Por: Rolando J. Vivas

El gusto por las bandas de la disquera inglesa Earache me nació casi a finales de los 80s. Conocí sus casetes en aquella pequeña tienda de discos en el sur de la ciudad, muy cercana a casa de mis padres. Solía ir caminando hasta aquél lugar de forma regular por lo menos una vez a la semana. Apenas a media cuadra había una tienda de revistas. Cómics y música eran el alimento de mi alma en aquél entonces, pocas cosas podían hacerme tan feliz en aquella época. En alguna ocasión mis padres salieron fuera de la ciudad. Apenas estaba aprendiendo a conducir y tomé el auto de mi padre para ir a aquél lugar. La ida no fue tan difícil. Cuándo llegué y me estacioné, pensé, no hay vuelta atrás, “Ahora tengo que regresar de algún modo”. Pienso que lo más difícil de manejar al principio es aprender a estacionarse. Ese día compré el disco Reek of Putrefaction de la banda inglesa Carcass, lo más probable es que que el disco tuviera casi dos años de haber salido. Tuve muchos discos de la Earache, mi primer banda favorita de esa disquera fueron los Napalm Death. Los discos Scum y From Enslavement to Obliteration me fascinaron como pocos. Era música de otro planeta, nada parecido a lo que yo hubiese escuchado antes. No cabe duda que el llamado grindcore tenía un sonido cercano, por lo menos en espíritu con el free jazz. La gente se molestaba de igual forma cuando ponía un disco de los ND o de Albert Ayler. Los músicos de la Earache bromeaban declarando incluso que no hacían música, sino que la destruían. Vaya concepto tan genial y no muy alejado tampoco de lo que hacían mis queridos The Residents.
El Reek of Putrefaction tenía todo lo que un buen disco políticamente incorrecto podía tener en aquellas épocas (para empezar, había sido grabado solamente en cuatro días). Muy seguramente hoy en día con la corrección política a tambor batiente y la llamada “cultura de la cancelación”, difícilmente podríamos escuchar un disco así. Una portada bestial con partes de cadáveres mutilados en un collage de miedo que causaría un infarto a la gran Hannah Höch, pero que haría muy feliz a a los hermanos Jack y Dinos Chapman (los Chapman Brothers). La estética “gore” o violentamente sangrienta era parte esencial de la banda. Sus letras hablaban de cosas realmente repulsivas y su sonido era más abstracto y visceral que el de los Napalm. Si alguien pensaba que no se podía llegar más lejos que el sonido del mítico Scum, el guitarrista Bill Steer se encargó de demostrar todo lo contrario. La influencia de bandas como Crass, Discharge, Black Sabbath, Death y Repulsion, era evidente en la banda. Se podría decir en un par de años más, que Carcass podría ser la banda favorita de Hannibal Lecter, el genial protagonista de The Silence of the Lambs y otras películas protagonizadas por Anthony Hopkins que surgirían después. Canibalismo, putrefacción, mutilación, perversión y fluidos corporales fétidos parecían ser los tópicos favoritos de una banda que seguramente muchos pensaron se trataba o de una banda de caníbales, o de médicos siniestros que hacían cosas terribles con los cadáveres en las morgues. La realidad es que los miembros de Carcass no eran ni uno ni otro. La banda, formada por un grupo de amigos de la escuela, se declaraba vegetariana y defensora férrea de los derechos de los animales, así como Brigitte Bardot, la legendaria actriz francesa, lo que sumaria y mucho, al exquisito humor negro del grupo, que se reflejaba en todo momento en sus aberrantes letras extraídas de libros de anatomía humana. Quizá hoy en día, después de haber visto 4 temporadas de Doogie Howser, MD, 8 de House MD y más de 17 de Grey´s Anatomy podría contribuir con letras para la banda.
