Por: Rolando J. Vivas

Alguien comentó sobre un servidor que me “auto promociono” cuando escribo. Pienso que no hay una forma más sincera de promocionarse, que promocionarse uno mismo. Habrá quien pague por promocionarse, o que se busque mala publicidad para promocionarse. Pero “auto promocionarse” debería considerarse la forma más honesta, transparente y sincera de promocionarse. Así que, sigamos con la “auto promoción”. Hace 30 años el mundo era muy diferente de lo que es hoy. Muchos no lo podrán crear, pero no había internet. Mis hijas se sorprenden y no pueden concebir un mundo sin internet, me preguntan ¿Y que hacían sin Internet? Aún recuerdo ir al trabajo de mi padre y no ver ninguna computadora en los escritorios, hoy es casi imposible trabajar sin una computadora. Pero leíamos libros, leíamos revistas, pasábamos discos de mano en mano en mano, íbamos a las tiendas de música y comprábamos discos, a veces sin escucharlos, sólo basados en las portadas o en alguna reseña de alguna revista. Así llegue al disco debut de los Rage Against The Machine en el año de 1992. Y aquí va la “auto promoción”, casi nadie tenía ese disco en México cuando yo lo traje.

Ya saben, mis vecinos iban seguido a los EEUU y yo les entregaba hojas foto copiadas de revistas con reseñas de discos que me parecían interesantes, les daba dinero y ellos me los traían de allá. Discos de Soundgarden, Voivod, Danzig, Gwar, King´s X, Faith No More, Alice In Chains y Primus, entre otros, llegaron así. En mi caso, había ya dos importantes precedentes en cuanto al sonido de los RATM. El disco de The Real Thing, de 1989, de los Faith No More y el tema Epic. El otro era la grabación de Anthrax junto a Public Enemy del clásico Bring The Noise de 1990. Ambos temas eran brutales colisiones entre el heavy metal más pesado y el hip hop. Muchos aún no podían asimilar que algo así fuera posible, pero bueno, habían otros antecedentes como el Walk This Way de Aerosmith con Run DMC y el Fight For Your Right de los Beastie Boys, ambos producidos por el genial Rick Rubin a mediados de los 80s, ese que también produciría el genial Reign In Blood de Slayer en 1986, el mejor disco de thrash metal de la historia, lo siento, Master of Puppets de Metallica, es el segundo mejor.

Para 1992 que llegó el disco debut de los RATM a mis manos, podría decir que estaba habituado a ese tipo de fusión, y la disfrutaba bastante. A diferencia de mis amigos que seguían casi de forma dogmática a Iron Maiden o a Metallica, a mi me encantaba escuchar también a los Public Enemy, a los NWA y a Ice Cube, en mi mente, pensaba como Scott Ian, y escuchar a NWA a todo volumen, era tan brutal como escuchar a los Slayer, ambos géneros hablaban del mismo nivel de furia y rebelión. Los NWA se me hacían tan intensos, sobre todo cuando Ice Cube aún estaba con ellos, así que escuchar a Zack De La Rocha, un ex practicante del hardcore punk, lanzando líneas de hip hop sobre una base de funk pesada, aderezada con estridentes guitarras, no fue precisamente cosa del otro mundo, aunque en lo personal, las acrobacias en la guitarra de Tom Morello, eso es lo que más me tomó por sorpresa de aquél disco, en definitiva, me recordaba a Vernon Reid de los Living Colour, pero era un hecho que Morello había llevada la guitarra eléctrica a otro nivel y a otra dimensión.

No puedo decir que las letras o la temática del disco me escandalizara, estaba por demás habituado a esos discursos incendiarios. Podría afirmar que los RATM eran los inconcebibles herederos de los MC5, de The Clash, de los Gang of Four, de los Public Enemy y de Fugazi, así que el disco me vino como “anillo al dedo”. Aún recuerdo la cara de muchos de mis amigos cuando puse el casete y escucharon Bombtrack por primera vez, unos reían porque no alcanzaban a entender aquella fusión de géneros, el hip hop de De La Rocha encima de los riffs de Morello. Cuando te gusta la música de verdad, y tienes capacidad de apreciarla, no importa si ésta viene de Miles Davis, de Duke Ellington, de Fela Kuti, de Vangelis, de Cannibal Corpse o de Tyler The Creator. Hubieron varios que de inmediato se dieron cuenta de la calidad y de la singularidad de lo que estábamos escuchando, y emprenderían ese camino junto a mí, el de abrirse a nuevos caminos, otros, resulta gracioso que lo desecharan de inmediato como una “novedad” que desaparecería, curiosamente varios de esos que no creyeron en la música de RATM terminarían cantando una versión minúscula de hip hop combinada hasta con cumbias, al final si quisieron ser RATM, pero terminaron siendo una versión barata de Molotov.

