
De la Palabra a la Imagen
Por: Rolando J. Vivas
Se dice que los buenos libros son difíciles de llevar al cine, y es que no hay mejor director de cine que nuestra imaginación, por ellos libros clásicos como Rayuela de Julio Cortázar, con su peculiar narrativa que asemeja al jazz improvisado, o 100 Años de Soledad, obra cumbre del realismo mágico a cargo de Gabriel García Márquez, difícilmente podrían ser llevados a la pantalla algún día, aunque sé que Netflix ya está trabajando en una serie sobre el libro de García Márquez, ya veremos, 100 Años de Soledad es un libro muy especial para mí, recuerdo que una copia que tuve tenía una dedicatoria e mi madre, pero ya no pude, desafortunadamente hallar esa copia, fue uno de los primeros libros que leí completos en cuestión de días, toda una delicia de imágenes literarias que García Márquez pudo poner a las órdenes de nuestra imaginación.
En el año 2006, Max Brooks publicó un libro llamado World War Z, o Guerra Mundial Z, sobre una plaga de zombies devastando al planeta Tierra, el género de los zombies no es precisamente uno de los géneros más trascendentales, fuera de series como The Walking Dead, el legado del enrome George A. Romero (quien lo creó en forma de critica a la sociedad) en realidad no ha traído grandes novedades en décadas, y salvo películas como la coreana Train to Busan, o el libro de Brooks, poco hay de rescatable y aquí, quiero abordar la increíble capacidad de nuestra mente para crear imágenes a partir de ciertos detonantes, en el caso el libro de Brooks, la crítica social era un elemento importante, la historia, la geopolítica, la supervivencia y la incertidumbre aderezaban de manera genial la narración, permitiendo a nuestra mente crear imágenes gloriosas a partir de cada una de las palabras y renglones, quien hubiera pensado que fuera de nuestras mentes, aquello pudiera ser recreado de algún forma tan magnífica, debió sentirse monumentalmente decepcionado al ver la película estelarizada por Brad Pitt, sin duda nuestra mente supera a muchos directores de cine a la hora de crear imágenes.
Y es precisamente la creación de imágenes, una de las poderosas características que considero esenciales a la hora de practicar la escucha activa, una escucha que trata de concentrarse en el mensaje de la persona con quien estamos, que trata de aislarnos de las distracciones y que mediante la creación de imágenes nos puede ayudar a entender mejor lo que nos están comunicando, lo primero es obviamente eliminar todo tipo de distracción, nuestro teléfono móvil debe quedar e inmediato fuera de la ecuación, lo segundo es el contacto visual, el cual debemos mantener de forma natural con la persona que nos está transmitiendo el mensaje, para nuestra mente, el poder crear imágenes rápidas y sencillas a partir de la narración que nos comparte la persona a la que estamos escuchando, se convierte en un poderosa ancla que nos permite recibir y compartir una visión, entender y asimilar un mensaje, tal vez una historia, y esa forma de concentrarnos, “sin concentrarnos” conscientemente, se convierte en un elemento de ayuda para poder escuchar de forma más efectiva.
No hay herramienta más poderosa que nuestra mente a la hora de crear imágenes, tanto que en ocasiones el resto de nuestra persona encuentra complicado el poder plasmar esas imágenes, de ahí la importancia de usarlas mientras escuchamos, con el debido entrenamiento para no divagar y no sabotear nuestro rol de escuchas, así, al ir armando imágenes a partir de las palabras que vamos escuchando, nos permite lograr ese grado especial de enfoque y de actividad, contrario al solamente oír las palabras que la persona con la que tenemos comunicación va pronunciando, es un proceso gradual que poco a poco se va desarrollando, pero que nos dota de una poderosa herramienta para mantener la atención, para concentrarnos de forma sencilla, para ponernos a tono y entender mejor el mensaje que nos quieren dar.