Carcass comenzó como el proyecto original del guitarrista Bill Steer, antes de reemplazar Justin Broadrick en los Napalm Death. En aquél entonces los ND eran famosos y aclamados por la critica underground gracias a su legendario disco Scum. Un disco cuyos riffs de guitarras podrían aniquilar hasta cucarachas. Steer había terminado de grabar el siguiente disco, también clásico From Enslavement to Obliteration, un disco que me encantó como pocos. Agresivo como el Death Metal más feroz y veloz como el hardcore punk más estremecedor. Que un guitarrista en un grupo, tuviera una banda alterna, era algo muy raro en aquel entonces. Todavía no sabíamos que Mike Patton de los Faith No More seguiría con su banda original Mr. Bungle luego de grabar The Real Thing. ¿Les platiqué como mi padre enloqueció la primera vez que puse Epic a todo volumen en su casa? ¿Es rap o es rock? Me preguntó intrigado. Eran épocas de divertida experimentación en la música pesada. Pocos imaginábamos que Carcass tendría éxito, más allá de la novedad de su primer disco y que se había convertido en una de las bandas favoritas del legendario DJ ingles, John Peel. Había que tener un sentido del humor muy negro y retorcido para entrar en onda con aquellos primeros discos de la banda, había tenido que poner un cartoncillo que ocultara la portada del casete de la vista de mi madre, ya de por si se había escandalizado bastante con las portadas de los discos de Slayer como para someterla a algo aún más extremo. Se decía incluso que la banda, que en aquél entonces usaban los nombres de K. Grumegargler, J. Offalmangler, y W.G. Thorax Embalmer eran estudiantes de medicina, pero los rumores una vez más eran infundados.
Reek of Putrefaction habia el disco debut de Carcass en 1988, un disco bastante particular si consideramos la muy baja calidad de sonido, Reek of Putrefaction, aún así, era un disco casi surrealista, tomaba influencia de la senda sonora que seguían los Napalm Death, pero también sumaba la densidad de los Death, que ya entonces eran muy reconocidos en el underground mundial. Otra influencia notoria eran los Repulsion, una legendaria y poco conocida banda estadounidense que habitaba de forma inusual entre los mundos del death metal y del hardcore punk, y que había tenido cercanía a los Death en algún momento. La gran peculiaridad del Reek of Putrefaction era la gran suma de todo, el deficiente sonido, la densidad casi impenetrable de cada uno de los temas, sus estructuras bastante amorfas y esa combinación de vocales llevadas al extremo gracias a una combinación llamativa de efectos que iban del salvajismo común en el death metal, hasta extremos realmente turbadoras. la banda había hecho de los arreglos vocales algo bastante extraño, pero artístico y muy propio de ellos. En ese disco en particular la banda me traía imágenes a la mente de una posible batalla entre los personajes de comics Swamp Thing (si los Entombed se acercaron al Wolverine de la Marvel Comics, Carcass bien pudo acercarse en algun momento al Swamp Thing de la DC Comics, corrijo, tal vez los Carcass estuvieron aún más cercanos a Venom, ese feroz personaje de lo mejor que ha producido Marvel en las décadas más recientes, sin considerar las fiestas películas con el desperdiciado Tom Hardy) , un personaje de horror clásico, cuyas historias alguna vez fueron escritas por el legendario Alan Moore, y Gorilla Grodd un gorila enorme y súper inteligente, que funge de súper villano en el cómic de The Flash. Si ambos personajes alguna vez se enfrascaran en una batalla, Reek of Putrefaction podría ser perfectamente la banda sonora de éste encuentro. La estética “gore” era notoria y llevada realmente al extremo, de una forma que los Death (la muy popular band de Death Metal de Florida) de Chuck Schuldiner solo pudo haber concebido en sus peores pesadillas. Curiosamente unos años más tarde, el “gore” tendría cercanía al “mainstream” a través de varias películas bastante populares.
