Por: Rolando J. Vivas

Me parece divertido que cuando escucho a alguien mencionar a Venom, lo primero que me viene a la mente es la banda inglesa de finales de los 70s, que llevó la brutalidad de los Motorhead, a todo un nuevo nivel, con discos como Welcome to Hell y el clásico Black Metal. Junto a los Hellhammer y a Mercyful Fate, Venom serían responsables, con su alineación adicional, de dar inicio a géneros tan monstruosos como el Death Metal, el Grindcore y el Black Metal. Música tan extrema y tan brutal que en definitiva podría ir de la mano a la perfección con la esencia grotesca y en extremo violenta del personaje de cómic, que inesperadamente se fue transformado en un muy extraño anti héroe que requiere ocasionalmente de alimentarse de seres humanos, procurando claro, que de preferencia éstos sean villanos, por aquello de la maldita corrección política que nos asfixia en éstos días.
En un post anterior hablaba de cómo la música de los Carcass, la banda de Grind/Death Metal inglesa, podría ser el soundtrack perfecto para el cómic de The Swamp Thing, pero pensándolo bien, dejemos esa tarea a The Botanist. Un proyecto creado en San Francisco, por un músico de Black Metal, cuyo concepto consiste en imaginar un mundo post apocalíptico, el cual es invadido y devorado nuevamente por las plantas. En el caso de los Carcass, aquellas locas escenas de canibalismo lunático, cadáveres malolientes, parásitos letales y violencia sanguinaria, definitivamente van mejor con Venom. Muchos se darían cuenta ya desde mediados de los 80s, que el personaje de Venom sería lo mejor que pudo salir de la serie “Secret Wars”, un fallido proyecto en el mundo de los cómics en el que algunos de los más poderosos héroes de la Marvel, eran llevados a otro planeta para enfrentar a los más poderosos villanos. Todo esto para el disfrute de un ser, cuasi deidad, llamado The Beyonder.
Secret Wars, tuvo éxito en un inicio por la gran novedad que representaba ver a todos los súper héroes y súper villanos reunidos en una sola historia, como si se tratase de un gigantesco ajedrez viviente, historia que explotaba de forma descarada la nefasta tendencia a los “crossovers” que invadió a Marvel Comics en los 80s y que propició su gran declive durante los 90s. Secret Wars poco a poco fue perdiendo el interés de los lectores que tenían que seguir la historia a lo largo de varios títulos que tenían poca venta, una estrategia comercial que pecaba de abusiva (incluso hubo una popular línea de figuras de acción), y que al final se hundió con menos gracia que el Titanic. Al final, lo más memorable que saldría de la historia, no sería ese inesperado cambio de traje de Spider Man, que dejaba atrás el rojo y el azul (que compartiría con otros héroes icónicos como Superman y el Capitán América) para adoptar un traje negro.
La idea no fue del todo bien aceptada. Muchos seguidores de los cómics se molestaron ante el agravio al traje icónico de su personaje favorito. La opción fue darle una salida ingeniosa y el resultado fue crear a un personaje con una historia tan poderosa, que terminaría literalmente cobrando vida propia y posicionándose como el tercer villano más memorable de Spider Man, apenas detrás de clásicos como el fabuloso Green Goblin (con toda su “dinastía” y anexos) y el inolvidable Doctor Octopus (un personaje que el igual que el Green Goblin me resulta fascinante). No es casualidad que, cuando Spider Man llegó a las pantallas grandes, éstos dos personajes fueron los primeros que el héroe arácnido enfrentaría, y no por casualidad, además de aparecer enfrentando a Spider Man en la pantalla, alguien tuviera la idea de que Venom apareciera en su propia película, haciendo crecer más la franquicia del héroe “insignia” de Marcel Comics.
