Por: Rolando J. Vivas

“La historia se repite dos veces, primero como tragedia y después como farsa.”
Karl Marx
Si uno busca en el diccionario la definición de “pánico moral”, encontraremos que el termino de acuerdo a la sociología, nos habla de un miedo irracional en la población, generado de la percepción de una amenaza hacia sus valores. Dentro de éste “pánico moral”, hay instigadores que se encargan de difundir información en una cierta población con el fin de generar miedo. Políticos y medios son bien conocidos como actores principales de este fenómeno, usando el miedo como un instrumento de control social. Esta herramienta se vale del poco conocimiento de la población sobre ciertos temas. El desconocimiento de elementos diferentes o desconocidos, son base para la generación del miedo. Políticos y medios suelen usar sectores marginados de la sociedad para difundir historias, en su mayor parte irreales, con el fin de generar pánico. Entre estos sectores marginados, se encuentran minorías étnicas, religiosas, sexuales y de nacionalidad. En la película The Village, del director M. Night Shyamalan, se exponía la historia de una comunidad aislada que se había creado para instaurar los valores de hace más de dos siglos, y que era protegida por un miedo irracional a creaturas sobrenaturales que habitaban alrededor de el área. Los líderes de la comunidad se encargaban de crear éste miedo entre los más jóvenes, alimentando sus temores, e incluso utilizando disfraces para escenificar la aparición de éstas falsas creaturas y reforzar el temor a acercarse a los límites de la zona. Al final de la cinta, queda claro que todo era un engaño con el fin de conservar ciertos valores y alejar a los jóvenes del mundo moderno.
Al arranque de los 80s, el gobierno de derecha liderado en los EEUU por el presidente Ronald Reagan, presentaba una relación sumamente cercana a la derecha religiosa, la cual le había impulsado a la presidencia promoviendo fuertemente el voto a su candidatura. Reagan formó lazos fuertes con la derecha evangélica y cristiana de aquel país. El líder de este movimiento, el pastor y tele evangelista Jerry Falwell había formado la llamada Moral Majority como prominente lobby político para impulsar los valores y la moral cristiana al interior del gobierno de los EEUU. La Moral Majority fue un poderoso grupo de “lobbistas” o gestores que promovieron una orientación cristiana fundamentalista en el gobierno de Reagan, de ahí que la derecha religiosa entienda bien el valor de los lobbys y la gestión política, y tengan un temor profundo a la presencia de otros lobbistas o gestores contrarios a sus valores en Washington. El objetivo de la derecha religiosa y de su lobby de gestión política en los 80s, era el de revertir los valores liberales que se habían vuelto dominantes en los EEUU durante los 70s, luego del triunfo del liberalismo cultural, la llamada revolución sexual, derivada de descubrimientos como la píldora anticonceptiva y el avance de los derechos civiles en aquel país. Incluso, el surgimiento de varias corrientes contrarias al cristianismo, la Iglesia de Satán y una derivación de ésta, el Templo de Set (fundada por Michael Aquino, un experto en guerra psicológica, alguna vez mano derecha de Anton LaVey, fundador de la Iglesia de Satán, y que no estaba muy de acuerdo con el estatus de celebridad que había adquirido LaVey), habían surgido en los 70s, no cómo religiones que adoraban algo sobrenatural, sino como asociaciones que se centraban más en una filosofía liberal y humanista (LaVey en particular, era crítico de la doble moral imperante en el cristianismo, denunciaba a los pastores cristianos que en sábado por la noche contrataban los servicios de prostitutas y deban sermones el domingo por la mañana ante sus seguidores). Importante señalar aquí, que dos de los principales líderes de la derecha religiosa en esta época junto a Falwell, los pastores Jim Bakker y Jimmy Swaggart, se vieron vueltos en enormes escándalos luego de que saliera a la luz información sobre violaciones y la contratación de los servicios de prostitutas por parte de ambos pastores. El diablo, no los pastores, sin duda había sido el culpable de tan vergonzosos episodios (de ahí la famosa frase “el diablo me obligó a hacerlo”). Swaggart era primo del músico de rock n roll Jerry Lee Lewis (a mi gusto, el verdadero rey del rock) y no había tenido mucha suerte alejando a Jerry Lee del “mal camino”, camino en el que al parecer él mismo se perdió.