A principios de los 90s tuve una camisa de los ND y una gorra con el logo de los Carcass en letras rojas. La gorra era sin duda la más llamativa. Muchos me preguntaban “¿Qué significa Carcass?” Los que sabían o se enteraban se quedaban atónitos “¿Cómo puedes llevar una gorra que dice “cadáver”?” ¿Y porqué no? La provocación era algo sublime, la alegría de lo políticamente incorrecto, y claro, la obvia necesidad de tomar las cosas con humor en todo momento. A la gente le intrigaba más la gorra y su significado que preguntar cómo sonaba el grupo. Seguramente, si los hubieran escuchado en esa época el escándalo hubiese sido mayor. Muchos vivían entonces “su revolución” escuchando a Nirvana, yo vivía “mi revolución” escuchando a Carcass. Un año más tarde, llegaba el asombroso Symphonies of Sickness, y lo que muchos pensaron era una broma muy pesada, se convertía en una realidad que parecía ya imparable, Steer dejaba a los Napalm Death para concentrarse de lleno en Carcass y el resultado era notable, el sonido de la grabación había subido de calidad, pero la estética de la banda no se había alterado, podíamos escuchar mejor cada uno de los instrumentos, y eso hacía tomar mucho más en serio al grupo, la batería de Ken Owen (que ya no era K. Grumegargler) ya no sonaba como un edificio derrumbándose aparatosamente, sino como un tanque de guerra avanzando a paso firme y demoledor, la guitarra de Bill Steer también se había transformado y ahora lanzaba memorables riffs de guitarra que parecían inspirarse en bandas como los Black Sabbath. Carcass había progresado de una forma acelerada ( apoyados en gran parte por el productor Colin Richardson) en apenas unos meses, Symphonies of Sickness elevaba a la banda a la cumbre de grupos grindcore (junto a los ND y a unos Entombed que aparecían en Suecia). Como muchos seríamos testigos más tarde, la progresión se volvería un factor determinante en la banda. Por mucho, Carcass se convertiría en el escaparate perfecto para la evolución de Bill Steer como guitarrista, desde sus brutales y primitivos inicios, hasta alcanzar una progresión tal que lo llevaría convertirse en uno de los mejores guitarristas en el metal extremo.
Para los 90s, en que el gore se convertiría en parte de la cultura popular, gracias a películas como The Silence of the Lambs y Se7en, Carcass entraba de lleno en el mundo del metal con su disco Necroticism-Descasnting the Insalubrious. Un disco asombroso en el que el talento de cada uno de los miembros del grupo se ponía por completo de manifiesto, la batería de Owen sonaba ahora espectacular (introduciendo patrones rítmicos bastante innovadores), Steer se había convertido en un héroe de la guitarra (apoyado en el nuevo guitarrista Michael Amott, un genio de las melodias) y Jeff Walker asumía el rol de líder en la banda y su principal vocalista, más “reptiliano” que nunca). Carcass ya no era ese grupo inglés en extremo oscuro y raro, la banda había evolucionado absorbiendo con sabiduría las lecciones de grupos como Entombed y Megadeth que habían integrado brutalidad, técnica y una producción notable para conseguir un nuevo nivel de agresión musical. Carcass seguía siendo para entonces una banda “underground”, pero ya comenzaba a ser vista como uno de los grupos punta de lanza el metal extremo. Lo que había iniciado como una broma era ahora un acto estelar que comenzaba a ser visto con verdadera admiración, con un concepto tan marginal, que resultaba sorprendente que ahora estuviera enfilándose a ser “The Next Big Thing”. Necroticism fue un disco que irrumpió en la escena musical de aquellos años, cómo pocos discos los han hecho, Carcass había logrado una evolución impresionante, su sonido seguía siendo brutal en extremo, pero la claridad que había logrado lo colocaban completamente en otro nivel, poder escuchar cada uno de los instrumentos con ese nivel de detalle los hacía aún más poderosos y feroces que antes, aunque la banda comenzaba a deslindarse del grindcore, incluso del Death Metal y su sonido empezaba a acercarse al más tradicional y conocido Thrash Metal, quizá el paso más importante que daba la banda era que abandonaba la oscuridad y abstracción del pasado, el sonido era ahora directo como nunca antes.