La decisión de usar a Hardy como protagonista fue una bastante atinada hasta cierto punto, Hardy es un actor bastante completo a pesar de su juventud, poseedor de una presencia física que igual lo dota para ejercer como héroe de acción, y una capacidad histriónica que a su vez, podría algún día ponerlo a emular un poco a Marlon Brando, aunque para éstos a Hardy aún le falte mucho camino por recorrer. En sus inicios, Hardy, de origen británico, ejecutó un rol bastante bizarro, el del criminal conocido como Charles Bronson, un personaje de la vida real, considerado el reo más brutal y violento que ha existido en el Reino Unido, cinta para la cual, Hardy comenzó a mostrar su afinidad por los roles de acción extrema y extravagantemente dinámicos. Hardy repetiría roles similares como Bane, en una de las películas de Barman dirigidas por el brillante Christopher Nolan. Por si fuera poco, Hardy tomaría el legendario rol de Mad Max para una de las películas de esa franquicia. Tal película sería toda una delicia ultra dinámica en el género de acción que seguramente ayudó a Hardy a hacerse del rol como Eddie Brock, aka Venom.
El gran problema con la primer cinta de Venom, es que Eddie Brock no tiene nada de la grotesca espectacularidad o dramatismo de un Charles Bronson, no tiene todo ese fabuloso contexto que Nolan le dio a Bane, en el que Bane es mostrado como un post moderno revolucionario con ciertos guiños a Fidel Castro o al Che Guevara. La cinta carece también del circo salvaje de acrobacias extremas de las películas de Mad Max, y se apoya más en efectos digitales en las partes de más acción. Venom, del 2018 resultó ser un curioso tropiezo para Hardy. El Venom de la pantalla grande no resultó tan ponzoñoso y tan maníaco como el del cómic, y Hardy debió sentirse tan frustrado que para la secuela, literalmente invadió el proceso desde la escritura del guion para la película. Hardy pudo darse cuenta de que el director de la película y sus escritores no supieron darle ese tinte ultra violento, esa estética grotesca y repulsiva, y ese toque “gore”, imprescindible, que hicieron tan memorable y políticamente incorrecto al personaje del cómic. El Venom de Hardy desde un inicio era demasiado “buena onda” para tener ese peso específico y profundidad malévola para ser precisamente el anti héroe que muchos hemos seguido, y que daba gusto se enfrentara a Spider Man.
Claro que se antoja difícil hacer de Venom una película exitosa y para toda la familia, La historia de un parásito llegado del espacio exterior que tiene una simbiosis con un ser humano (y que algunos incluso ven como algo “homo erótico) y que es capaz de devorar con singular entusiasmo a otras personas. La premisa del personaje de Venom es algo cercano hasta cierto punto a la historia de The Thing de John Carpenter o a Alien de Ridley Scott, con elementos fundamentales para una verdadera cinta de horror al estilo del cine más perverso de David Cronenberg en sus inicios. Seguramente algo no muy conveniente para alcanzar a las audiencias objetivo que Marvel quisiera y que podría llevar a la película por las sendas del verdadero arte cinematográfica. Un Venom feroz, repulsivo y con una lucha esquizofrénica dentro de sí, entre el bien y el mal. Algo que también permitiría a Hardy un mejor trabajo histriónico a diferencia del limitado espacio que le dio la primer cinta del personaje.
Si algo caracterizó a los personajes de Marvel en sus inicios en el mundo del cómic, y lo que marcó la gran diferencia con otras editoriales, fue es insistencia casi patológica por las contradicciones entre el ser humano y su lucha interna entre asumir sus responsabilidades contraídas al obtener cierto poder. Conflictos que fueron ejemplificados a la perfección por personajes como Spider Man, los Fantastic Four, Thor, Hulk, Iron Man, los X Men, entre otros. Una humanidad comprometida y en conflicto siempre con si misma a manera de tratado filosófico Nietzscheano o tragedia Shakespeareana. Así que, ¿Qué mejor manera de regresar a esos orígenes que con el personaje de Venom? Quizá el fallo de la primer cinta haya tenido que ver con que se tomó la historia conocida como Lethal Protector, para abordar el inicio del personaje y su “lucha” políticamente correcta contra un “emprendedor” estilo Silicon Valley, al frente de la llamada Life Foundation, que bien podría tener ecos en Amazon, Tesla, Microsoft o Apple. Quizá el fallo fue no permitir que Venom se convirtiera en una cinta con su propia lógica y estética, una en la que el arte estilo HR Giger pudiera haber jugado un rol bastante particular para definir su propia identidad, hacer una mayor palanca en la fascinación por lo sangriento del contemporáneo cine “gore”, tan en boga en años recientes.