Falwell protagonizaría otro escándalo, aunque no de índole sexual como sus compañeros pastores, luego de llamar “bestias y satanistas” a las iglesias que abrían sus puertas a miembros de la comunidad homosexual. Aunque Falwell lo negó en un inicio y demandó a sus acusadores, la grabación con sus palabras salió a la luz y tuvo que aceptar los hechos y perder la contrademanda. Sería Falwell también, un simpatizante de las teorías apocalípticas, llevando a cabo controversiales declaraciones, primero señalando en los 80s que el Anticristo estaba por nacer y que sin duda sería judío, lo cual obviamente lo llevó a ser acusado de practicar el antisemitismo. Más tarde, luego de los ataques a las Torres Gemelas en Nueva York, Falwell declararía que el atentado era sin duda un castigo de dios a los EEUU por desviarse hacia el camino del pecado. Cómo nota bastante graciosa, Falwell acusaría a uno de los Teletubbies, Tinky Winky, de ser un claro referente de adoctrinamiento homosexual dirigido a los niños, por ser de color morado y llevar un triángulo en su cabeza. Los 80s sería la época en que la derecha capitalista y conservadora tomaba las riendas de la economía mundial, consolidándose como una fuerza hegemónica tras la caída del llamado “imperio del mal” (como llamará Reagan a la URSS para beneplácito de la derecha religiosa) a finales de los 80s. En lo cultural, la izquierda se consolidaba como triunfadora al tiempo que los valores liberales se volvían más predominantes en los EEUU. Más y más escuelas públicas proliferaban y la educación penetraba fuertemente en sectores previamente olvidados, como en el caso de las mujeres y la población de color. Para la derecha religiosa, la educación pública era un instrumento de naturaleza atea, secular y humanista, lo cual iba en contra de los valores morales de Falwell y su Moral Majority. Así, las escuelas se convirtieron en el primer blanco de la batalla por “erradicar lo demoniaco” de las instituciones educativas, para ello, el miedo se convertiría en la principal herramienta de conquista. Falwell y compañía para esto, sacarían del closet, para usar a su conveniencia, al más “malo de todos los chicos”, Satanás.
La derecha religiosa comenzó su ataque en varios frentes. La niñez era uno de los objetivos principales. El argumento principal era el “adoctrinamiento” por parte de la izquierda política desde edades tempranas, por ello, se tenía que ingresar el elemento religioso en cada escuela para proteger a la niñez de la influencia “demoníaca”. El miedo se convertiría en el elemento principal para sembrar el pánico y la desconfianza entre los progenitores y los maestros. El caso más sonado, fue el de la escuela preescolar McMartin, cuyo personal sería denunciado por padres y madres de abuso infantil mediante el uso de rituales y prácticas de origen satánico. Judy Johnson, madre de uno de los alumnos comenzaría las denuncias señalando torturas, ritos realizados en pasajes secretos ubicados bajo la escuela, además de eventos en que afirmaba que los niños habían visto volar a sus maestros. El miedo se convirtió en semilla que germinó rápidamente en las mentes de muchas familias que vieron la educación pública y a los maestros como posibles practicantes de satanismo y de abuso infantil. El miedo irracional dictaba que existía una gran red secreta de satanistas cuyo objetivo principal era adoctrinar a los niños y alejarlos del buen camino. Un juicio a gran escala y con gran cobertura mediática (el juicio mas caro de la historia) se llevaría a cabo con absurdos y grotescos testimonios (algunos de los niños señalaron al actor Chuck Norris como uno de los abusadores) sin ninguna prueba. Al final, la acusación sería descartada y el caso cerrado. No había pruebas de que las estrafalarias acusaciones de Johnson fueran ciertas. Los avances científicos y médicos en los 80s ganaban terreno a la superstición y a lo sobrenatural. La psicología se encargaba de explicar de forma científica como posesiones satánicas y visiones apocalíptica del pasado, tenían su origen en enfermedades mentales. La misma Judy Johnson fue diagnosticada como víctima de esquizofrenia paranoide derivada de su alcoholismo crónico, lo cual dejó claro el origen de sus acusaciones. Considerando que las tasas de natalidad comenzaban a decrecer en los 80s a medida que la población recibía mejor educación y las mujeres tenían más poder de decidir sus destinos, el número menor de hijos en cada hogar hacía que a diferencia de décadas anteriores, en que había hasta 10 hijos por hogar, los progenitores incrementaran la paranoia respecto al cuidado de sus dos o tres hijos.