Ya como una banda más conocida y a punto de volverse verdaderamente famosa, la banda comenzó a buscar nuevos espacios, a considerar alterar un poco su sonido y su imagen. La banda sabía que estaba a punto de estallar comercialmente, para su disc Heartwork, la banda había decidido reducir la temática gore y concentrarse en temas ambiciosamente más melódicos, Heartwork se consideraría uno de los trabajos más exitosos del grupo, con una flamante portada concebida por el genio suizo de las artes visuales macabras, el gran HR Giger. Probablemente con su disco anterior, la banda aún tenía esa afinidad con la estética de personajes como Giger o David Cronenberg, pero co Heartwork ya no era así. En definitiva, Heartwork vendería muchas más copias que sus discos anteriores, habría incluso videos y mayor exposición en todos los medios. Me resultaba extraño volver a recordar todo el camino que la banda había recorrido para llegar allí. Desde aquél día en que les descubrí en una revista que hacía un reportaje de la Earache, pasando por la primera vez que tuve el Reek of Putrefaction en mis manos, comprado en aquella tiendita perdida en la zona sur de la ciudad. Ahora aquellos que no eran tan afines a la música extrema disfrutaban de la banda. Ya no les resultaba extraña la palabra escrita en mi gorra, ya no era la banda extraña imposible de entender y que sonaba a un muy mal chiste. Ahora a muchas personas les gustaba Carcass y compraba sus discos. Debo decir que Heartwork no era un mal disco, por el contrario, era un disco espectacular. La banda se había vuelto simple y accesible, aún así, era mejor escuchar el Heartwork que a Green Day o a los Back Street Boys. Lo extraño en realidad es que gente que escuchaba a esos grupos populares, ahora también se decía fan de Carcass.
Piyama Party, una banda de pop local bastante decente lo resumía todo en su tema “Fan de Carcass”, ese momento incómodo en que sabes que tienes que dejar ir a uno de tus grupos favoritos y aceptar que ya no es lo tuyo, tal vez por eso ya no estuve cuando editaron el Swansong, el que muchos dirían, sería “el disco definitivo” de Carcass, tal vez en ese momento así parecía, el disco que la banda había querido hacer desde su primer día. El disco que la banda aspiró siempre a grabar. El disco en que la banda finalmente podía hacer lo que quería, cómo lo querían y sin limitante alguno, la realidad es que Swansong me parece un disco como el Disco Negro de Metallica o el Symphony of Destruction de los Megadeth, después de ese punto, la banda era otra y ya no había marcha atrás. Claro que Swansong tenía canciones memorables, seguramente las que muchos siguen aún recordando más del grupo, pero es ahí, cuándo me pregunto si Carcass se trataba realmente de canciones memorables. Era obvio que la banda había evolucionado como pocas. Que lo que ahora mostraba la banda estaba a años luz de sus inicios. Estaba también claro que la banda sabía en dónde se hallaba y lo lejos que había dejado sus orígenes. Tal vez por eso Swansong, desde su título anunciaba el fin del grupo. El punto más alto de un concepto en el que sus creadores reconocían ya no se podía ir más allá. A partir de ese disco la banda dejaba de existir, o eso nos querían hacer creer. Tal vez la intención era dejar al cadáver podrirse unos años más para volverse quizá una vez más algo aterrador.
17 años para ser exactos pasarían para volver a escuchar nuevo material de la banda. Así llegaría Surgical Steel. Dos décadas tuvieron que pasar para que la banda se librara del fantasma de la fama y las disqueras ambiciosas. Dos décadas para que la banda volviera de lleno al underground, deshaciéndose de paso de fanáticos ocasionales y arribistas que seguramente esperaban otro Heartwork, y en su lugar, tuvieron un brutal y despiadado Surgical Steel que sin duda era un regreso a su época más creativa e innovadora con el Necroticism. Surgical Steel sonaba un poco a grindcore y a thrash con una producción asombrosamente detallada que resaltaba la afición cada vez más fuerte de Bill Steer por “el arte de la melodía” y que lo mostraba como fiel seguidor de unos Thin Lizzy, además de las obvias incursiones en el humor más negro por parte de Jeff Walker. Surgical Steel en parte me recordaba mucho a los Kreator, que había sido una banda que al igual que Sepultura habían conseguido un sonido bastante basado en el Thrash Metal, pero que eran capaces de competir con el Death Metal más feroz. Un disco espectacular e inesperado con baterías a paso frenético del un nuevo baterista y guitarras que aparecían en un duelo entre lo brutal y lo clásico, que seguramente tomó por sorpresa a muchos que creían imposible el regreso del “cadáver”. Pocos se imaginarían que Carcass pudiera lograr ese regreso y a la vez sonar relevantes, puedo decir que aunque Carcass no llegó a los niveles de popularidad de unos Metallica o Megadeth, si lograron regresar de ese punto difícil en el que parecería ya no haber retorno. Aunque les costó casi 20 años. Y si algunos pensaban que aquí acababa la historia, el tiempo probaría que estaban muy equivocados.
