” le ayudó a mantener un fuerte nivel de popularidad. Todo cambió cuando Musk adquirió excesiva visibilidad como dueño de Twitter. Sus cuestionables acciones al frente de Twitter (despidos), de Tesla (contaminación generada por sus plantas), de SpaceX (jornadas extenuantes de trabajo, aunque recientemente, muchos han señalado sentirse aliviados de que Musk se esté concentrando más en Twitter y en Tesla), de Neuralink (maltrato de animales) y en temas políticos y sociales se volvieron exponenciales y dejaron al descubierto una personalidad no muy agradable. Musk dejó de ser el “Iron Man” y “Tony Stark” de la vida real, para convertirse en un Lex Luthor (sin el brillante intelecto, obviamente). Musk se convirtió en el tipo de personaje que presume querer “libertad absoluta”, pero sólo para él y su actuar. Así comenzaron despidos en Twitter (basados más en temas orientación política, género, raza, diversidad sexual, que, en temas de desempeño), condiciones extremas de trabajo en sus empresas, desprecio por el medio ambiente y apoyo a personajes de la intolerante ultra derecha.

En pocas semanas, Musk despidió de forma masiva personal de Twitter, anunció el fin del “home office”, canceló servicio de cafetería en sus empresas, pidió que los empleados se sometieran a extenuantes horas de trabajo, pidió que los empleados llevaran su propio papel sanitario, despidió empleados que le contradecían, canceló el pago de rentas de oficina, y decidió enviar nuevamente a empleados a trabajar desde casa para ahorrarse costos. Acciones que dejaron al descubierto la versión más deplorable del capitalismo salvaje, que le valieron una fuerte caída en popularidad. Musk fue abucheado en presentaciones en vivo. Musk fue despreciado por personalidades en Twitter. Miles de pedidos de autos Tesla fueron cancelados, ya que las acciones de Musk habían afectado el valor de marca (cada vez menos gente siente simpatía por Musk y las marcas asociadas a sus empresas). Por si fuera poco, Tesla comenzó a perder fuertemente valor de mercado a medida que quedaba claro que Tesla no era una empresa disruptiva de tecnología, sino una simple compañía más de autos que empezaba a ser alcanzada y rebasada por otros. En una acción desesperada, Musk decidió recortar drásticamente el precio de sus autos para competir con la empresa china BYD, líder actual en venta de autos electricos en China, y el resultado fue una molestia enorme por parte de los compradores de Tesla, que ya tenían un auto y que vieron en minutos como el valor de su adquisición se desplomaba por instrucción de Musk.

No fue un buen año 2022 para Musk. Antes del cierre de año, dejaba de ser el hombre más rico del planeta, y justo al fin de año se anunciaba que Musk se convertía en el perdedor más grande de la historia (con su correspondiente Récord Guinness). Nunca antes un ser humano había perdido la cantidad de dinero que Musk vio evaporarse en meses. Pero el 2023 no ha sido más amable con Musk. Tesla sigue perdiendo valor. BYD, VW y GM comienzan a ganarle mercado de forma veloz, y, por si fuera poco, ahora Musk enfrenta un juicio por algo que ya sabíamos, especulación. Musk es acusado de poner en práctica su esquema ya conocido de especulación. Usar las redes para anunciar movimientos en Tesla (que no se ejecutan realmente) para buscar inflar de forma artificial el valor de las acciones de Tesla y venderlas. Este año Musk optó por mantener un perfil lo más bajo posible, pero todo pareciera indicar que el pasado será una carga pesada que no abandonará tan fácilmente a Musk, y que seguirá en los reflectores, de forma negativa, quiera o no. Seguramente Musk dirá que retó a la Matrix y que ahora ésta se está vengando de él. La realidad es que llámenlo karma, retribución, suerte o simplemente la ley de causa y efecto, las acciones de Musk han tenido y seguirán teniendo consecuencias (¿mala suerte? no, malas decisiones). Curiosamente, los amigos de Musk, que éste ha permitido su regreso a Twitter, han sufrido consecuencias igual de desagradables por sus irresponsables acciones. Donald Trump fue uno de ellos. Otro gran perdedor en el 2022, durante las elecciones de medio término en los EEUU. Trump declinó regresar a Twitter, forzado por su propia red social Truth Social, la cual, en caso de que Trump la abandonase, se vendría abajo estrepitosamente, causándole fuertes pérdidas económicas a Trump.