La ciencia se encargó de frenar el avance de otros dos de los arietes del pánico satánico impulsado por la derecha religiosa. El primero, el libro Michelle Remembers, en el cual, un terapeuta, Lawrence Pazder, ayudaba a una de sus pacientes, Michelle Smith, a superar un trauma de su pasado, revelando accidentalmente durante una regresión hipnótica, que Michelle había sido víctima de abuso infantil por parte de un culto satánico. Michelle Remembers se convirtió en un fenomenal éxito de ventas. Pazder y Smith se convirtieron en famosas celebridades y en “expertos” en el combate al satanismo (fueron “asesores” de padres de familia e hijos en el caso de la escuela McMartin), cobrando por cada una de sus apariciones en foros amarillistas que abordaban la temática en todos los medios informativos. Mientras tanto, la población que leía el libro, se convencía cada vez más que había una red satánica en todo el país y que hasta el vecino podía ser parte de ella. Por otro lado, el juego de rol Calabozos y Dragones, era señalado como un instrumento de adoctrinamiento que introducía a los jóvenes a rituales de adoración satánica, brujería, asesinato, violación, homosexualidad y suicidio. El caso más famoso, hablaría de la desaparición y muerte del joven James Dallas Egbert, al que los medios señalaban ávido practicante del juego que se había perdido practicando un ritual satánico en los sótanos de sus escuela, en dónde había sido encontrado muerto. Investigadores descubrirían que la terapia de regresión de Pazder era un fraude, que el libro era una gran mentira fruto de la imaginación de Smith y del deseo de reconocimiento de Pazder. Ambos charlatanes resultarían amantes y se casarían más tarde. En el caso de Egbert, un investigador privado se avocaría al caso, descubriría que Egbert tenía problemas mentales, estaba diagnosticado con depresión crónica, había intentado suicidarse en dos ocasiones anteriores y que solamente había jugado Calabozos y Dragones una o dos veces. Al final, el pánico satánico sería una útil herramienta de mercadotecnia no intencionada, el libro de Pazder y Smith sería un fenómeno de ventas al igual que el juego de Calabozos y Dragones que cada vez se volvería más popular entre los jóvenes.
Aunque el pánico satánico se convertiría en una fantasía paranoide entre los adultos de los 80s, el irónico resultado entre los jóvenes resultaría de forma inversa, a medida que cada vez más bandas de rock adoptaban una imagen relacionada con el satanismo para adquirir mayor popularidad. Lo que en los 70s parecía apenas un movimiento marginal, con bandas como Black Sabbath, Alice Cooper, Kiss o Venom, como los principales exponentes de elementos “infernales” en el mundo del rock, incluyendo supuestamente mensajes de adoración al diablo que podían escucharse al tocar sus discos al revés, para los 80s ya sería todo un fenómeno visible y popular, con grupos como W.A.S.P., Twisted Sister y Motley Crue vendiendo millones y millones de discos gracias al uso letras con temas alusivos al diablo, de pentagramas en las portadas de sus discos y a imágenes satánicas sus videos. Recuerdo haber visto a Alice Cooper aparecer en el popular programa de los Muppets, The Muppets Show, vestido en un llamativo traje de diablo color rojo, bailando con los personajes del show mientras cantaba su clásico School´s Out, esto a finales de los 70s (más o menos la misma época en que AC/DC nos deleitaba con Highway To Hell, disco que los convertiría en uno de los actos más populares en el mundo). Mi padre me llevaría a ver a Alice Cooper (mi primer concierto, por aquél entonces tenía un par de discos de Kiss, aún con maquillaje que me habían comprados mis padres en el Nuevo Mundo, una tienda departamental en el centro de Monterrey) al estadio Universitario en Monterrey, un 28 de noviembre de 1980, a la 1 de la tarde, bajo un sol “infernal”, ya que las autoridades locales consideraron inadecuado que un concierto de un personaje “satánico” se presentara durante la noche. Para esa época Alice ya estaba en plena decadencia, presa del alcohol y las drogas, y que alguien lo considerara un peligro, interpretando versiones muy inferiores de sus éxitos, resulta hilarante, la verdad, yo sólo recuerdo a un tipo bailando en un escenario con una boa colgando de su cuello. Olga Breeskin, una popular vedette de los 70s-80s, me resultaba más interesante con las tarántulas escalando su voluptuoso cuerpo, mientras ella tocaba el violín. Recuerdo una fotografía mía de cuando estaba en preescolar durante la época de Halloween, mi mamá tuvo el detalle de vestirme de diablito. No, la escuela no era la McMartin y el único abuso que recuerdo de allí, era la violencia de los niños más grandes hacia los más pequeños. Yo resolví mi tema asestando un golpe en la cabeza de un grandulón con un ladrillo que encontré en el patio de la escuela.