Hace apenas una semanas Carcass regresó de entre los cadáveres putrefactos con un disco llamado Torn Arteries (aunque el disco había sido terminado desde hace más de un año y enlatado por la pandemia) . La gran apuesta antes del inicio del disco sería sobre que estilo rondaría el disco, considerando que la banda se ha destacado por darle a cada disco su muy particular identidad. Partiendo de la curiosa portada, uno pensaría si la banda ha abandonado finalmente la voracidad carnívora de sus letras, nada que ver. La portada de Torn Arteries nos presenta un corazón formado por vegetales, lo cual no podría hacerme más feliz. La banda ha plasmado también su afición por los vegetales, aunque no ha reducido en lo más mínimo su feroz ataque musical. Bill Steer continua su magistral progreso tras la guitarra, y el disco pareciera mostrarnos en todo momento lo que su deseo por mejorar y su enfoque ha logrado, esa maestría de la que nos habla Robert Greene en su libro. El sonido del disco da un paso atrás en cuanto a velocidad se trata en comparación con el Surgical Steel, pero a su vez da un paso adelante en densidad. Parecería que los Carcass han estado escuchando más a los Entombed en sus primeras épocas y a los Cathedral en sus épocas finales. Tales influencias dan un carácter especial al disco que usa al Death N Roll como principal referencia. El tema que da nombre al disco arranca con su Death N Roll y guitarras que suenan a sierras eléctricas de corte. Dance of Ixtab (Psychopomp & Circumstance March No. 1 in B) es un tema que de inmediato trae a la mente el poderío sonoro de los legendarios Melvins y con algunos guiños al blues. Eleanor Rigor Mortis posee unas guitarras monstruosas y a la vez melódicas que nos muestran la dicotomía en el estilo de guitarra de Steer (Que va de lo primitivo y brutal, hasta lo exquisito, quizá inspirado en alguien como Andy LaRoque), cierta cercanía a los Cathedral y el arsenal de humor negro de la banda a su máxima expresión. The Devil Rides Out es uno de los mejores temas del disco, y muestra el enfoque determinante de la banda por escribir mejores canciones y convertirse en mejores compositores. ¿Podría ser Torn Arteries el disco final de los Carcass? Es posible, Torn Arteries es lo más cercano que han estado los Carcass de hacer mejores canciones sin comprometer en lo absoluto su integridad, Torn Arteries es un corte de cabello perfecto justo hasta la yugular. El soundtrack perfecto para un maratón de películas “slasher” en vísperas de Halloween. Carcass continúa su racha sin hacer un mal disco. No cualquiera puede presumir eso.
¿Pero quién lo iba a pensar, una banda de energúmenos abominables como Carcass, vegetarianos y defensores de los animales?
LikeLike
¡Todavía existen! Ya no me acordaba de ellos
LikeLike
Vaya, parece que la carrera de Carcass es más larga de lo que imaginaba, muchos disco y muchos giros en su carrera
LikeLike
Si, si lo es, pocos discos la verdad, pero ya muchos años
LikeLike
No conozco a nadie que hable sobre tantos tópicos y tan variados
LikeLiked by 1 person
Yo si, a Marcel Proust y a Mark Fisher
LikeLike