Hace 30 años que el debut de RATM vio la luz, no existía el nivel de polarización que vivimos hoy en día. Las letras de los RATM eran explosivas y desbordantes en consciencia social, eran profundamente combativas y de naturaleza desafiantemente de izquierda. Hace 30 años, nada de esto hubiera causado la menor problemática, era música anti sistema, de rebelión y punto. Era una revolución contra el establishment. En aquel momento a pocos nos interesaba la política, las ideologías o las consignas. Si los RATM hablaban sobre el Che Guevara o sobre el Ejército Zapatista, no importaba, lo realmente interesante era la música. No conozco a nadie que se volviera comunista o maoísta por haber escuchado a los RATM. Conozco gente que imprimía en sus letras temas sociales, o que usaba los mismos ritmos funkys, o que hacía rechinar su guitarra como Morello. Nadie se volvió comunista por escuchar a los RATM.

Luego de 11 años de su desintegración, los RATM acordaron hacer varios shows de reunión, ya la reacción del público resulta verdaderamente irracional, al tiempo que sectores del público que hace años disfrutaban de la banda, hoy les acusan de haberse vuelto “wokes”. De esas cosas que te hacen morir de la risa ante la ignorancia, pero que te hacen preocuparte bastante, también por la ignorancia. Hace 30 años, los RATM sonaban en la radio, y su videos aparecían en la televisión y nadie se escandalizó, nadie se ofendió y nadie protestó. Hoy abundan las protestas señalando que la banda, que siempre mostró una vocación liberal, trata de impulsar una agenda a través de su música. Algo inverosímil y por demás ridículos, algo que sólo pone de manifiesto la polarización, la politización, la ideologización y el adoctrinamiento de grandes sectores del público, que creen que el apoyo de la banda en temas como la legalización del aborto es algo nuevo y algo oportunista. ¿Dónde estuvieron éstos críticos los últimos 30 años? ¿Pusieron atención en lo que escuchaban o veían en MTV? Peor aún que muchos de éstos comentarios provienen de “fans” de la banda que hoy se dicen preocupados porque RATM se volvió “woke”.

“Some of those that work forces, are the same that burn crosses…” cantaban los RATM hace casi 30 años en Killing In The Name, y por lo visto muchos no entendieron el mensaje antifascista, y se quejan de la banda, al tiempo que llevan protestan encendiendo cruces, que despliegan actitudes racistas y se oponen a la migración. Ahora que la banda incluye en sus presentaciones, consignas de protesta en contra de los embarazos forzados o los asesinatos adolescentes a tiros en las escuelas, éstos cristo fascistas o conservas, descubren que su banda favorita “se volvió woke”. Ahora éstos cristo fascistas exigen a los RATM que se “dediquen a la música y se olviden de la política”. Vaya manera de demostrar la ignorancia sobre una banda, que al igual que los MC5, que los The Clash y que los Public Enemy, siempre representaron esa fusión entre la música y la política más estridente. La piel de muchos se ha vuelto muy delgada, y esos que se quejan de la “corrección política” y de la “cultura de la cancelación”, ejercen justo las mismas estrategias intolerantes. El tema no es que los RATM hayan cambiado, el tema es que la polarización, la politización y la ideología, los ha vuelto a todos intolerantes, o simplemente escucharon a Marcos Witt desde niños y no toleran nada más allá de eso.

¿Recuerdan esa publicación en Twitter, en que el nefasto Elon Musk invitaba a sus seguidores a tomarse la “píldora roja” y “despertar”, e Ivanka Trump, si Ivanka Trump, le respondía a Elon Musk que ya la había tomado, conversación en clara alusión a la mitología de la clásica cinta The Matrix, cuando Morpheus le da a escoger a Neo entre una píldora roja y una azul (la azul, te mantiene “dormido” como hasta ahora, la roja te “despierta”) todo esto para después ser evidenciados como un par de idiotas, ni más ni menos que por Lilly Wachowski, una de las creadoras de The Matrix, me pregunto qué, así como Musk, no sabe o desconoce por completo la naturaleza de John Lydon y de los Sex Pistols, así de ignorante es Musk respecto a The Matrix, que las Wachowski señalarían, tiene más que ver con la transición de género que con el fascismo, eso podría explicar ampliamente porqué la hija de Musk ha decidido hasta cambiarse de apellido para no tener nada que ver con su padre. Así de absurdos han resultado aquellos que hoy acusan a los RATM de “volverse woke”, quieren una revolución en éste momento, pero se han perdido por décadas la verdadera, nunca han podido entenderla. ¿Cómo termina The Matrix? Con la canción Wake Up de Rage Against The Machine.