El pánico satánico pareció ver sus últimos días en los 90s. la filosofía liberal se había vuelto hegemónica y personajes del mundo musical como Alice Cooper, Ozzy Osbourne y Marilyn Manson se volvieron parte del mainstream, ya sin asustar a nadie, adorados en la televisión y en los canales de video. Para los que nos gustaban las cosas más extremas, Cooper, Osbourne eran personajes aburridos y bastante “comerciales”, ya muy poco interesantes la verdad. Aún recuerdo esperar emocionado el disco de debut de la banda del estado de Florida, Deicide. Su líder Glen Benton se decía un feroz satanista y para probarlo, se había tatuado una cruz invertida en la frente. La realidad es que nunca hubiera comprado un disco de música sólo por que su líder era “satanista”, eso hubiera sido bastante nefasto. El disco de debut de Deicide era simplemente demoledor, brutal y excelente. Uno de los mejores discos en la historia del death metal, no por ello, Benton, un auténtico idiota, era mejor o peor persona para mí. En aquél entonces, me deleitaba con las fantásticas historias del black metal noruego, la quema de iglesias y el círculo de músicos lunáticos que formaban esa escena. Mayhem, Emperor, Burzum. No dejo de pensar que Varg Vikernes es un tipo miserable que como persona no vale la pena, pero como músico dejó discos que aún sigo escuchando y que me parecen fabulosos, el Filosofem me sigue pareciendo un disco extraordinario. Me resulta por demás hilarante que la derecha religiosa trate de revivir el pánico satánico de una manera tan mediocre hoy en día. Karl Marx en su Brumario diría que: “La historia se presenta dos veces, primero como tragedia y luego como farsa”. Hoy, el pánico satánico que pretende instaurar la derecha religiosa, a diferencia de lo trágico que resultó en los 80s, es por demás ridículo ahora, solo apto para fanáticos o gente muy ilusa.
El Pizzagate, con sus supuestos abusos infantiles y ritos satánicos llevados a cabo en el sótano inexistente de una pizzería (algo sin duda orquestado con obvios fines políticos). Las acusaciones hacia una diseñadora de modas de la marca Balenciaga (Lotta Volkova), usando unas fotografías de un evento llevado a cabo en China, que nada tenían que ver con ella. Ahora que Volkova ha vuelto con una nueva campaña de modas para Blumarine, en la que las modelos usan crucifijos, supongo que los fanáticos religiosos se hincarán a sus pies. Pero más desquiciante aún, resulta el reciente escándalo provocado por el cantante inglés Sam Smith durante la más reciente edición de los premios Grammys. Smith, vestido de diablo apareció en el escenario para interpretar un tema junto a la cantante transexual Kim Petras. Para la derecha religiosa y conservadora esto ha sido un escándalo mayúsculo. “Un ritual satánico” transmitido a nivel nacional. La realidad es que tanto los premios Oscar, como los premios Grammy, cada vez tienen menos audiencias y requieren más trucos publicitarios para llamar la atención. La bofetada que dio Will Smith al comediante Chris Rock, y ahora el show “satánico” de Smith. Smith es un cantante bastante poco conocido, con una canción reconocida publicada hace casi 10 años (una muy mala mezcla de Anohni y George Michael). Petras, una cantante sin mucho éxito en América, cuyo acto más notorio ha sido su cambio de sexo. Me parece una vez más, que el acierto más grande de Smith, ha sido lograr tal grado de provocación (al igual que hizo Balenciaga) que convirtió a sus principales críticos, en sus principales promotores. Una vez más, el pánico satánico sirve de impulsor involuntario para hacer que alguien adquiera fama y fortuna, usando a idiotas útiles, como sus principales impulsores. Apuesto a que antes de la ceremonia de los Grammys, nadie sabía quién era Smith o Petras.
esta es la tontería más grande que has escrito, quién se asusta con éstas tonterías
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No me límites, te aseguro que puedo escribir tonterías todavía más grandes! No me subestimes!
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hoy en día los conservadores hablan incluso de matar maestros que adoctrinan a los niños
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