Musk trajo de vuelta a Kanye West a Twitter. West es un genio de la música (Nick Cave me apoya en esa afirmación), un ser con un talento musical desbordante, creador de discos extraordinarios y fuera de serie. Pero el mundo es paradójico, y podemos ser genios en algunas cosas, y completos idiotas en muchas otras (prueba de que no hay un solo tipo de inteligencia como se creía antes). West demostró que, a pesar de su enorme talento musical y talento empresarial, las palabras que salen de su boca son enormes idioteces también. Declaraciones de naturaleza racista y antisemita lo dejaron fuera de redes sociales. West señalaba defender su derecho a expresarse libremente, pero sus palabras cruzaban la línea entre la libertad de expresión y el discurso de odio. Estoy ampliamente a favor de la libertad de expresión y en contra de la censura. Pero también estoy a favor de la responsabilidad. Libertad sin responsabilidad es libertinaje, y en ocasiones tenemos que auto censurarnos desafortunadamente, ya que, aunque vivimos en un mundo de ideas atrevidas, en ocasiones hay personas sin el criterio suficiente para entender la ideas, sin la capacidad de analizarlas y sin la posibilidad de desecharlas cuando éstas son incorrectas (la eugenesia no es una mala idea, la posibilidad de usar la tecnología para mejorar la genética de tus hijos suena fabuloso, pero Hitler pensó que podía usar la eugenesia cómo excusa para exterminar, “razas” que él consideraba inferiores). Estoy en contra de la cancelación, de ese linchamiento brutal en redes sociales, y de ser juez y parte. Estoy a favor de la libertad, y pienso que más allá de la cancelación, muchos ejercieron su derecho a dejar de escuchar a West, de dejar de trabajar con él, a pesar de que fui testigo de muchos foros que le abrieron la puerta para explicar sus declaraciones. West fue demasiado lejos. Continuó con discursos incendiarios que al final, lo convirtieron en un paria, hicieron que gran parte de su fortuna se esfumara, que su disquera le diera le espalda y que un cúmulo de demandas lo hicieran desaparecer de la faz de la Tierra.

Andrew Tate es otro de los amigos que Musk decidió regresar a Twitter. En algún momento Tate fue un personaje tan popular en internet como Donald Trump. Tate, 4 veces campeón de kickboxing, hijo de un maestro del ajedrez, y auto declarado estoico, encontró un gran nicho en internet como sucesor más joven y dinámico del psicólogo canadiense Jordan Peterson. Tate se convirtió en otro de los impulsores de la masculinidad extrema y de la ostentación de grandes lujos. Tate parece más un alumno del genial Neil Strauss, personaje cuyo libro El Juego, se volvió legendario en los círculos de la seducción y la persuasión. Tate también parece haberse mimetizado con Strauss (¿O será con el cantante Pitbull?). Tate ha utilizado el espacio dejado por Peterson para posicionarse como bandera de la masculinidad extrema, vendiendo cursos de masculinidad y de cómo volverse rico vía internet, algo que suena un tanto fraudulento. Muchas declaraciones de Tate, a pesar de su inteligencia, han sido desafortunadas, algunas veces tanto que parecerían ser comedia de la más negra posible. “Las mujeres deben estar en casa”. “Las mujeres no saben manejar”. “Las mujeres son propiedad del hombre”. “Las mujeres no deben salir de casa”. “Los hombres pueden tener muchas mujeres” “En Rumania la corrupción está al alcance de todos”. “En Rumania la violación no es tan castigada”. Tate podría alegar que muchas de sus declaraciones se han sacado de contexto. Lo que no puede negar, es que, a finales del año pasado, Tate fue derrotado de forma humillante por una chica de apenas 19 años con autismo. El hombre que “lucha contra la Matrix” desde sus trajes de diseñador, su casa en Dubai, desde sus 30 autos de lujo y deportivos, desde su jet privado. Vaya rebelde, anti sistema.