Parecería que Hardy ha apostado mucho por Venom al grado de su involucramiento mayor en la secuela Venom: Let There Be Carnage (basado en la historia Maximum Carnage, la mejor hasta ahora en la que ha aparecido Venom, y seguramente basado en una frase de Vladimir Lenin que justificaba sus acciones “Let There Be Blood”), recién estrenada, se dice que uno de los títulos contemplados originalmente fue el de Venom: Love Will Tear Us Apart, inspirada obviamente en el tema de los legendarios post punks Joy Division, lo que habla de la oscuridad hacia la que apuntaban Hardy y compañía para éste nuevo capítulo, también está el fascinante juego de palabras en ese título no concretado que nos habla de la violencia, lo sanguinario y lo siniestro. Una lucha a muerte entre lo bueno y lo malo, lo humano y lo extraterrestre, lo racional y lo irracional, la cordura contra la locura, lo humano y lo monstruoso, algo épico y filosófico que sin duda podría manifestarse de forma más profunda en la cinta. Explotar al máximo esa enfermiza relación estilo triangulo de amor bizarro entre Brock, el “simbiote” Venom y el personaje de la genial Michelle Williams, que ya parecería algo salido de la imaginación del mismo “Depraved” Dave Cronenberg, material perfecto para una cinta en sí misma.
Pero Venom: Let There Be Carnage, recientemente estrenada seguramente complacerá a grandes públicos con una mayor profunidad en su temática y definitivamente una mejor historia. Hardy en un mayor reto actoral con el enorme Woody Harrelson en contra posición como el delirante Cletus Kasady aka Carnage, la contraparte que realmente puede ayudar al personaje de Eddie Brock y a Venom a encontrar su verdadera naturaleza y su casi imposible equilibrio. Ver nuevamente a Harrelson como un sujeto maniático rescatando a su novia e iniciando una fuga de prisión, no nos deja más remedio que recordar el celebre rol de Harrelson como Mickey Knox en la mítica cinta de Oliver Stone, Natural Born Killers. Si, claro, si algo debemos aprender, es que la historia no avanza en una línea recta infinitamente continua sino en un curioso espiral que en ocasiones nos regresa al mismo lugar, aunque nosotros no seamos los mismos, y esto da pie precisamente a que un más experimentado Harrelson, repita en cierta forma esa fuga de locura y la carnicería subsecuente al salir de prisión.
Por lo pronto Venom: Let There Be Carnage llegará a los cines y muy seguramente correrá mejor suerte que su antecesora, lo cuál será un testimonio del talento de Tom Hardy y la gran apuesta personal que ha hecho en Venom, que si en primera instancia se vislumbraba como un rotundo fracaso, ha sabido aprender de éste para dar un paso adelante buscando evolucionar al personaje y a la franquicia. Jugando en todo momento con elementos propios del personaje e incluso aprovechando otros, como el talento y la trayectoria de Harrelson, tal vez Venom: Let There Be Carnage no llegará a convertirse en un referente al estilo de V for Vendetta o Watchmen, pero si podrá convertirse en un original protagonista del Universo de Marvel con una historia y protagonistas dignos de toda admiración.
la segunda película como dices es mucho mejor que la primera
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Muy extraño escuchar de la película en esos términos
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La segunda película es mucho mejor que la primera
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Ya son muchos los papeles ecelentes que ha hecho Hardy en el cine, se dice que va a ser el prpoximo James Bond
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¡Me encantó la cinta nueva!
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Es una película más violenta pero más entretenida
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Cada vez mejoran más tus historias, se vuelven más complejas y a la vez más atractivas, cada vez te leo con más interés, felicidades
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