Pienso que Tate quiso llamar la atención de alguna forma, y para ello optó por usar a la joven activista Greta Thunberg. En algo que parecería un guion escrito por el mismo Quentin Tarantino (o por Enrique Segoviano), Tate decidió etiquetar a Thunberg en uno de sus posts en Twitter. En éste, Tate presumía todos sus autos de lujo a Thunberg y le señalaba orgulloso la cantidad de emisiones contaminantes que éstos emitían. Seguramente Tate no lo esperaba, y la respuesta de Thunberg, estableciendo una relación inversa entre el tamaño de los grandes autos de Tate y sus genitales, lo cual dejó noqueado por completo a Tate y lo convirtió en una burla en redes sociales. Lo interesante aquí, es que “el gran estoico”, “el maestro manipulador de las emociones de los demás” y “maestro de ajedrez”, no pudo evitar “engancharse” con el comentario de Thunberg y decidió responderle con un video. Puro en mano, gafas oscuras, bata de seda y varias pizzas solicitadas a domicilio “en caja no reciclable”, fueron parte de la respuesta poco articulada de Tate. En un giro inesperado, se especula que la marca de pizza, visible en las cajas, fue clave para localizar a Tate, quien en poco tiempo fue arrestado por las autoridades rumanas, acusándolo de tráfico y explotación sexual de personas. Detalles de cómo Tate usaba técnicas de seducción para atraer mujeres, moverlas a Rumania y retenerlas en una casa, para después grabar videos explícitos de ellas para venderlos en internet, han ido surgiendo poco a poco. La justicia rumana se encargará de determinar la culpabilidad o no de Tate. Tate acusará a la Matrix de buscar callarlo y meterlo en prisión, la realidad es que Tate provocó la situación que llevó a su arresto por su falta de control, al final, Thunberg mostró más inteligencia emocional y mejor manejo de la estrategia que Tate. Thunberg diría en un post en Twitter al respecto, “eso pasa cuando no reciclas tus cajas.”

Irónicamente, The Matrix es una cinta escrita y dirigida por las ahora hermanas Wachowski (ambas pasaron por un proceso de cambio de sexo), quienes han señalado en varias ocasiones, que la cinta es una metáfora sobre el cambio de sexo y la transexualidad. Es una metáfora para el “despertar”, transformarse y dejar de vivir en una realidad alterna y aceptar la realidad. Y digo irónicamente, ya que la cinta ha sido extensamente adoptada por la ultraderecha, con la que simpatizan Musk, West y Tate, para enaltecer su lucha contra “el sistema” (la Matrix”), es decir, el gobierno, los medios, etc. En la cinta, se señala la opción de tomar la famosa “píldora roja” para despertar (woke), y en algún momento Musk (con un hijo transexual que prefirió cambiarse el apellido para no tener nada que ver con Elon), instó vía Twitter a “tomar la píldora roja” en obvia alusión al Partido Republicano, identificado con ese color. Esto a pesar de que las Wachowski han señalado que la famosa píldora roja se refiere a píldoras de color rojo, quizá estrógeno, que comenzaban a ser tomadas por los individuos que comenzaban un proceso de cambio de sexo. No es raro que la ultraderecha, incapaz de generar ideas nuevas y propias, haya tratado de adoptar una obvia temática subversiva de izquierda y buscar adaptarla a su contexto.

Al final, pudieramos ponernos paranoicos y pensar que la Matrix ha emprendido una lucha contra Musk, West, Trump y Tate, o quizá podríamos pensar de forma mas critica y analizar bien que lo que ha sucedido a Musk y a sus amigos, es que han sido víctimas de sus propias decisiones. Musk usando Twitter para especular públicamente. West atacando de forma general a la comunidad judía de forma horrenda. Trump usando candidatos de dudosa reputación, pero que le rinden culto ciegamente. Tate buscando aumentar su popularidad, atacando de forma irracional a una figura pública de gran visibilidad y después cayendo en un juego casi adolescente de “dimes y diretes” que lo dejó expuesto ante las autoridades que ya le estaban buscando. Al final, la decisión de Musk de regresar a West y a Tate a Twitter, acabó exponiendo de gran forma las malas decisiones de éstos dos. ¿Mala suerte? ¿La Matrix? No. Pésimas decisiones.

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